Vicisitudes de la oposición a las políticas de austeridad

Las consecuencias nefastas de las políticas de ajustes, caracterizadas ante todo por decisiones fiscales destinadas a reducir los saldos negativos presupuestarios, volvieron a estar muy presentes en el tercer trimestre del año dando lugar a situaciones diferentes

Por Director

10/10/2015

Publicado en

Economí­a

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Las consecuencias nefastas de las políticas de ajustes, caracterizadas ante todo por decisiones fiscales destinadas a reducir los saldos negativos presupuestarios, volvieron a estar muy presentes en el tercer trimestre del año dando lugar a situaciones diferentes. Entre ellas destaca en primer lugar la imposición a Grecia de un nuevo ajuste como condición de los acreedores para financiar un tercer rescate, sin que hasta ahora se considere la posición incluso del FMI que la deuda pública, la cual superará el 200% del PIB, es impagable. Las duras exigencias de los acreedores provocó la división de Syriza por un sector que rechazó el acuerdo, conduciendo a la pérdida de la mayoría en el parlamento para la coalición de gobierno. Alexis Tsipras renunció forzando la convocatoria a una nueva elección efectuada el 20 de septiembre que, con una masa de votantes inferior a enero, permite constituir nuevamente una mayoría entre Syriza y el Partido nacionalista Griegos Independientes que en las difíciles condiciones establecidas con los acreedores se propone la muy difícil tarea de reducir sus efectos negativos y abrir un proceso orientado a la recuperación del país. Poco antes, en las elecciones internas laboristas británicas, obtuvo un triunfo abrumador Jeremy Corbyn decidido opositor a las políticas de austeridad, que constituye un nuevo avance en Europa de los sectores opositores a ellas. Finalmente, en Brasil el esquema de austeridad encabezado por el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, ha contribuido a profundizar la recesión que golpea a la mayor economía sudamericana, ratificando que es un camino equivocado y no conduce a generar niveles de confianza que como pregonan sus defensores facilitaría la recuperación.

 

 

 

 

Los movimientos opuestos a las políticas de austeridad en Europa obtuvieron un éxito con el triunfo alcanzado en septiembre por Jeremy Corbyn para encabezar el partido laborista británico. Su victoria fue abrumadora al obtener el voto favorable de un 59,5% de los electores después que en junio las casas de apuestas pagaban en caso de producirse su victoria 200 a 1. “El Partido –constató Corbyn el día de su victoria- ha cambiado mucho estos tres meses. Ha crecido enormemente con gente que reclama un Reino Unido más justo” (13/09/15). “El establishment británico ha sido sacudido hasta la médula –dijo a su turno Len McCluskey, secretario general del sindicato Unite-, incluido el laborista. Por primera vez –añadió- se ha puesto en la agenda una alternativa real a la austeridad, a las políticas neoliberales. Es un discurso que los jóvenes nunca han escuchado” (13/09/15).

Su programa económico fue denominado por la prensa británica “Corbynomics”. Plantea poner término a la política de austeridad, estableciendo más gravámenes a los sectores de altos ingresos y otorgando medidas de protección a las personas que para subsistir reciben ayuda pública. Propone cambiar el mecanismo de relajamiento cuantitativo llevado adelante por el Banco de Inglaterra dejando de crear dinero adquiriendo bonos del Estado para hacerlos del Banco Nacional de Inversiones, una institución nueva que destinaría esos recursos a proyectos de vivienda, transporte, energías verdes o tecnologías, lo cual crearía nuevas ocupaciones. Se opone además tajantemente al Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea, que preconizan los grandes intereses económicos.

