Conflictos en Medio Oriente y Norte de África: el riesgo geopolítico

Cuando se generalizaba una visión optimista sobre la evolución de la economía mundial irrumpieron súbitamente los riesgos geopolíticos

Por Director

25/03/2011

Publicado en

Economí­a / Portada

0 0


Cuando se generalizaba una visión optimista sobre la evolución de la economía mundial irrumpieron súbitamente los riesgos geopolíticos. Las convulsiones sociales en Túnez, Egipto y luego en Libia, con expresiones hasta ahora menores en otros países del Medio Oriente y el Norte de África, golpearon a los mercados de los combustibles y a diferentes países, incluido desde luego Chile. La expresión inicial del impacto se dejó sentir en los precios, hecho que se agregó al proceso de incremento del IPC de los alimentos.

Se pensó inicialmente que las consecuencias podían ser transitorios, esperanza que se desvaneció en la medida que la situación de Libia se transformaba en una guerra civil. El mercado del petróleo hasta la fecha se ve afectado fundamentalmente por el temor a que el contagio de las conmociones sociales se expanda. La reducción de la oferta de crudo desde Libia fue inmediatamente compensada por un aumento de las exportaciones desde Arabia Saudita, el mayor productor mundial. En el país, el sistema de protección a la volatilidad en los precios de los combustibles no reaccionó en la forma propagada por el Ejecutivo frente a movimientos violentos como los que se han producido, obligando al Gobierno a proponer modificaciones a un mecanismo recién creado.

Las proyecciones para el año de los organismos internacionales que preveían casi exclusivamente riesgos en la economía mundial debido a los problemas de la eurozona y presentaban un cuadro en general optimista sobre su evolución se enredaron con los acontecimientos en el Medio Oriente y el Norte de África. El riesgo geopolítico se hizo presente. Nouriel Roubini ha recordado que tres de las cinco últimas recesiones siguieron a impactos geopolíticos en el Medio Oriente y a sus repercusiones en el precio del petróleo, incluso en el acentuamiento de la caída en la actividad económica el año 2008, cuando se duplicó la cotización del crudo en doce meses. “Ese –escribió Roubini– fue un golpe enorme para los términos de intercambio e ingreso no solo en Estados Unidos, Europa y Japón, sino también para China y otros importadores netos de crudo. Una economía global ya frágil –concluyó– se vio empujada a una recesión declarada” (24/02/11). Al igual como en el año 2008, el curso alcista del petróleo coincide con un incremento en los precios de los alimentos, lo cual en ese momento generó un escenario de estanflación.

En el escenario económico global irrumpieron los acontecimientos en el Medio Oriente y en el Norte de África, particularmente al adquirir en Libia el carácter de una guerra civil, proporcionando este país a la oferta mundial antes del conflicto 1,8 millones de barriles al día, y poseer las novenas reservas mundiales de crudo. “Hasta los acontecimientos de Libia –constató The Wall Street Journal– la inestabilidad en Medio Oriente no había afectado a ningún productor importante de petróleo, lo que limitó la reacción del mercado. Ahora –añadió- los inversionistas tienen un ojo puesto en Libia y el otro en Argelia, otro productor significativo (…)” (24/02/11). El Medio Oriente y el Norte de África producen más de la tercera parte del petróleo mundial.

Las consecuencias económicas globales son evidentes, particularmente en el nivel de precios. En un lapso más prolongado va depender de la profundidad que alcancen los conflictos existentes, de su extensión a otros países y de las respuestas políticas. “Una crisis petrolera –escribió Martín Wolf– tiene efectos económicos complejos: transfiere ingresos de consumidores a productores; reduce el gasto global (…); desplaza el gasto de otros bienes y servicios; enriquece a los países exportadores netos del petróleo y empobrece a los importadores netos de petróleo; eleva el nivel de precios; reduce los salarios reales y la rentabilidad de las industrias que usan energía (…)”(02/03/11).

