Caso Cascadas: Dura respuesta a Cesar Barros (La Polar)

En una nota clara y directa, el economista y director del Centro de Gobiernos Corporativos, Dieter Linneberg, responde a las intenciones de Cesar Barros, presidente de La Polar, de no hacer público el caso y mantener las formas en el caso Cascadas

Por Director

03/01/2014

Publicado en

Economí­a / Portada

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cesarbarros

En una nota clara y directa, el economista y director del Centro de Gobiernos Corporativos, Dieter Linneberg, responde a las intenciones de Cesar Barros, presidente de La Polar, de no hacer público el caso y mantener las formas en el caso Cascadas. Como si no tuviera ya bastante quehacer con el escándalo y estafa del siglo, da también recetas al mercado.

El presidente del directorio de La Polar habla bonito. Paro a veces nublado por el fanatismo del neoliberalismo económico. No por nada militó en el movimiento nacionalista Patria y Libertad. Pero esta vez, sus palabras no dejaron indiferente al mercado y ayer tuvieron una dura respuesta. La envió a través del mismo medio el director ejecutivo del Centro de Gobiernos Corporativos de la Universidad de Chile, Dieter Linneberg.

En una nota titulada Carta Abierta al Pacificador de Las Cascadas, el economista y director ejecutivo del Centro de Gobiernos Corporativos de la Universidad de Chile, Dieter Linneberg, responde a Cesar Barros, presidente del directorio de La Polar, y su controvertida columna de La Tercera. A través del mismo medio, Dieter Linneberg,  sin pelos en la lengua rebate los argumentos esgrimidos por César Barros acerca de guardar y cuidar las formas, arremetiendo y afrontando directamente el tema de fondo (una de las mayores estafas del siglo) y la inconveniencia y desaciertos de sus comparaciones. En la nota también le recuerda que en el directorio de La Polar mantiene a Aldo Mota, un alto ejecutivo de confianza de Julio Ponce Lerou, y que lidera las (empresas) cascadas claves de SQM y que, además, fue formulado de cargos por la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS).

Aunque Linneberg no lo señala directamente, en el libro “Llegar y Llevar”, de Hugo Traslaviña, se describe como llegó César Barros a La Polar para intentar sacarla del descalabro financiero y del hundimiento de la imagen pública de la multitienda, luego de ser convocado por Leonidas Vial,  director y socio de la conocida “Corredora Larraín Vial”, que tenía una alta participación en la propiedad del retail y que fue quien lideró las gestiones para intentar salvar la compañía. Entre otras cosas, porque fue la propia Larraín Vial la que había recomendado pocos días antes invertir en instrumentos financieros de la multitienda, operación en la que perdieron millones de dólares diversos inversionistas, entre ellos Raimundo Valenzuela, a propósito de las compras de acciones de CorpBanca que investiga la SVS.

Leonidas Vial y la “Corredora Larraín Vial”, que permanece en la propiedad de La Polar, fueron sindicados por la Superintendencia de Valores y seguros (SVS) como “sociedades instrumentales” en el esquema que habría creado Ponce Lerou para realizar las numerosas transacciones de acciones de las cascadas y SQM, que le habría generado millonarias ganancias a ambos y pérdidas similares a los accionistas minoritarios.

“Los consejos de César Barros serían más atendibles si no coincidieran con el clima de amenazas que han creado los controladores de SQM; si tomaran en cuenta el reclamo de los inversionistas minoritarios como se ha tomado en otros casos el de los consumidores, y si no compartiera el directorio de La Polar con uno de los ejecutivos más cercanos a Ponce Lerou (Aldo Motta) y que por esa razón ha sido también imputado en los cargos de la SVS”, señala el director del Centro de Gobiernos Corporativos de la Universidad de Chile.

Dieter Linneberg refuta también al presidente de La Polar, César Barros, respecto del bullado caso Cascadas, señalando que Julio Ponce Lerou nunca permitió acceso a información a Moneda Asset Management y las AFP, por lo que éstos debían actuar como lo han hecho. “Lo menos que se les puede pedir a los inversionistas –y en el caso de los administradores de fondos de terceros, como las AFP, por imperio de la ley– es que protejan los intereses de sus afiliados y clientes. Cuando el agresor muestra una total intransigencia hacia los reclamos de quienes se sienten agredidos, es muy difícil que se guarden las formas. Sería como pedirles a los consumidores, accionistas y acreedores engañados por La Polar que tuviesen prudencia para cautelar sus derechos. Eso Barros lo conoce mejor que nadie”. Señala el economista del Centro de Gobiernos Corporativos, conocedor del papel que juega Barros en la atribulada multitienda La Polar.

Sobre lo expresado por Barros, en especial acerca de la transparencia del mercado, y considerando el protagonismo de una empresa que se ha levantado como el símbolo de la peor forma de hacer negocios en el país y, precisamente, en días en que se acerca el inicio del juicio contra los ejecutivos que lideraron La Polar cuando estalló el escándalo, que luego César Barros vino a intentar remediar, señala. “Resulta alarmante que el presidente de una empresa que no tiene controlador, sino sólo accionistas minoritarios, pueda siquiera esbozar la inconveniencia de que estos temas se hagan públicos, ya que perjudica nuestro mercado de capitales”, señaló Linneberg.

Sostiene, refiriéndose a la estrategia de los abogados de Julio Ponce Lerou: “lo no-formal, lo que no cuida las formas, es descalificar a esas autoridades, acusarlas de dobles intenciones y hasta querellarse en su contra con imputaciones gravísimas. Lo que no cuida las formas es invadir el mercado con amenazas, incluyendo al Presidente de la República”.

El experto en gobiernos corporativos también refresca la memoria de Barros. “César Barros parece no tener a la vista lo que escribió en julio de 2010: ‘Cualquier medida que afecte a un cartel, o a un grupo de privilegio, se va a topar con un lobby espectacular, liderado por verdaderos lobos que van a defender a muerte sus privilegios en peligro, reclutando para su épica a no pocos connotados colegas economistas, que entre buen cheque y una renuncia a las buenas políticas públicas no suelen tener conflicto alguno’.

Esta es una muy buena descripción de la conducta de una de las partes en el caso cascadas, no de todas”.

Y agrega a continuación: “El señor Barros parece desconocer que las transacciones ejecutadas por el controlador de las (empresas) cascadas pueden llegar a configurar delitos tan graves como el uso de información privilegiada, manipulación de precios, entrega de información falsa al mercado, ejecución de transacciones ficticias, lavado de activos o incluso asociación ilícita, además del fuerte deterioro patrimonial de las sociedades que tuvieron como contrapartida el enriquecimiento ilícito de Ponce Lerou”.  Linneberg concluye su columna con una frase decidora de quien conoce los laberintos y oscuros vericuetos de los negocios de SQM y su propietario Ponce Lerou, y que seguramente tiene reflexionando al director de La Polar. “La paz siempre es bienvenida. Pero la paz Ponce no es paz, sino agresión”.

El Ciudadano

 

 

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