Una nueva economía para una nueva normalidad

En muchas partes se habla sobre la nueva normalidad, la cual no tiene un espacio ni un tiempo determinado, se mueve entre la subjetivación de la propuesta de instituciones (por ejemplo la OMS) y lo que solicitan las personas, presentando posturas indeterminadas, confusas, todo ello producto de los altos grados de incertidumbre característicos de lo […]

Por El Ciudadano

30/04/2020

Publicado en

Columnas

0 0


En muchas partes se habla sobre la nueva normalidad, la cual no tiene un espacio ni un tiempo determinado, se mueve entre la subjetivación de la propuesta de instituciones (por ejemplo la OMS) y lo que solicitan las personas, presentando posturas indeterminadas, confusas, todo ello producto de los altos grados de incertidumbre característicos de lo nuevo, donde resulta difícil no caer en el juego de privilegiar a unos por sobre otros, en consecuencia se ha vuelto un debate que raya en lo ético, pues la información abunda pero los grados de certeza resultan cada vez más escasos.

En este convulsionado escenario, es posible dilucidar que frente al caos surgen nuevas formas, nuevos modelos, nuevos paradigmas, en este caso trataré de plantear los elementos conducentes a una nueva economía, confiando en que “sí habrá alternativa”, contradiciendo frente a todo pronóstico la frase que hizo famosa a la señora Thatcher (T.I.N.A). En esta misma línea y para contextualizar acerca de grandes contradicciones mundiales, resulta inconmensurable pensar que en el siglo pasado le hayan entregado el premio nobel de economía a dos personajes provistos de teorías totalmente contradictorias, me refiero a Milton Friedman quien sostenía “lo único importante en una organización son los accionistas”, en contraposición con la postura de Amartya Sen quien planteaba que dentro de los factores influyentes en la economía “debiera estar presente el bienestar y las oportunidades de las personas”, ciertamente dos posturas totalmente opuestas y recocidas por un mismo ente, la también controversial academia sueca.

Por otro lado, para dimensionar el establecimiento de algo nuevo es necesario pensar en cuáles son los elementos que identifican una nueva forma de ver los factores económicos (no son solamente el capital, el trabajo y la tierra como lo explican inútilmente las teóricas clásicas de la economía) que influyen diariamente en la vida cotidiana de las personas, para este análisis se debe rescatar el origen de la palabra economía,  la cual viene del griego y se divide en dos partes una “oikos” que significa casa, y “nomía” procedente de la raíz de  la palabra norma, en tanto las “normas de la casa”, deben estar supeditadas a lo que la sociedad en su conjunto necesita, y no al excesivo individualismo demostrado hasta ahora,  con esto se entrega una justificación de por qué la economía es una ciencia social.

Desde el siglo pasado se viene hablando de la aceleración del tiempo y el cortoplacismo de la ciencia económica, adosando una serie de términos tales como:  Racionalidad Instrumental donde Weber explica lo imparable que resultará ser el proceso de burocratización, es decir las personas están destinadas a satisfacer los fines organizacionales con una marcada pérdida de sentido,  por otro lado se encuentra el concepto instaurado por Bauman de Modernidad Líquida, para dar cuenta de las transformaciones producidas en un mundo sujeto a cambios vertiginosos, dando cuenta de que todo es fluido y se mueve rápidamente, basándose en supuestos iniciales del estudio de la posmodernidad.  En consecuencia, existen muchos otros autores acuñando términos que a través del tiempo se han ido acumulando, como una forma de teorizar acerca de la natural evolución de los procesos sociales, anticipando nomenclaturas que confluyen en dar diferentes explicaciones al fenómeno económico como un instrumento alineado con la cotidianeidad de las personas.

Esta nueva normalidad requiere que se tomen en cuenta estas teorías, debiendo centrar sus esfuerzos en adaptar a las realidades locales cada uno de sus supuestos, para evitar seguir cometiendo los errores del pasado, en aquello resulta indispensable realizar una triangulación virtuosa compuesta por tres teorías que condensan gran parte lo planteado por los difieren autores antes descritos, se trata de la Teoría de la Complejidad (Morin), Teoría del Caos (Lorenz, Priogine y Stacey) y la Teoría de Sistemas Vivos (Luhmann, Maturana y Varela), las cuales basan sus supuestos en la fenomenología, revolucionado la forma de pensar las ciencias sociales, cuestionando por sobre todo el positivismo imperante, reemplazándolo por una mirada más amplia que reconoce las interrelaciones personales, la redarquía, la colaboración, el reconocimiento de los sistemas abiertos, pensar una lógica polivalente, el resurgimiento de valores en el centro, en fin, cada una apreciada como disciplina distinta pero al mismo tiempo involucrada en el fenómeno social-económico.

