Sobre el darwinismo capitalista

Cuando hablamos sobre el darwinismo solemos connotarle la apreciación de una selección natural de naturaleza evolutiva supuestamente positiva- A este respecto deseo hacer constar que con la utilización del término con el que he calificado al Capitalismo no he pretendido adjetivarlo como el resultado de un proceso selectivo.

Por Arturo Ledezma

11/09/2014

Publicado en

Economí­a / Mundo

0 0


08_07El darwinismo capitalista es tan solo el triunfo y la subsistencia del más fuerte en función de la utilización de un determinismo que, teniendo como fuente nuestra capacidad intelectiva, trasciende lo que denominamos como evolución biológica, distingue lo objetivo de lo subjetivo; es decir, a través de una capacitación que se ha desarrollado más allá de lo que consideramos como nuestra naturaleza fisiológica, ha alcanzado la potencialidad de contemplar como cosas extrañas todo aquello que se encuentre allende de lo que Darwin consideró como evolución. Lo es, porque los medios con los que el Capitalismo se reproduce y perpetua son ajenos a los requisitos que se precisan en lo que conocemos como selección natural.

El darwinismo capitalista evoluciona por depredación; utilizando a los demás de una forma consciente; lo cual conlleva que esta utilización no ha como objetivo satisfacer la inmediatez de las necesidades biológicas, sino principalmente asegurar aquéllas que supuestamente se hubieran de dar en el tiempo. Lo cual constituye una antítesis de lo que con el darwinismo se pretende describir. Y para corroborar lo que he asertado sólo tenemos que echarle un vistazo a las formas con las el Capitalismo materializa su propia evolución. Asumiendo que en el desarrollo de todo proceso productivo en el que se utilice una labor asalariada (que es lo que caracteriza a lo que hemos denominado como Capitalismo), se ha de procurar un beneficio, este rendimiento, sin dejar de ser lícito y absolutamente necesario, nos posa una situación sociológica en la que el valor de uso que el empresario paga al obrero por las mercancías y los servicios producidos, y el valor de cambio que hay que pagar por ellas en el mercado (una vez se ha incluido en las mismas lo que Marx denominó plusvalía), determinan una realidad que ha de condicionar a los que tienen como renta los mencionados valores de uso y tienen que desembolsar por lo que se ha producido, valores de cambio.

En este contexto, en el Capitalismo concurre una explotación tan lógica como consuetudinariamente aceptada; una explotación que, a pesar de que la tenemos que asumir, genera una serie de disfunciones imposibles de subsanar sin modificar las mismas raíces del modelo. Una prueba fehaciente de este desenlace la tenemos en China, donde habiéndose experimentado un enorme crecimiento económico se está produciendo una extrema desigualdad en la distribución de las riquezas. Lo cual es totalmente contradictorio con uno de los mantras que suele utilizar el Capitalismo para vendernos las excelencias del modelo en el que se desenvuelve. El de que para que una economía prospere (y, consecuentemente, se incremente la porción de la tarta que haya de correspondernos), hemos de contribuir a que el volumen y el peso de ésta permita una mayor distribución relativa de la misma. A este respecto inserto dos tablas en las que se muestra la diferencia que en España existe entre un mantra y lo que ocurre en la realidad.

08_0108_02

Es indudable que con la acumulación que se genera a través de los beneficios el Capital consigue hacer grandes cosas. No sólo se incrementa la tarta. Se consigue lubricar la economía a través de una reducción de los costos laborales. Como se demuestra en el siguiente gráfico.

08_03

Lo que ocurre es que esa acumulación marginal con la que se ha incrementado la tarta y que se ha generado a través del beneficio, prioritariamente queda en poder del Capital. Con lo cual, no solo se ha acrecentado el pastel: han aumentado las diferencias entre los poseedores y los que inevitablemente son desposeídos.

Otro de los mantras más aludidos por el Capital es el de que para obtener una mayor porción de esta agridulce pitanza es necesario elevar el nivel de productividad. Como fehacientemente nos demuestra la siguiente tabla.

08_04

Todo lo cual nos lleva a tener que pecar de recelosos, y en consecuencia a sufrir la penitencia a la que, a tenor de nuestro infundado descreimiento, somos merecedores. Lo cual no es óbice para que, debido a nuestra desmesurada perversión, sigamos persiguiendo en la basura lo que nos pueda deparar posteriores penitencias.

Tasa de paro e índice de pobreza

Cuando escuchamos a Carlos Floriano decir que la idea de que el PP está destruyendo el Estado del Bienestar es un mantra que no se sostiene, tenemos que recordarle, por si no lo sabe, para que antes de negar la realidad, se informe; y si lo sabe, para que no tenga la desvergüenza de negarla. Lo que está acaeciendo es demasiado evidente para ocultarlo indefinidamente con mentiras. Aun sabiendo que el pueblo está inmerso en un encefalograma plano. ¿No sabe que en la actualidad hay 1.728.400 hogares con todos sus miembros en paro? ¿No sabe que estamos en la Champions Leage en lo que se refiere a la Tasa de Paro y el Índice de Pobreza; como queda demostrado en la siguiente tabla?

08_05

Pero es que esto no es todo. A la población que conserva su puesto de trabajo tampoco le han ido bien las cosas. Y es que el 34% de la clase trabajadora tiene que hacer enormes esfuerzos para con sus salarios llegar a fin de mes.