En cambio, el proyecto de terminar con la política de austeridad en Grecia experimentó una derrota. Poniendo como condición el cuarteto de acreedores constituido por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y el Mecanismo de Estabilidad (Mede), para el financiamiento del tercer rescate, un ajuste más duro que el rechazado en el referéndum. Al aprobarse Syriza experimentó una división, quedando la coalición de gobierno sin mayoría en el Congreso. Alexis Tsipras renunció forzando nuevas elecciones parlamentarias, a la cual se presentó con el propósito de producir, a pesar de las condiciones impuestas, un gobierno que reduzca los efectos del ajuste y en ese contexto defender los intereses de la mayoría de la población. El acto electoral le significó una amplia victoria obteniendo Syriza un 35,5% de los votos y un número de parlamentarios escasamente inferior al alcanzado en su triunfo de enero, aunque con un número de votantes menor, que le permitió constituir gobierno en una alianza similar a esa ocasión con los Griegos Independientes. “Juntos continuaremos –declaró Tsipras- la lucha que empezamos hace siete meses”. Se produjo, afirmó, una “victoria del pueblo” y que la recuperación no se producirá en “forma mágica” (21/09/15). La diferencia con la derechista Nueva Democracia fue de 7,5 puntos porcentuales, muy superior a la estimada en los pronósticos electorales. La formación desprendida de Syriza no logró el 3% de votos, porcentaje mínimo requerido para tener representación parlamentaria.

En agosto se había acordado el tercer rescate de Grecia luego de culminar las tratativas iniciadas a fines de julio de su gobierno con la Comisión Europea, el FMI, el BCE, y el Mede, que son sus acreedores. El Eurogrupo, constituido por los 19 ministros de Finanzas de los países que tienen el euro como su moneda, lo sancionó el día 14, quedando en duda la participación en el programa del FMI que lo resolverá a mediados de octubre, una vez que se produzca el primer examen del cuarteto de acreedores del avance en el cumplimiento de las obligaciones impuestas a Atenas.

El primero de los rescates se aprobó en mayo de 2010, cuando el producto helénico registraba una reducción de 4%. “La Unión Europea y el Banco Central Europeo –como señaló Bradford Delong, profesor de Economía de la Universidad de Columbia e investigador asociado de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de los Estados Unidos- predijeron que el primer programa de rescate reduciría el PIB griego otro 3% (…) antes de que la economía comenzara a recuperarse en 2012. Pero, en marzo de 2012 (…) el PIB iba camino de ser un 12% inferior a 2010 y se implantó un segundo programa. A fin de año había caído un 17% por debajo de 2010. Hoy –concluyó Delong, en vísperas del tercer rescate- está en 25% por debajo del nivel de 2009” (09/08/15). La causa principal del constante agravamiento de la situación residió en la política de austeridad impuesta por la Unión Europea y que obligó a profundizarla en el tercer rescate, incrementando al mismo tiempo fuertemente las pérdidas de soberanía del Estado helénico.

Es “el retorno –escribió Wolfgang Münchau en Der Spiegel- de Europa a las estructuras de poder del siglo XIX y XX, en donde el más fuerte impone su voluntad sobre el más débil” (18/17/15). La imposición se efectuó después que el pueblo griego rechazó en referéndum una propuesta de acuerdo indigno, que no consideraba el problema de una deuda que existe consenso incluso por el FMI que es impagable[1]. Era inimaginable que en las negociaciones se pudiese lograr financiamiento que no condujese a condiciones más leoninas si no se enfrentó teniendo un plan alternativo. La respuesta fue, como declaró Joseph Stiglitz, “un ultimátum: lo aceptas o sales (de la eurozona)” (23/07/15).

“Esperaba, al menos un plan (alternativo) –reflexionó Paul Krugman- para poder decir: Esto es lo que haremos si no obtenemos el rescate. Me sorprende –agregó- que pensaran que podían mejorar las condiciones sin un proyecto alternativo” (21/07/15). Posteriormente se conoció que Yanis Varoufakis en colaboración con el destacado economista norteamericano James K. Galbraith crearon un sistema bancario paralelo mientras los bancos permaneciesen cerrados “como consecuencia –explicó el exministro- de la agresividad del BCE y su negativa a darnos un respiro” (28/07/15). El plan fue conocido por Tsipras, quien le habría dado en diciembre su visto bueno, antes de que ganara Syriza las elecciones, pero finalmente en las negociaciones no lo consideró. Al trabajo efectuado se le puso fin en el mes de mayo, dio a conocer Galbraith, quien participó sin cobrar por simpatía con la “causa griega” (28/07/15).

