Una investigación de The Guardian ha destapado que unidades de inteligencia israelíes realizan una vigilancia sistemática a las fuerzas estadounidenses y sus aliados desplegados en una base militar clave dentro de los Territorios Palestinos Ocupados.
Según fuentes consultadas por el diario británico, la magnitud del espionaje provocó una confrontación directa del alto mando militar de Estados Unidos con sus homólogos israelíes.
El foco de la disputa es el Centro de Coordinación Civil-Militar (CMCC, por sus siglas en inglés), inaugurado en octubre de 2025 en Kiryat Gat, con el mandato oficial de supervisar el alto el fuego, coordinar la ayuda humanitaria hacia la Franja de Gaza y planificar la futura administración del territorio como parte del plan de 20 puntos del presidente de EE.UU., Donald Trump.
Los soldados destinados allí tenían la misión de apoyar el aumento de los suministros esenciales a Gaza, lo que formaba parte del acuerdo.
Cabe recordar que Israel ha restringido de manera recurrente los envíos de alimentos, medicinas y otros productos humanitarios hacia Gaza como parte de su asedio, llevando a varias zonas del enclave palestino al borde de la hambruna.
Al inicio de las operaciones del CMCC, medios estadounidenses e israelíes informaron que Israel cedía autoridad sobre los envíos hacia Gaza al Ejército estadounidense.
Sin embargo, dentro de sus paredes, se desarrolló una crisis de confianza entre los aliados.
Las fuentes revelaron que personal israelí llevó a cabo «una amplia vigilancia» y «grabaciones abiertas y encubiertas de reuniones y conversaciones» que involucraban a personal militar estadounidense y a funcionarios internacionales presentes en el centro.
La situación escaló al punto que el comandante estadounidense de la base, el teniente general Patrick Frank, convocó a un homólogo de alto rango del ejército israelí para presentar una queja formal y exigir que «las grabaciones sean detenidas en el acto».
Ante las consultas, ni el Ejército de los Estados Unidos (Pentágono) ni las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ofrecieron comentarios públicos sobre el incidente específico. No obstante, en una declaración que parece minimizar los hechos, un portavoz militar israelí argumentó que «las conversaciones dentro del CMCC no están clasificadas», una postura que contrasta con la grave preocupación expresada por el mando estadounidense, reportó The Guardian.
Espionaje a base militar no es un hecho aislado
El incidente no es un hecho aislado en la compleja relación de inteligencia entre Washington y Tel Aviv. El fantasma del caso Jonathan Pollard –el analista de la Marina estadounidense que a mediados de los años 80 filtró volúmenes masivos de material clasificado a Israel– resurge como un precedente ominoso. Expertos en seguridad citados en el informe coinciden en que «la magnitud de esta violación sorprendió a los funcionarios de inteligencia estadounidenses y evidenció la disposición de Israel a llevar a cabo espionaje de manera agresiva, incluso contra su aliado más poderoso».
Esta disposición fue admitida recientemente por el expdirector del Mossad, Yossi Cohen, quien en una entrevista reveló que Israel despliega «equipos manipulados en todo el mundo para espiar y atacar objetivos», incluyendo, en ocasiones, a blancos estadounidenses.
La filtración sobre las actividades de espionaje en el CMCC no solo expone una profunda grieta en la alianza estratégica entre Israel y su aliado más poderoso en un momento de extrema sensibilidad geopolítica.