Fatih Birol, economista jefe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), sostuvo que la situación de Libia empujó el precio a una “zona de peligro” (23/02/11). “El significado general de la situación –comentó Amrita Sen, de Barclays Capital– es más que barriles perdidos. La desestabilización en el mundo árabe, hogar de las mayores reservas y producción de petróleo y gas del mundo –agregó– es de extrema significación” (24/02/11).

Al completarse la segunda semana de marzo, la producción y venta de petróleo desde Libia se redujo a menos de la tercera parte. La repercusión se ha expresado tanto en el crudo Brent como en el WTI, usado como referencia en Chile, de allí los efectos producidos en el país. Por su parte, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (Iata) redujo rápidamente las estimaciones de ganancias en el sector durante 2011 en US$500 millones, dando como motivo el alza en la cotización del petróleo. Goldman Sachs y Deutsche Bank consideran que la economía global se vería afectada si la cotización del barril supera los US$120. Arjuna Mahendran, analista para Asia del banco británico HSBC, sostiene que de alcanzar el precio ese nivel podría provocar una “mini recesión” en el consumo estadounidense. La semana cerró con una cotización del crudo WTI de US$101,16 el barril, con una baja en la semana de 3,12%.

En Libia, rápidamente la producción comenzó a disminuir, algunas empresas suspendieron la extracción. Las empresas privadas responden por la tercera parte de la producción global. “En teoría –comentó The Economist antes de la ofensiva militar de Gaddafi – los rebeldes podrían vender petróleo directamente a cualquiera dispuesto a comprarlo. Ellos controlan la mayor parte de los yacimientos petrolíferos y los principales puertos de exportación del crudo. La compañía de petróleo más grande del país, la Arabian Gulf Oil Company (…) se encuentra en Bengasi, el cuartel central de los rebeldes y les ha dado su apoyo. Pero –añadió- sin una autoridad legal con reconocimiento internacional, no pueden vender petróleo” (11/03/11). El este del país, donde comenzó la sublevación, es la más rica en hidrocarburos y “se considera –señaló el investigador francés Luis Martínez– (…) excluida del aparato del Estado y del reparto de la venta petrolera” (13/03/11).

Libia es extraordinariamente dependiente del petróleo. Según cifras del Banco Mundial el crudo constituye el 95% de sus exportaciones, el 75% de los ingresos presupuestarios y más de la tercera parte del producto. El impacto de la guerra civil en su economía es gigantesco. En el lapso transcurrido desde su inicio el comercio exterior en un alto porcentaje se paralizó; empresas petrolíferas extranjeras dejaron rápidamente el país; el éxodo de los trabajadores inmigrantes fue elevadísimo. La italiana ENI cortó, por ejemplo, la entrega de gas natural desde Libia, que representa más o menos un 10% del suministro en la península itálica, cerrando el gasoducto Greenstream, que desde el comienzo de los disturbios opositores al régimen de Gaddafi habían amenazado con hacerlo. La española Repsol, la francesa Total y la alemana Wintershall adoptaron la misma decisión. El mensaje inicial de la Opep, que responde por el 45% de la producción mundial de crudo y posee un 70% de las reservas existentes, de compensar cualquier disminución de la oferta global por los acontecimientos en Libia no se produjo. Una reunión efectuada en Riad no llegó a acuerdo sobre incrementar los suministros. Sin embargo, sí lo hizo posteriormente Arabia Saudita.

En enero la Opep entregó 29.716.000 barriles diarios, de los cuales más de un 50% provinieron de cuatro países: Arabia Saudita, Irán, Irak y Emiratos Árabes. Como en otras ocasiones, Arabia Saudita actuando unilateralmente anunció que compensaría cualquier reducción en el flujo de crudo mundial, decisión que rápidamente materializó, lo cual impactó positivamente sobre el nivel de precios. El anuncio lo hizo en momentos que el suministro de la Opep estaba dos millones de barriles por encima del total de 24,8 millones establecido por la organización. “El petróleo -manifestó Jeremy Siegel, académico de la Universidad de Pensilvania– es, por lejos, el commodity más importante en el mundo. Mientras la producción de Arabia Saudita no se interrumpa, el precio del petróleo no debería subir mucho más (…) puede aumentar su producción entre tres y cuatro millones de barriles por día, la cual debiera suplir cualquier escasez y cubrir cualquier déficit de Libia y los países vecinos” (13/03/11).

