En Chile está mal pelado el chancho : Regresividad en la distribución de la riqueza

El conocimiento del trabajo de académicos de la Universidad de Chile sobre la gigantesca concentración de los ingresos en el país, donde el 1% más rico incluyendo las ganancias de capital pero no las utilidades retenidas se apodera de un 30,5% de su monto total, el 0,1% del 17,6% y el 0,01% de algo más […]

Por Director

07/05/2013

Publicado en

Economí­a / Portada

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El conocimiento del trabajo de académicos de la Universidad de Chile sobre la gigantesca concentración de los ingresos en el país, donde el 1% más rico incluyendo las ganancias de capital pero no las utilidades retenidas se apodera de un 30,5% de su monto total, el 0,1% del 17,6% y el 0,01% de algo más de la décima parte permite extraer conclusiones de gran importancia.  Producir la redistribución de los ingresos exige volver a establecer que se cancelen utilidades empresariales por las ganancias devengadas y no por las retiradas, principio esencial burlado por la existencia del llamado Fondo de Utilidades Tributables (FUT), que conduce precisamente a establecer un mecanismo de elusión que permite no tributar al retenerse las ganancias.  Así como  partir de otra forma la torta, que es el ingreso total, reduciendo las abusivas participaciones de una minoría en ella.  Son principios esenciales de una reforma tributaria de verdad.  De otra parte muestra, precisamente por el grado aberrante de desigualdad, la necesidad de construir una alianza muy amplia para producir estos cambios y la imprescindible movilización de los afectados para conseguirla realmente.

 

 Un documento de trabajo preparado por los académicos de la Universidad de Chile Ramón López, Eugenio Figueroa  y Pablo Gutiérrez, titulado “La ‘parte del león’: nuevas estimaciones de la participación en los súper ricos en el ingreso de Chile”, profundiza y entrega nuevos antecedentes de la regresividad distributiva en el país, confirmando que es extraordinariamente superior a la ya grave situación revelada por las Encuestas Casen.  El documento de trabajo pone el acento en revelar la dimensión gigantesca de las participaciones del 1%, 01,% y 0,01% más ricos en el ingreso total del país, construyendo un sistema para poder establecer comparaciones que se asemeje al efectuado ya en 25 países basándose en declaraciones impositivas y no en encuestas a los hogares.

El estudio acerca la participación en la distribución mucho más a la realidad al incorporar en su cálculo a partir de las declaraciones de los contribuyentes bien sea las ganancias de capital o las utilidades no distribuidas de las empresas privadas, comparándola con estudios de países, la generalidad de ellos pertenecientes a la OCDE, que se basan en antecedentes tributarios de las declaraciones de impuestos de los contribuyentes.  Para ello, detallan los autores, “dado que en Chile una alta proporción de los activos de las empresas pertenecen al 1%, 0,1% o 0,01% más rico de la población, cuantificar las utilidades retenidas y agregarlas a los ingresos que declaran estos grupos resulta importantes para medir la real participación de este grupo en el ingreso total”.  Alternativamente utilizaron las ganancias de capital.  Así, subrayan, las mediciones “incorporan las principales fuentes de ingresos, incluyendo ingresos del trabajo y las utilidades de las empresas, sean éstas distribuidas o no distribuidas”.  Constituye un gran avance.  Falta por incorporar la retribución percibida por los propietarios de los recursos naturales, que en Chile en muchas áreas fundamentales es el Estado, al cual en el mejor de los casos se le cancelan, como acontece con explotaciones en la gran minería privada del cobre un impuesto reducido  sobre sus resultados operacionales, con el agravante que se les concedió invariabilidad durante muchos años en un claro renuncia a la soberanía nacional.

Si el cálculo se efectúa considerando para el año 2010 la participación en el ingreso tributable más las utilidades no distribuidas un 31,1% del ingreso total lo capta el 1% más rico de la población, distribuyéndose el 68,9% restante entre los demás chilenos.  De lo percibido por el mencionado 1%, la décima parte de ellos en promedio en el lapso 2005-2010 se apoderó de más de la mitad y, a su vez, el 0,01% captó más del 50% de lo obtenido por el 0,1%, lo que revela la gigantesca concentración que se produce.  Si la estimación se hace incluyendo las ganancias de capital en vez de las utilidades no distribuidas los porcentajes son algo menores.  El 1%, 0,1% y 0,01% perciben respectivamente un 30,5%, 17,6% y 10,1% del ingreso total.

La comparación con otros países que incluyen  las ganancias de capital en la participación de los sectores de más altos ingresos en el total es extraordinariamente elocuente.  ” (…)  Chile es por lejos el país donde cada uno de los tres grupos de altísimos ingresos (1%, 0,1% y 0,01%) absorbe las proporciones más altas del ingreso total.  Aún el segundo país más concentrado, EE.UU.  –agregan-, tienen índices de participación muy inferiores a Chile.  Esto es particularmente válido para el caso del 0,01% más rico, que en Chile son apenas 1.200 individuos, que (…) se apropian de más del 10% del ingreso total, más del doble de la participación del 0,01% más rico en EE.UU.”.