La política seguida por el gobierno de Tsipras contenía dos aspectos fundamentales, en consonancia con demandas de amplios sectores de la ciudadanía, que terminaron siendo contradictorios: poner fin a la política de austeridad impuesta por Bruselas con todas sus repercusiones económicas y sociales, pero de otra parte la permanencia de Grecia en la eurozona. Esta contradicción se expresó claramente en las negociaciones que condujo al tercer rescate y se resolvió dando prioridad a la permanencia de Grecia en la eurozona, dejando claramente en evidencia que no existía por Atenas una alternativa diferente.

El camino que se impuso fue más austeridad, cuando ese esquema ya ha significado una contracción de la economía helénica de la misma magnitud a la experimentada por EEUU en la Gran Depresión. Varoufakis declaró a la cadena británica BBC, que el tercer rescate “no va a funcionar”, relatando que fue testigo de como “el ministro alemán de Finanzas va al Bundestag y confiesa que esto no va funcionar” (13/08/15). Para que la intensificación de la austeridad no repita los mismos resultados anteriores deberían crecer el consumo (impensable cuando al pueblo se le imponen nuevas exacciones) o la inversión (en una economía en recesión que ofrece comprar activos a precios de liquidación) o el sector externo (cuando sigue Atenas sin tener manejo de las variables cambiarias, al existir una moneda única). De allí la conclusión de Paul Krugman: “La estrategia sigue siendo la misma, recortes y más recortes, y la estrategia de la austeridad ya hemos comprobado que no ha funcionado y no va a hacerlo ahora”.

Pero no es sólo más autoridad sino que explícitamente, de acuerdo al Memorándum de Entendimiento suscrito entre las partes, se establece la consulta con los acreedores de cualquier determinación que se adopte. “No se podrán tomar acciones fiscales y de ningún tipo –señala el documento- de manera unilateral que minen la liquidez, solvencia o futura viabilidad de los bancos. Todas las medidas, sean legislativas o no que se tomen durante los tres años –agrega- (…) se deben tomar tras la consulta a la Comisión, el BCE, el FMI y el Mede”. La troika se transformó en un cuarteto, que vuelve a actuar desde el territorio griego. Las posibilidades de decisiones económicas propias de autoridades helénicas se estrecharon considerablemente.

Un hecho nuevo es que el FMI ha señalado la necesidad de efectuar una reducción de la deuda. Sin embargo, en el rescate no se lo consideró y las disposiciones del FMI y de Bruselas no permiten que estas instancias puedan hacerlo. Por tanto, lo factible de acordar en el actual contexto es prolongar el lapso para cancelarles o reducir el gravamen. Atenas ya cuenta con un período de gracia de diez años en los cuales solo cancela intereses. El Fondo considera que debe extenderse a tres décadas. Más aún, en el curso de la redacción del Memorándum de Entendimiento, habló de la necesidad de un “compromiso concreto de los socios europeos en este sentido” (24/07/15). Acordado el rescate, el FMI expresó su aprobación, insistiendo su directora general, Chistine Lagarde, en que Grecia requiere de un alivio “significativo” de la deuda para poder cancelarla (15/08/15). Además, la evaluación anual del FMI sobre la eurozona de acuerdo a su artículo IV contiene un párrafo sobre Grecia: “Aunque la reacción del mercado tras la aprobación del último paquete de reformas ha sido en general positiva –expresó-, no pueden descartarse nuevas situaciones de inestabilidad”, por lo cual reclaman “continuar reforzando los “cortafuegos” que eviten el contagio entre países” (28/07/15).