Y mientras que los pobres son cada vez más pobres, los ricos son cada vez más ricos.

Distribución de la Renta en el PIB

 08_06

Fuente INE

No sólo en España. Hasta el 2008, la expansión económica permitió la ocultación de las desigualdades que se estaban generando en todas las economías del Primer Mundo. Mientras tanto, esta expansión no se vio acompañada por una distribución racional de la renta. Este transcurso demostró que en el Capitalismo una mejor evolución del proceso económico y un acrecentamiento de los beneficios nada tienen que ver con el reparto de la tarta que se haya aquistado. En este  contexto ¿qué sentido tiene el mantra de la recuperación económica? ¿Qué coherencia tiene que se nos exija el sacrificio adicional de ser más competitivos, cuando los rendimientos marginales que este esfuerzo habría de conllevar serán rapiñados por aquéllos que detentan los medios de producción?

Este modelo de economía de mercado nos viene a mostrar la incapacidad del Capitalismo para desarrollarse de una manera racional. Sólo lo sabe, lo puede y lo hace utilizando y depredando a los demás. Y si con independencia de la inagotable mano de obra que el Capital puede comandar le añadimos el uso de una tecnología que hará cada vez menos necesaria la utilización de una labor alienada ¿qué futuro a corto, medio y lago plazo tenemos los trabajadores? ¿Volver a reeditar una Historia en la que para garantizar nuestros derechos tuvimos que poner miles de muertos?

El relativo Estado del Bienestar que alcanzamos los trabajadores hasta el asalto del neoliberalismo a través de un circunstancial acuerdo con los empresarios estuvo fundamentado en la concienciación tanto por parte de éstos como por parte de las Administraciones, que para incentivar la actividad económica de las empresas era preciso elevar la capacidad adquisitiva de los trabajadores. Fue la asunción de lo que como planificación empresarial llevó a cabo Henry Ford, no sólo a través de un modelo de producción más eficiente y a más largo plazo; parcialmente lo consiguió a tenor de una política salarial que permitió que lo que se fabricaba pudiera ser adquirido por aquellos que lo produjeron.

No obstante, esta circunstancialidad dejó de serla cuando los dos nuevos bárbaros del siglo XX (inducidos por sus propios mercados), irrumpieron en las economías anglosajonas. Y no fue sólo por su privatización de empresas públicas y la “flexibilización” del mercado laboral en la búsqueda de aumentar la tasa de ganancia que se había visto reducida como consecuencia de la anterior aplicación de una política keynesiana. Apoyándose en que esta política no podía solventar las contradicciones inmanentes en un modelo de producción capitalista en el que lo ofertado no encontraba suficiente demanda, tanto la tory como el republicano “descubrieron” que la única opción para dinamizar el mercado estaba en la “desregularización” del sector financiero. Sin haber calibrado en su descomunal estupidez (quizás porque se consideraron superiores a los economistas y políticos que propiciaron el descalabro del año 29), que uno de los principales rasgos que caracterizan a la desregularización es que se crea un volumen de masa dineraria que, al no corresponderse con los bienes reales existentes, más temprano o más tarde tiene que reventar.

En este contexto las crisis más significativas que hemos sufrido desde entonces han venido estallando en la esfera más especulativa. Pero la especulación tenía una función dentro del sistema: garantizar los préstamos a los hogares y las empresas para que prosiguiera el consumo de un ahora cuyo pago estaría siendo diferido en un después. Las crisis son un mal menor. Lo fundamental es que del molino pueda seguir sacando agua. Las crisis se superan a través de sacrificios debidamente edulcorados con justificaciones. Sobre todo si éstas son asumidas con la pasividad con que las sufren aquéllos que quieren evitar tener que afrontarlas.

No voy a entrar en la desestabilización que como consecuencia de la desregulación se produce en los mercados en función de las tasas de interés necesarias para mantener una estabilidad cambiaria. Me voy a limitar a decir que la liberalización de las transacciones internacionales no sometidas a control ha hecho posible que los capitales (independientemente de que fueran lícitos o ilícitos) se desplazaran de la noche a la mañana de unos países a otros, determinando (con la ayuda de las agencias de calificación) lo que hubiera de ser de las bolsas de valores de los países sometidos a especulación. Y esto, por no sacar a colación las facilidades que han tenido éstos para evadirse a paraísos fiscales.

Con la desregulación y, consecuentemente, con la financiarización se ha conseguido procrear una descomunal acumulación de riquezas. No obstante éstas están fundamentadas en revalorizaciones exclusivamente virtuales. Se han aquistado unas acumulaciones que, al no estar representadas por bienes reales, tan solo constituyen apuntes contables. Ésta es la razón por la cual la Deuda es impagable. Al no poder aquéllas substanciarse, tampoco puede serlo ésta. Cuando las acreditaciones que concitan la existencia de las deudas  provienen de unas acumulaciones virtuales, pueden satisfacerse a través de unos acopios de igual naturaleza. Lo cual conlleva un incremento de lo inexistente. Cuando aquéllas se reembolsan con los bienes producidos a través del trabajo, sencillamente se está llevando a cabo una expoliación. Esta es otra de las razones por la cual la Deuda, en función de su naturaleza, no sólo debe ser auditada; debe ser asimismo analizada la procedencia de los factores que incidieron en su procreación.

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Comenta 💬