Cuatro pensamientos de Nicanor Parra para pensar un poco

Éste es un hombre delirante

Por Marta Ubeda

02/06/2015

Publicado en

Actualidad

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Éste es un hombre delirante. Eso he sentido desde que leí sus poemas la primera vez.

Y es que cuando la locura no se ha trasmutado a la escisión definitiva, el umbral que queda a aquellos que bailan en el durante es exquisito. Eso pasa con Parra, es un definitivamente un hombre que tiene la destreza de hacer que el delirio parezca fascinante.

Entonces:

  • 1. Sobre su muerte :A Parra la vida lo ha golpeado con fuerza, incluso en sus relaciones amorosas -entre las que se cuentan tres matrimonios. No hace mucho vivió con una muchacha hermosa, mucho más joven que él. Un buen día le dijo que se iba . Y por la ventana le fue haciendo señas, mientras partía del brazo de otro. «Me han puesto el gorro hasta el mentón», dice, aunque también a él le ha tocado estar del otro lado.

 

  • 2. Sobre la Antipoesía:»Yo me preguntaba por qué cresta los poetas hablaban de una forma y escribían de otra. ¿Por qué utilizan esa jerga que se llama lenguaje poético y que no tiene nada que ver con el lenguaje de la realidad?»

    «Durante medio siglo
    La poesía fue
    El paraíso del tonto solemne.
    Hasta que vine yo
    Y me instalé con mi montaña rusa».

 

  • 3. El hombre imaginario: La mujer que inspiró su poema «El hombre imaginario» era casada. Para él -tal como lo cuenta en el libro de Leonidas Morales, Conversaciones con Nicanor Parra-, «ella era la mujer que yo soñaba, y que yo buscaba y que creía haber encontrado». Aquello ocurrió en 1978. Él tenía 64 años; ella, 32. «Cuando me pulverizó, entonces ella me dejó, me abandonó». Tiempo después, ella optó por el suicidio y Parra inmortalizaría ese idilio en uno de sus poemas más hermosos.»Y en las noches de luna imaginaria
    sueña con la mujer imaginaria
    que le brindó su amor imaginario
    vuelve a sentir ese mismo dolor
    ese mismo placer imaginario
    y vuelve a palpitar
    el corazón del hombre imaginario».

 

  • 4. A Parra la vida lo ha golpeado con fuerza, incluso en sus relaciones amorosas -entre las que se cuentan tres matrimonios. No hace mucho vivió con una muchacha hermosa, mucho más joven que él. Un buen día le dijo que se iba. Y por la ventana le fue haciendo señas, mientras partía del brazo de otro. «Me han puesto el gorro hasta el mentón», dice, aunque también a él le ha tocado estar del otro lado.

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