Bueno hoy es tiempo de revindicar lo anterior, convirtiendo todas estas teorías en prácticas al alcance de quienes tienen emprendimientos, me refiero al cambio paradigmático que requiere la disposición de enfocar a la economía al desarrollo, reemplazando el mero concepto de crecimiento, de esta forma se plantea un primer componente que es la Complejidad sugerida por Edgar Morin, el cual sostiene entre otros aspectos, la construcción del conocimiento como un proceso, a la vez biológico, cerebral, espiritual, lingüístico, cultural, social e histórico para establecer una “conversación” entre disciplinas observando el fenómeno económico desde diferentes miradas.

En esta esfera, se requiere hablar del Caos como una necesidad de generar cambios, la cual está supeditada por la alteración de la normalidad, con resultados inesperados, que debe llevar intrínseco un proceso de adaptación repercutiendo al interior de las organizaciones y las personas con la esperanza de influir de manera positiva en el entorno circundante.  Siguiendo esta línea teórica se agrega la de Sistemas Vivos, la cual señala que los organismos biológicos como sistemas abiertos, se mantienen en permanente cambio aprovechando la energía de su entorno para adaptarse, con este fenómeno emergente subyace la capacidad de aprendizaje, la autororganización (autopoiesis y más aún la sociopoiesis), aprovechando su potencial para defenderse, innovar y transformarse.

En esta nueva vorágine de pensamientos surgen también nuevas alternativas que si se trabajan en conjunto están llamadas a cambiar el paradigma tradicional del modelo económico actual, donde prevalecen los resultados a corto plazo y el individualismo,  por otras alternativas enfocadas en mejorar las condiciones de las Pymes por ejemplo, debido a que representan una mayor cantidad de empresas en cualquier parte del mundo, un modelo centrado en las personas, arraigado a valores éticos, sociales y medioambientales, surgiendo conceptos que cambian la mirada, ejemplo de ello pueden ser: La Economía del Bien Común, la cual reemplaza el afán por el lucro y la competencia por aspectos intrínsecos de los valores humanos, incluyendo la solidaridad y la justicia social como arquetipos centrales en su proyección; El Comercio Justo, consiste en instalar un sistema comercial  con  la característica de ser solidario, alternativo, potenciando el desarrollo económico local, conociendo las cadenas de valor que aporten con un sentido ético a los productores; Empresas FINTECH (Finance and Technoloqy), son un grupo de entidades dedicadas al rubro financiero y tecnológico, centrando su industria en la responsabilidad social, cumpliendo normas, aportando a la accesibilidad universal con un sentido de transparencia hacia los usuarios; El Cooperativismo, como una forma de fomentar la asociatividad entre empresas y personas naturales con necesidades similares creando entidades colectivas con altos grados de sinergia entre sí;   Economía Circular, consiste en la necesidad de cambiar el modelo de producción lineal, reutilizando los desechos en otros procesos productivos, obteniendo beneficios económicos, sociales y en algunos casos hasta culturales; Economía Naranja, donde existen empresas creativas promoviendo aspectos culturales, transformándolos en bienes y servicios que dan valor al entorno social, cultural y económico creando valor agregado a través de la propiedad intelectual; Empresas B, son entidades con propósitos y compromisos, impactando positivamente en lo económico, social y ambiental; entre otras formas como la que hoy estamos viviendo, donde aparece una nueva oportunidad de aprender a trabajar desde nuestras casas, contribuyendo con esto a disminuir nuestra huella de carbono.  Con todo esto es posible visualizar ejemplos concretos que incorporan de manera virtuosa un mismo objetivo para cambiar la mirada de la economía en general.

En definitiva, son muchas las alternativas que pueden cambiar el modelo económico existente, lo importante es entender en ello los aspectos centrales implícitos relacionados con valores éticos, donde se agrega el surgimiento de transformaciones tecnológicas que constituyen un motor para ejercer dichos cambios, lo estamos viviendo hoy con la necesidad de virtualizar las interacciones humanas para seguir vigentes, en esto no se debe perder de vista que la economía es parte inherente de las ciencias sociales, por lo tanto, para pensar una nueva economía para una nueva normalidad se requiere un reconocimiento del fenómeno de la complejidad de sistemas abiertos en permanente interacción para alimentar todo su entorno, en términos más cotidianos todos necesitamos de todos para la subsistencia en el mundo real.

Guido Asencio Gallardo
Académico

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Comenta 💬