A continuación acompañamos el discurso pronunciado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva durante la sesión «Paz y Seguridad: Reforma de la Gobernanza Global» en Río de Janeiro, el 6 de julio de 2025.
Por cuarta vez, Brasil es sede de una Cumbre del BRICS.
De todas, esta ocurre en el escenario global más adverso.
La ONU cumplió 80 años el pasado 26 de junio y asistimos a un colapso sin precedentes del multilateralismo.
El surgimiento de la ONU marcó la derrota del nazi-fascismo y el nacimiento de una esperanza colectiva.
La gran mayoría de los países que hoy integran el BRICS fueron sus miembros fundadores.
Diez años después, la Conferencia de Bandung refutó la división del mundo en zonas de influencia y avanzó en la lucha por un orden internacional multipolar.
El BRICS es heredero del Movimiento de Países No Alineados.
Con el multilateralismo bajo ataque, nuestra autonomía está nuevamente en entredicho.
Avances conquistados con esfuerzo, como los regímenes de clima y comercio, están amenazados.
Tras la peor crisis sanitaria en décadas, el sistema de salud global sufre un ataque sin precedentes.
Exigencias absurdas sobre propiedad intelectual aún restringen el acceso a medicamentos.
El derecho internacional se ha convertido en letra muerta, junto con la solución pacífica de controversias.
Nos enfrentamos a un número sin precedentes de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial.
La reciente decisión de la OTAN alimenta la carrera armamentista.
Es más fácil destinar el 5% del PIB a gastos militares que asignar el 0,7% prometido para Ayuda Oficial al Desarrollo.
Esto demuestra que los recursos para implementar la Agenda 2030 existen, pero no están disponibles por falta de prioridad política.
Siempre es más fácil invertir en la guerra que en la paz.
Las reuniones del Consejo de Seguridad de la ONU repiten un guion cuyo desenlace todos conocemos: pérdida de credibilidad y parálisis.
Últimamente, ni siquiera es consultado antes del inicio de acciones bélicas.
Viejas maniobras retóricas se reciclan para justificar intervenciones ilegales.
Al igual que ocurrió en el pasado con la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, la instrumentalización de los trabajos de la Agencia Internacional de Energía Atómica pone en juego la reputación de un órgano fundamental para la paz.
El temor a una catástrofe nuclear ha vuelto a nuestro cotidiano.
Las recurrentes violaciones a la integridad territorial de los Estados, en detrimento de soluciones negociadas, socavan los esfuerzos de no proliferación de armas atómicas.
Sin respaldo en el derecho internacional, el fracaso de las acciones en Afganistán, Irak, Libia y Siria tiende a repetirse de forma aún más grave.
Sus consecuencias para la estabilidad de Oriente Medio y el Norte de África, especialmente en el Sahel, fueron desastrosas y aún se sienten hoy.
En el vacío de estas crisis no resueltas, el terrorismo encontró terreno fértil.
La ideología del odio no puede asociarse a ninguna religión o nacionalidad.
Brasil repudió los atentados en Cachemira.
Absolutamente nada justifica las acciones terroristas perpetradas por Hamás.
Pero no podemos permanecer indiferentes ante el genocidio practicado por Israel en Gaza, la matanza indiscriminada de civiles inocentes y el uso del hambre como arma de guerra.
La solución de este conflicto solo será posible con el fin de la ocupación israelí y el establecimiento de un Estado palestino soberano, dentro de las fronteras de 1967.
El gobierno brasileño denunció las violaciones a la integridad territorial de Irán, como ya lo había hecho en el caso de Ucrania.
Es urgente que las partes involucradas en la guerra en Ucrania profundicen el diálogo directo para lograr un alto al fuego y una paz duradera.
El Grupo de Amigos por la Paz, creado por China y Brasil con la participación de países del Sur Global, busca identificar posibles caminos para el fin de las hostilidades.
Graves crisis en otras partes del mundo siguen siendo ignoradas por la comunidad internacional.
En Haití tuvimos la MINUSTAH, pero la comunidad internacional abandonó el país antes de tiempo. Brasil apoya la ampliación urgente del papel de la Misión de la ONU en el país, que combine acciones de seguridad y desarrollo.
Señoras y señores,
En las ocho décadas de funcionamiento de las Naciones Unidas, no todo ha sido fracaso.
La organización fue central en el proceso de descolonización.
La prohibición del uso de armas biológicas y químicas es un ejemplo de lo que el compromiso con el multilateralismo puede lograr.
El éxito de las misiones de la ONU en Timor Oriental demuestra que es posible promover la paz y la estabilidad.
América Latina optó, desde 1968, por ser una Zona Libre de Armas Nucleares.
La Unión Africana también consolida su protagonismo en la prevención y resolución de conflictos que afligen a ese continente.
Si la gobernanza internacional no refleja la nueva realidad multipolar del siglo XXI, corresponde al BRICS contribuir a su actualización.
Su representatividad y diversidad lo convierten en una fuerza capaz de promover la paz y de prevenir y mediar conflictos.
Podemos sentar las bases de una gobernanza revitalizada.
Para superar la crisis de confianza que enfrentamos, es necesario transformar profundamente el Consejo de Seguridad.
Hacerlo más legítimo, representativo, eficaz y democrático.
Incluir nuevos miembros permanentes de Asia, África y América Latina y el Caribe.
Es más que una cuestión de justicia.
Es garantizar la propia supervivencia de la ONU.
Este es el espíritu del «Llamado a la Acción sobre la Reforma de la Gobernanza Global» lanzado por la presidencia brasileña del G20.
Retrasar este proceso hace el mundo más inestable y peligroso.
Cada día que pasamos con una estructura internacional arcaica y excluyente es un día perdido para resolver las graves crisis que asolan a la humanidad.
Muchas gracias.