Opep: Producción de petróleo enero de 2010

(Fuente: Opep. En millones de barriles diarios.)

País            Producción      País Producción  País Producción

Arabia Saudita     8,43       Kuwait       2,35    Libia 1,57

Irán                          3,66       Venezuela 2,26    Argelia 1,28

Irak                           2,71       Nigeria        2,17   Qatar 0,81

Emiratos Árabes 2,37       Angola        1,62    Total 29,72

La capacidad de producción no utilizada de la Opep es considerada un petróleo de menor calidad que el libio. “Libia –describe Andy Lipow, presidente de una consultora especializada de Houston– es un productor de crudo ligero, dulce. La capacidad ociosa entre los miembros de la Opep es de crudo pesado, alto en sulfuros” (24/02/11). Por tanto, no se trataba únicamente de reponer los millones de barriles diarios de menor producción, sino que debía reemplazarse también la calidad perdida.

El crudo de mayor calidad procedente de Libia es altamente apetecido, dado que su escaso contenido de azufre lo hace más fácil refinar para producir gasolinas y diesel. La dificultad de no disponer de su entrega presenta problemas para refinerías en varios países europeos, que no disponen de tecnologías para procesar materia prima de una calidad inferior. Ello cuando los reguladores ambientales están limitando la utilización de combustibles sulfurosos. De todas las grandes petroleras mundiales la más afectada es la italiana Eni, cuyo abastecimiento procedía en un 8% desde Libia. También tuvo un impacto significativo en Francia.

Los anuncios de garantizar la oferta en los mercados internacionales y la guerra civil libia condujeron a que los mercados internacionales del petróleo se moviesen en un momento con una alta volatilidad, frente a dos señales con efectos inversos en las expectativas; de una parte, reducción de oferta de Libia y temor que las turbulencias en el Medio Oriente creciesen y de otra los anuncios de compensarla. Arabia Saudita hizo público que cuenta con una capacidad de producción ociosa ascendente a unos cuatro millones de barriles diarios, cantidad que excede con creces el total de entrega diaria de Trípoli antes del conflicto. La Casa Blanca, a su turno, expresó estar en “capacidad de entrar en acción” de darse una interrupción global importante en el suministro (28/02/11), haciendo uso de sus reservas.

La AIE informó a fines de febrero que se abstendría de liberar sus inventarios de emergencia, dado que en esos días la guerra civil en Libia significaba que “menos de 1% del consumo global” era retirado del mercado (28/02/11). Con todo, el curso del precio desde el estallido de la guerra civil en Libia fue al alza. El informe trimestral de marzo del Banco de Pagos Internacional, que coordina el sistema bancario mundial, registró un aumento de las “presiones inflacionarias”, que en el caso del petróleo y los metales será persistente y continuará al margen de los acontecimientos políticos en el Norte de África, “ya que está impulsado por presiones de la demanda” (14/03/11).

Una volatilidad tan fuerte no se registraba desde mediados de 2009, cuando el mercado de capitales reaccionó con temor a que la crisis de la eurozona alcanzase a España. La acentuada volatilidad, conlleva un factor de inestabilidad en el mercado muy grande y afecta a los procesos productivos. En el corto plazo, sobre el mercado del petróleo, influye además el terremoto y maremoto de Japón. El país asiático es su tercer consumidor mundial. Su menor actividad repercute momentáneamente sobre la demanda. Pero, rápidamente debido al golpe en sus plantas nucleares, debería importar más petróleo, carbón y gas natural.

El suministro desde Libia no afecta únicamente la magnitud de su extracción, sino también a la posibilidad o no de embarque desde los terminales, donde también se produjeron alteraciones importantes. El temor mayor es si el conflicto se continúa propagando por el Medio Oriente, donde se encuentra un 57% de las reservas totales de petróleo mundiales y un 30% de la producción global. La atención se concentra principalmente en los grandes productores, Arabia Saudita, Irán y Argelia, donde a la fecha no ha habido acontecimientos que afecten a su producción. Los países que tenían capacidad para aumentar rápidamente la producción son, sobre todo, Arabia Saudita, Emiratos Árabes y Kuwait. Arabia Saudita lo hizo inmediatamente en un millón de barriles diarios, la misma cantidad en que se redujo la oferta desde Libia.