La relación se estableció al disponerse de antecedentes similares para  el lapso 2005-2010 de EE.UU., Canadá, Alemania, Japón, España y Suecia.  Concluyéndose que “el país es por lejos el más concentrado entre todos los países para los cuales existen datos basados en declaraciones tributarias oficiales y estimaciones de las ganancias de capital de las que se apropian los estratos más ricos”.  Estos altos porcentajes de apropiación de los ingresos por una minoría es una de las caras que tiene la regresiva estructura tributaria del país.  La otra es la situación de grandes mayorías que viven en la precariedad.  Las consecuencias se expresan en la capital del país incluso en su vida cotidiana.  Un documento elaborado por la OCDE –como escribió Leonardo Moreno, director ejecutivo de la Fundación Superación de la Pobreza- “afirmó que Santiago es la ciudad con  mayor segregación entre treinta ciudades de los países miembros.  A lo anterior –agregó Moreno-  se suma que la pobreza urbana experimenta una expansión en 20 de las 26 principales ciudades chilenas” (01/04/13).

Participaciones comparativas incluyendo las ganancias del  capital 2005-2010

(Fuente: Documentos de Trabajo del Depto. de Economía de la U. de Chile.  En porcentajes)

 

Participación en el ingreso total del país

              1% más rico             0,1% más rico         0,01% más rico
Chile

30,5

17,6

10,1

EE.UU.

21,0

10,5

5,1

Canadá

14,7

5,8

2,0

Alemania

12,1

5,0

2,3

Japón

10,9

3,5

1,3

España

10,4

3,9

1,5

Suecia

  9,1

3,4

1,4

Promedio

15,8

7,2

3,5

El 1% más rico de Chile igualmente es el que alcanza la participación sobre el ingreso total más elevado con los otros veinte países para los cuales existen antecedentes comparables en el lapso 2005-2010, sin considerar las ganancias de capital ni las utilidades no distribuidas.  El promedio del conjunto de la muestra es de 11,5%.  El país encabeza el listado con un 21.1%.  Sobre el promedio figuran también EE.UU. (17,7%), Sudáfrica (17,4%), Reino Unido (14,7%), Singapur (14,6%) y Canadá (13,2%).  En el caso del 0,1% más rico el país figura detrás de EE.UU. y en el 0,01% vuelve a ocupar el segundo lugar luego de la mayor potencia económica mundial.

El documento de trabajo, utilizando una fórmula ideada por F. Alvaredo en el año 2011, recalculó el coeficiente de Gini elaborado utilizando las cifras de las encuestas Casen, concluyendo que la regresividad distributiva del país es aún mayor incluso sin utilizar las utilidades retenidas ni las ganancias de capital, que de considerarse llevarían a cifras aún peores.  El coeficiente Gini de los países miembros de la OCDE es 0,4.  Pues bien, entre 2005 y 2010, según los datos de la Casen en Chile se redujo de 0,57 a 0,55, mientras el coeficiente de acuerdo a datos del SII, estimado en el documento comentado, fue en promedio en el lapso señalado 0,03 puntos porcentuales mayor.  El coeficiente mientras más se aproxima a uno es más desigual y en un hipotético caso se alcanzaría la perfecta igualdad.

El estudio ratifica que la regresiva distribución del ingreso es el más agudo problema económico –social del país.  Por tanto, como revertirla es un tema central, imprescindible de considerar en un año lleno de eventos electorales en que deberían estar en el debate los grandes desafíos que se enfrentan.  El deterioro distributivo se produjo en los años de dictadura, sin que se haya modificado mayormente en los años posteriores.  Constituye una gran deuda pendiente, imprescindible de  revertir que queda en evidencia con los datos declarados al SII por las personas naturales en el año 2010, sin realizar los ajustes ya señalados en el estudio.  “Esta cifra subestimada –señalan los autores- ya pondría a Chile entre los cuatro países de mayor participación del 1% de más altos ingresos entre los 21 países para los cuales existen datos comparables”.  Es decir, con los datos oficiales subestimados ya se mostraba la concentración.  Por tanto, existían antecedentes que conducían a actuar frente a la desigualdad distributiva.

En Chile y América Latina, que tiene una “enorme desigualdad en la distribución de la riqueza y los ingresos”, sus carencias distributivas tienen una implicancia en el corto plazo y a futuro.  “La preocupación proviene  -escriben en su introducción los autores- del hecho que las posibilidades de estos países de crecer en el largo plazo se ven amagadas  por las negativas consecuencias de la inequidad sobre la inversión en capital humano, la estructura productiva y la productividad de estas economías, así como las amenazas que ello supone para la estabilidad social y política futura”.  En el país el momento distributivo más progresivo se alcanzó durante el Gobierno de Salvador Allende, donde la retribución al factor productivo trabajo alcanzó su mayor participación porcentual histórica para ser revertida totalmente en los años de dictadura, experimentando una caída superior a los veinte puntos porcentuales, que equivale a haber trabajado varios años sin remuneraciones, situación no modificada en los años posteriores.  Por tanto, durante décadas, como subrayaron los economistas Gonzalo Durán y Marco Kremerman, de la Fundación Sol, “prácticamente no se ha tocado las bases que sustentan el modelo que permite la súper acumulación de unos pocos” (10/04/13).