El tercer rescate al no incluir la reducción de la deuda, pasa a ser, como señaló Joseph Stiglitz en una entrevista con la agencia griega de noticias AMNA, “incoherente”. “Incluso el Fondo Monetario Internacional –manifestó el premio Nobel- prevé que este programa provocará una reducción del PIB. El FMI –añadió- pide una quita de la deuda y en el programa no está previsto esa quita. Por eso el programa –concluyó- es incoherente. Desde la introducción del euro –concluyó- hubo un crecimiento mucho menor que antes. Se suponía que traería bienestar y trajo recesión” (23/07/15).

Charles Wyplosz, profesor del Instituto Universitario de Estudios Internacionales de Ginebra, calcula que la deuda pública griega aumentará hasta sobrepasar el 200% del PIB. Una de las medidas para hacer frente a este endeudamiento, que provoca un elevado rechazo, es la creación de un Fondo de Activos Estatales, que recibiría recursos por un monto esperado de 50.000 millones de euros de bienes a privatizar y otras fuentes de ingresos durante los tres años de vigencia que se prevé tendrá. “Grecia –comentó el Instituto de Finanzas Internacionales, que reúne a los mayores bancos privados del mundo- solo ha sido capaz de lograr el 10% de ese objetivo durante los últimos cinco años”. “La unificación alemana demostró –comentó a su vez Richard Koo, economista jefe de Nomura- que las privatizaciones hechas a toda prisa suelen fracasar y recaudan mucho menos del dinero previsto” (19/07/15).

El plan de privatizaciones se puso en marcha inmediatamente. En agosto catorce aeropuertos, entre los cuales se incluyen islas turísticas, pasaron a ser operadas por el grupo alemán Fraport, empresa que entre otros gestiona el aeropuerto de Fráncfort. Se estableció un plan de inversiones ascendentes a 330 millones de euros durante cuatro años y de 1.400 millones de euros en los próximos cuarenta. El visto bueno a la entrega fue sancionada por la autoridad de privatización helénica (Taiped) y no se introdujo algunos cambios en los términos del acuerdo que había anunciado Tsipras en abril cuando paralizó el proceso de licitaciones.

Las imposiciones realizadas como condición para el rescate constituyen una nueva demostración de la política impuesta por Berlín y su concreción es condición para que se proporcione por el Mecanismo Europeo de Estabilidad los 86.000 millones de euros en tres años, que se suman a los 240.000 millones de euros otorgados en los dos rescates anteriores de 2010 y 2012. El primer tramo del nuevo rescate se cursó el 20 de agosto por 26.000 millones de euros, posibilitando así la cancelación de 3.500 millones de euros al BCE. Del total informó el Eurogrupo, 13.000 se destinaron al pago de deudas, 10.000 a un fondo que creará el Mede de garantía para la recapitalización bancaria, quedando 3.000 por asignarse. El programa será sometido a revisión cada dos meses. Los principales prestamistas son el Mede –que cuenta con fondos entregados por los Estados miembros-, la Comisión Europea, el BCE y probablemente el FMI, que se pronunciará después del primer examen a efectuarse en octubre. Los aportes por países estarán en proporción a su economía. La mayor contribución por Estados proviene de Alemania (unos 17.000 millones de euros, el 27% del total a entregar por la Comisión Europea).

Se trata de exigencias en la línea con la concepción del ordoliberalismo dominante en Alemania desde que Ludwig Erhard, después de la segunda guerra mundial, dirigió el ministerio de Economía para luego convertirse en canciller entre 1963 y 1966, y pasar posteriormente a ser incorporadas sus ideas en las estructuras de la Unión Europea. “Todo el marco de Maastricht –subrayó Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, refiriéndose al tratado base en la creación de la eurozona y en el nacimiento del euro- refleja los principios centrales del ordoliberalismo (…)”. “Las constitución monetaria del BCE –reconoce a su vez Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo –ancla firmemente en los principios del “ordoliberalismo”[2].