El impacto de Europa, particularmente en Italia, es importante. Desde hace cuatro décadas, que Gaddafi adquiere activos en Italia. En 1976 compró una participación de 9% en Fiat, para retirarse diez años después, cuando poseía un 15%, con un retorno multiplicado por siete veces. Actualmente en Italia existen igualmente inversiones de Gaddafi, quien es socio con Silvio Berlusconi en la productora y distribuidora Quinta Communications, creada en 1990 por el empresario tunecino Tarak ben Ammar. De la misma manera, Libia se convirtió en uno de los principales mercados para inversiones desde Italia. El intercambio bilateral comercial anual se aproxima a los 13.000 millones de euros. Italia es el mayor socio comercial de Libia.

El fondo soberano Autoridad Libia de Inversiones tiene colocados en el exterior unos 70.000 millones de euros. El portafolio, generado desde el año 2006, incluye presencia en varias empresas estratégicas italianas, entre ellas la petrolera ENI y en la industria aeroespacial. Además controla el 7,5% de las acciones del principal banco italiano, Unicredit, y un 2% de Finmeccanica, la octava empresa mundial en el sector de la defensa por facturación en la venta de armamentos. Además de inversiones en otros países, entre ellos en centros comerciales londinenses.

Como en otros momentos de acentuamientos de la inestabilidad en los mercados, inversionistas se refugiaron en el dólar, apreciándolo, lo cual a su vez significó la caída de la cotización de los commodities, incluido desde luego el cobre, con la excepción del petróleo y el oro, que también es considerado un activo seguro. Este es uno de los factores que condujeron durante la segunda semana de marzo a que se fortaleciese la moneda norteamericana en su relación con el peso chileno.

Igualmente se modificaron las perspectivas globales con relación a la inflación. En el segundo semestre de 2010 en varias economías desarrolladas estaba presente el peligro, como sucedía en Japón, del fantasma de la deflación. Producido el alza del petróleo –que se sumó al de agroalimentos y numerosos commodities- los principales bancos centrales del mundo en sus comunicados se pronunciaron por tener que adoptar medidas frente al aumento de los precios, a pesar de la debilidad con que se mueven sus economías. De acuerdo a las estimaciones de la AIE un incremento de diez dólares en la cotización del barril de petróleo implica en los países desarrollados un aumento en los IPC de 0,5%.

En una mirada más amplia la repercusión en la economía global dependerá de lo que acontezca en los países con más recursos de crudo, empezando por Arabia Saudita –tradicionalmente un poderoso aliado de EE.UU.- y en el curso de los acontecimientos en los países de la zona de las mayores poblaciones. “Egipto e Irán –ha señalado Jim O’Neill, que crease el término de los Bric– (…) solo ellos tienen el 20% de la población de todo Oriente Próximo y el Norte de África”. Por ello los ha incorporado al listado de países que a futuro pueden ser protagonistas de la gran historia económica, como ya sucede con China, Brasil, India, Rusia.

En Chile, el alza del crudo también incidió. Felipe Larraín expresó su confianza en que las políticas económicas del Gobierno contribuirían a “amortiguar el alza de los precios”. Ese efecto no se produjo. El Sistema de Protección de los Precios de los Combustibles (Sipco), que reemplazó al Fondo de Estabilización existente hasta la administración anterior, actúa únicamente en los casos –como explicitó el Ministro- de fluctuaciones bruscas y opera cuando se produce una modificación de más o menos 12,5% sobre un precio base calculado semana a semana. Por ello el impacto de un mecanismo vigente desde febrero fue nulo. La ley aprobada estableció que sus parámetros podían modificarse únicamente cada cuatro semanas.

