EDITORIAL

La sequía en las inversiones y los intereses electorales

El Banco Central entregó este lunes un lúgubre informe económico. Una escena oscura que incluye precarización de los empleos, aumento de las deudas y alta morosidad. Un espacio cuyas causas pueden estar dispersas, pero apuntan básicamente a la caída de la inversión en Chile. Pero aquellos mismos que se quejan del desplome en la inversión, mantienen miles de millones de dólares en el exterior. No pocos factores especulativos y políticos están escorando la economía. No sin intereses electorales.

Por paulwalder

06/06/2017

Publicado en

Chile / Editorial / Portada

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El Informe de Política Monetaria (IPOM) elaborado por el Banco Central y presentado este lunes ante la Comisión de Hacienda del Senado ha confirmado no sólo el presente freno de la economía chilena, sino de uno de los más largos periodos de estancamiento desde la postdictadura. Porque al observar el desempeño económico de las décadas pasadas, y descartando los efectos puntuales de las variadas crisis regionales y globales -desde el tequilazo, la asiática, la rusa y la argentina- este es el periodo más largo de crecimiento mínimo o nulo.

La respuesta más posible a este malogrado proceso se llama crisis subprimes. Es el origen del estancamiento no sólo de la economía chilena, sino que ha marcado un periodo que se extiende por casi diez años sellado por una incapacidad de la economía global de volver a crecer a tasas altas. Hay factores más profundos y estructurales en el sistema capitalista que explicarían este largo ciclo.

El IPOM contiene otra información que refuerza este proceso. A las cifras de una caída en la actividad minera y frenos en la industria y la construcción, los últimos meses resienten un empleo también detenido. Un fenómeno que al observarlo con más detalle presenta un fuerte deterioro. Si bien la cifra gruesa que entrega el INE se ha mantenido en torno a un seis por ciento desde hace un par de años, ésta esconde una merma en el empleo asalariado y un salto en la creación de actividades por cuenta propia, que incluyen todo tipo de trabajo esporádico y precario. Este es el efecto económico y social más dramático del largo proceso de estancamiento que vive la economía chilena, el que ya golpea en las vidas cotidianas de las personas.

Como extensión de la pérdida de la calidad de los empleos se observa un crecimiento en los niveles de endeudamiento de los hogares. Hacia finales del 2016, la relación entre deuda sobre ingreso disponible alcanzó a un 66 por ciento, el mayor nivel en los últimos diez años.  Una tendencia que se mantiene en plena alza y que ha afectado también la morosidad, principalmente de los créditos de consumo.

Todo ello fue también ratificado y amplificado por la divulgación del IMACEC de abril, con una escasa expansión del 0,1 por ciento. Desde octubre del año pasado, con la excepción de enero pasado, la economía chilena no ha crecido sobre el uno por ciento.

Pero es sin duda la caída en los niveles de inversión el fenómeno que más ruido ha generado. La prensa del duopolio, caja de resonancia de los intereses patronales, ha destacado el desplome de la inversión como un proceso constante de los últimos cuatro años. Sin hacer una referencia directa al programa de Michelle Bachelet y sus malogradas reformas, es evidente que este fenómeno responde ciertamente a una sequía accionada desde el mismo sector privado. Una opción económica derivada de una mirada política. Es altamente probable, y aquello lo podremos comprobar en los próximos meses, que la inversión, tal como se ha visto congelada desde el 2013, comience a entibiarse junto con el despliegue de encuestas que favorezcan al candidato de Chile Vamos.

El Banco Central hizo también sus proyecciones de crecimiento del PIB. Para el año en curso estableció una expansión de la economía entre uno y 1,5 por ciento, en tanto que para el 2018, con un nuevo mandatario o mandataria instalada en La Moneda el rango de crecimiento lo aumentó entre 2,5 y 3,5 por ciento. ¿Una proyección «técnica» o influida por una nueva escena política? Ante ello, el economista de la consultora Gemines dijo: «Pareciera que el escenario más probable es uno en que gana Piñera. Habría que decir que la proyección es realista».

El lúgubre escenario es una consecuencia de una economía entregada al libre juego de las corporaciones que manejan a su antojo los flujos de capitales. Porque el capital está presente. Oculto, en inversiones opacas, o en otras latitudes. Según cifras de la Direcon, las empresas chilenas tienen invertido en el exterior más de 106 mil millones de dólares. ¿Tal vez en espera de cambios que les entreguen aún más beneficios y rentabilidades garantizadas?

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