Wolfgang Schäuble, que durante las duras negociaciones con el gobierno griego antes de llegarse a acuerdo amenazó con renunciar si se otorgaban mayores concesiones y finalmente aprobó con reticencias los compromisos alcanzados, es un ardiente defensor del ordoliberalismo. “Para él –ha dicho el exministro de Hacienda Yanis Varoufakis-, las reglas tienen carácter divino”. Mientras se suscribía el Memorándum de Entendimiento, el ministerio de Finanzas encabezado por Schäuble marcó nuevamente su posición dura. Mientras el portavoz del canciller, Steffen Seibert, lo calificaba de positivo, al igual que el ministro de Economía, Hacienda lo caracterizaba de “insatisfactorio”, señalando en un documento enviado a Bruselas con sus observaciones que “algunas de las medidas más importantes no han sido implementadas y tampoco son especificadas”, demandando fortalecer al grupo de trabajo que se plantea crear para el fondo de privatización, recalcando que “la creación de un solo grupo de trabajo es insuficiente”(18/08/15). De otra parte, Alemania se beneficia con la reducción de las tasas de interés canceladas por la deuda de su gobierno, ya que los inversionistas han incrementado refugiarse en sus títulos financieros contribuyendo a dicho descenso. “Este ahorro –señaló el Leibniz Institute of Economic Research- es superior el costo de la crisis. Incluso si Grecia cae en default” (11/08/15).

Angela Merkel encontró una creciente resistencia interna para esta política. Aumentó la oposición dentro de las propias filas de sus partidarios. El Bundestag aprobó la propuesta de rescate con el voto en contra de sesenta de los 311 diputados de su partido, la CDU, y de su ala bávara la Unión Cristiano Social (CSU) y otros cinco se abstuvieron. Era la más grande rebelión interna desde que asumió Merkel la dirección del país. De otra parte, Wolfgang Schäuble constató públicamente que en el rescate de Grecia tuvo una posición discrepante de la canciller, para finalmente sumarse. De no ser así, afirmó The Times, “la rebelión de parlamentarios al momento de la votación” habría sido superior (26/07/15). Posteriormente al aprobarse el financiamiento, el número de diputados democratacristianos que lo rechazó se incrementó, ya que 63 lo hicieron en contra, y 17 se abstuvieron. Merkel no intervino en el debate, la defensa del voto a favor lo hizo Schäuble, insistiendo en que los ajustes por Atenas “son irrenunciables” para seguir en la eurozona (20/08/15). Producida esta aprobación el Mede dio curso al giro del programa financiero por 26.000 millones de euros.

Como era previsible el acuerdo alcanzado con Bruselas provocó el rechazo de un sector de Syriza, que se reflejó en la votación de las reformas aprobadas en el Parlamento por imposición de Bruselas, al sancionarse con el voto en contra de la quinta parte de su grupo de congresales, incluidos miembros del equipo de gobierno, que fueron reemplazados. Posteriormente, el Parlamento, nuevamente sin el respaldo de una parte de los congresales de Syriza, acordó un conjunto de 35 medidas exigidas por los acreedores para poder recibir el primer tramo de la ayuda. Tsipras pidió el apoyo a la propuesta como un acto “necesario” para el país y que debió elegir “entre seguir vivos o el suicidio”. “No lamento –dijo al votarse en el parlamento- la decisión. No estamos exultantes –agregó- pero tampoco en duelo. Tengo la conciencia limpia porque es lo mejor que pudimos lograr bajo el actual equilibrio de poderes en Europa, bajo las condiciones de asfixia económica y financiera que nos impusieron” (15/08/15). La aprobación de las 35 medidas se logró debido al voto favorable de los partidos de oposición, de la Nueva Democracia, socialista y liberal.

