Cuestionan los supuestos efectos benéficos de las relaciones íntimas entre humanos y robots

Cuenta la leyenda que los robots sexuales se crearon como un remedio para la soledad y así ofrecer un sano entretenimiento. Sin embargo, una reciente investigación científica cuestiona los supuestos efectos benéficos de las relaciones íntimas entre humanos y robots y advierte de algunas consecuencias negativas.

De acuerdo con el diario británico The Guardian, uno de los robots de consumo más caros en desarrollo -una máquina llamada Harmony- es una unión de curvas de silicona  y chips de silicio, con un costo de 15.000 dólares.

Harmony tiene un software capaz de recordar los cumpleaños y citar a Shakespeare, además de estar equipado para tener relaciones íntimas con humanos. Incluso, el fabricante de muñecas sexuales Realbotix considera a Harmony como «el compañero perfecto».

En tanto, Carme Torras, profesora de investigación en el Instituto de Robótica CSIC-UPC en Cataluña, y experta en ética de la robótica social, admite que «es muy posible que un robot ofrezca relaciones sexuales más fiables, regulares y fáciles y suponga una salida para personas que no quieren complicaciones o que tienen problemas para las relaciones sociales».

El portal RT reseñó que varios estudios sobre estos robots trataron de responder cuatro interrogantes: si promueven un sexo más seguro frente a las enfermedades de transmisión sexual, si ofrecen potencial terapéutico para individuos con disfunciones sexuales, si pueden ayudar a tratar a los pedófilos y a otros delincuentes sexuales; y si producen un impacto en las normas sociales en cuanto a la objetivación del cuerpo femenino.

Aunque intentaron escarbar en lo más profundo del tema, no encontraron suficiente evidencia para responder a las interrogantes planteadas.

Por ello, no dudamos que la industria de la tecnología al servicio del placer sexual continúe expandiéndose de manera inevitable, generando un futuro de este tipo de productos a mayor alcance.