El jefe programático de la candidatura presidencial de Michelle Bachelet, Alberto Arenas,  consultado sobre cuáles son los puntos básicos que marcarán su programa lo resumió en una frase, en la cual subrayó “están los conceptos fundamentales sobre los cuales va a girar” el trabajo: “vamos a enfrentar la desigualdad para alcanzar el desarrollo.  Cuando –agregó-  (Michelle Bachelet) señala que es necesario repensar el modelo de desarrollo y enfrentar la desigualdad, está instalando un nuevo debate en Chile, porque, de una u otra manera, los frutos del crecimiento económico deben llegar a todos los habitantes del país” (06/04/13).  Para ello es necesario, recalcó, “reformas profundas y estructurales”.  Los frutos no se los puede seguir como hasta ahora apoderando mayoritariamente el 1%, 0,1% y 0,01%.  Es una concentración del ingreso gigantesco, al cuál debe agregarse los recursos que se extraen del país.  La problemática no se puede resolver sin tocar intereses minoritarios.

Poner como tema central “enfrentar la desigualdad” es un cambio y un desafío gigantesco.  Es un tema clave que ha permanecido al margen de los desafíos gubernamentales desde los años de dictadura.  Sin duda, para llevarlo adelante se requiere otro “modelo de desarrollo”.  Salir de uno que reproduce la desigualdad redistributiva a otro que la modifica.  La distribución del ingreso es figuradamente como se reparte la torta, en palabras directas debe disminuirse la participación del 1%, 01,%, 0,01% para mejorar la del resto de los chilenos, particularmente de los quintiles que reúnen a la mayoría de la población, simultáneamente debe establecerse el pago de renta por la explotación de recursos naturales que pertenecen a todos los chilenos.  Requiere, sin duda, de “reformas profundas y estructurales”.  Si se coloca este tema en el centro cambia la discusión política dominante en el país.  Producir el viraje no será fácil, debe vencerse a fuerzas poderosas que se opondrán al cambio, empezando por el 1% y los grandes intereses extranjeros que se encuentran radicado en áreas fundamentales de la economía nacional.

Materializar estos objetivos reclama precisar las vías para lograrlo y crear conciencia y movilización ciudadana tras su consecución.  El estudio de los académicos de la Universidad de Chile lleva a la conclusión que la alianza a construir debe ser muy amplia.  La beneficiada con el modelo vigente  es una minoría, pero muy poderosa.  La reforma tributaria, por ejemplo, debe terminar con el Fondo de Utilidades Tributables (FUT), que acumula una cantidad muy amplia de utilidades no distribuidas, sin pagar impuestos.  Según un estudio de Michel Jorratt, con cifras de impuestos internos para el año 2010, el monto acumulado a ese año equivalía a US$138.257,3 millones.  De ese total la mitad se encontraba en sociedades de inversión creadas especialmente para su utilización.  Jorratt también establece que entre los años 2001 y 2010, el promedio anual de las utilidades distribuidas fue de 31,78%.  En otras palabras un 68,02% no se distribuyó.

El país debe reestablecer que las empresas cancelen impuestos sobre las utilidades obtenidas, ello detendría fuertemente la expansión del FUT.  El otro paso es desmontarlo, así como el FIP, haciendo tributar por las ganancias retenidas[1].  De igual modo debe terminarse con todos los mecanismos que permiten la elusión.  “Las grandes empresas –señaló Jorratt- contratan buenos abogados que estudian como pagar menos impuestos sin salirse del marco legal.  Eso hay que abordarlo –añadió- (…) con una norma antielusión que existe en otros países (14/04/13).

Mientras tanto, el Gobierno trata en sus seis meses finales reducir gravámenes  que beneficien proporcionalmente más a una minoría, como el impuesto de timbres y estampillas, propiciado con el pretexto de que favorecería a muchos pequeños y medianos empresarios,  lo que cuantitativamente es cierto pero que en montos lo hace con el gran empresariado que, obviamente, solicita financiamientos considerablemente mayores.  Es una política a favor ante todo de los percentiles de más altos ingresos. Ya en su ajuste tributario de 2012, con el apoyo de parlamentarios concertacionistas, se consiguió su disminución.  Claramente, así se retrocede en la distribución del ingreso.

Por Hugo Fazio

El Ciudadano

 

 

 



[1] Véase Resumen Económico II trimestre 2012.

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