Logrado el financiamiento del rescate, Tsipras anunció su dimisión proponiendo efectuar elecciones en forma anticipada, que fueron convocadas para el 20 de septiembre. “Mi mandato del 25 de enero –expresó- ha vencido. Ahora el pueblo debe pronunciarse”. Pidió un apoyo “fuerte para un gobierno estable, junto con la sociedad que quiere reformas progresistas”, lo cual permita reducir los efectos de la recesión a la que empujan las medidas impuestas (21/08/15). La decisión tomada por Tsipras, luego de haberse girado un porcentaje significativo del tercer rescate, buscó que las elecciones anticipadas le proporcionase un apoyo con un respaldo parlamentario significativo.

En el mitin fiscal de su campaña llamó abiertamente a los votantes para que se le concediese una segunda oportunidad destinada a “poder continuar la lucha por un país más justo, soberano y libre del lastre del pasado. El gobierno de Syriza –aseguró- no va a ser un paréntesis en la historia de Grecia, como pretendieron muchos en oscuros despachos. No nos han vencido, ni siquiera con la asfixia crediticia y los bancos cerrados. Y se volverán a equivocar (…) Vamos a gobernar otra vez” (19/09/15). Así lo ratificaron los resultados, que le otorgaron una clara mayoría y le permiten nuevamente formar gobierno con los Griegos Independientes, en un acto electoral en que disminuyó la masa que concurría a las urnas. En el equipo de gobierno se repiten nombres de su gestión anterior. En Economía y Finanzas sigue Efklidis TsakaLotos, que participó activamente en la negociación del tercer rescate, en Defensa continuará Panos Kammenos, máximo dirigente de Griegos Independientes.

El gabinete se enfrenta en lo inmediato a dos grandes tareas. Una es como actúa en las difíciles condiciones que impusieron los acreedores para reducir sus efectos y cumplir con las obligaciones que determina la continuidad de la recepción del financiamiento. El segundo es la crisis de los refugiados, tarea que se designó para encabezarla como ministro de Inmigración, al integrante de Médicos del Mundo Yanis Muzalas. Una de las vías más utilizadas por los refugiados es cruzar el mar Egeo hacia Grecia. La OCDE estima que en Europa durante el año se recibirán más de un millón de peticiones de asilo, con la posibilidad señala que ese número aumenta. En los ocho primeros meses de 2015 cruzaron las fronteras europeas más de medio millón, en 2011 se recibieron 630.000 peticiones de asilo. “En contra de la opinión generalizada –subraya la OCDE-, los refugiados no suelen ser los más pobres de los pobres en sus países de origen y normalmente tienen un nivel de formación superior”. Y entrega un ejemplo: el número de médicos y enfermeras inmigrantes en países de la OCDE en una década creció en un 60%[3].

Finalmente durante septiembre en Brasil su ministro de Finanzas, Joaquim Levy, anunció el envío al Congreso de un nuevo plan de ajuste, reduciendo el gasto público e incrementando impuestos en US$17.000 millones, con el objetivo de alcanzar en 2016 un superávit fiscal primario de 0,7% del PIB, es decir un excedente sin considerar el pago de intereses. Sin ese programa se produciría un déficit de 0,5 del PIB. “El gobierno –expresó el senador Lindbergh Farías, del Partido de los Trabajadores- volvió a disparar contra nuestra base (de apoyo). Dilma (Rousseff) está disparando contra quienes pueden ir a calle a defender su mandato” (16/09/15). Los funcionarios públicos, a quienes se les aplazarían sus reajustes salariales de febrero a agosto anunciaron movilizaciones para oponerse a su concreción.   Estas medidas tendrán un impacto recesivo en una economía que según la OCDE en 2015 experimentará una caída en su producto de 2,8%. El anuncio del plan impulsó la devaluación del real en relación al dólar norteamericano que pasó a cotizarse sobre 4 por uno, en medio de las dudas que el Congreso lo apruebe. Es su nivel más bajo desde que se creó la moneda en 1994.

 

[1] Véase, Resumen Económico abril-junio 2015 págs. 60-64.

[2] Citas tomadas de Le Monde Diplomatique, agosto 2015, en artículo “La Biblia económica alemana”.

[3] OCDE, International Migration Outlook 2015.

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