Desde luego, el aumento del petróleo tiene una repercusión vasta. Rápidamente tanto Lan como la Compañía Sudamericana de Vapores (CSAV) anunciaron incrementos de sus tarifas. Lan comunicó primero un alza de 12% en los pasajes de sus rutas internacionales y luego de 25% en la mayoría de las nacionales, mientras que CSAV notificó que “el incremento será implementado de forma inmediata y variará de acuerdo a cada servicio y mercado”, dado que los acontecimientos en el Medio Oriente afectaron “directamente los costos de operación” (02/03/11). Otro tanto hicieron diferentes aerolíneas y empresas de transporte a nivel internacional.

La preocupación se expresó de inmediato en vastos sectores al interior del país. El poderoso gremio de los transportistas aumentó su presión para que se estableciesen mecanismos que mitigasen las fuertes oscilaciones de los precios. El presidente de la Federación Gremial de Dueños de Camiones del Sur (Fedesur), José Villagrán, calificó el Sipco de “un fracaso” (10/03/11). Desde luego, que incrementos en los costos del transporte tienen un poderoso efecto de segunda vuelta, se trasladan a otros precios.

El aumento del descontento llevó al Gobierno a enviar un proyecto de ley con suma urgencia para acelerar la entrada en funcionamiento del Sipco. “Diversas fuentes de gobierno –informó El Mercurio– confirmaron que el tema tomó por sorpresa a gran parte de los ministros del comité político que, incluso, 24 horas antes había defendido públicamente el actual sistema (…)” (11/03/11). El secretario de la presidencia, Cristián Larroulet, había asegurado que “no había espacio” para modificar el Sipco, ya que ello “afectaría la institucionalidad y la regla de superávit estructural”.

La decisión fue tomada personalmente por Piñera apenas regresó al país. Volvió así a expresarse el elevado personalismo que imprime a su actuar. “No se advierte –comentó en su Semana Política el diario de los Edwards– el sentido de que el jefe de Estado se involucre directamente en tal anuncio, proyectando la imagen de estar a la cabeza de la gestión de ese frente (…). Esa formula –añadió-, aplicada con leves variantes en numerosos otros casos, arriesga terminar implicando al Mandatario, por ejemplo, en los anuncia de extensiones y cambios en los recorridos del Transantiago, forjando la figura de un administrador omnipresente, plagada de costos ante los errores e imprevistos propios de toda labor ejecutiva” (13/03/11).

“¿Qué cosa ha cambiado –se preguntó el ex coordinador de asesores del ministerio de Hacienda durante la administración Bachelet, Alejandro Micco– que ha hecho que el gobierno tenga esta modificación? O los estudios no estaban bien hechos –se contestó- o (…) el Gobierno está manejándose por presiones políticas”. (11/03/11). El mecanismo recién se había aprobado hace un mes y medio, pero su texto estableció rigideces que no permitían actuar oportunamente frente a la violencia del alza. “El funcionamiento del Sipco –explicó Larraín- establece la posibilidad de cada cuatro semanas afectar los parámetros para el cálculo de la tasa central (…). Lo que estamos pidiéndole al Congreso es acelerar ese período a tres semanas” (11/03/11).

Fue una medida de “parche” para enfrentar una emergencia. El tema amerita una discusión de fondo, que debió haberse efectuado cuando se aprobó el mecanismo. ¿Era muy complicado hacer el cálculo matemático de cuánto debían subir los combustibles para que el rígido mecanismo comenzase a funcionar o lo que se deseaba era que no lo hiciese para que no tuviese un efecto fiscal?

Al mismo tiempo, el Ejecutivo dio a conocer que a partir del 10 de marzo entró en vigencia un subsidio de $14 por litro de parafina. El envío de la modificación del Sipco fue el reconocimiento explícito de que no se habían cumplido las garantías dadas por Larraín al momento de su aprobación en el Congreso. “Los consumidores chilenos pueden tener la seguridad –expresó en ese momento- que si a futuro hay alzas violentas en los precios internacionales de los combustibles, serán en parte paliados por este nuevo mecanismo” (10/03/12). Los hechos mostraron que su preocupación se expresó más en reducir los costos fiscales que en los efectos negativos del alza en la economía y en los consumidores.

Por Hugo Fazio

El Ciudadano

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Comenta 💬