Derechos Humanos

Estela de Carlotto para El Ciudadano: «Chile siempre nos recibe muy gratamente»

Con el cambio de gobierno en Argentina, una de las principales incertidumbres pasaba por la continuidad de las políticas relativas a los Derechos Humanos y el juzgamiento de los delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura cívico militar del país. Al respecto, la Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo afirma que los organismos de DD.HH. están "muy preocupados". Conoce la historia de Abuelas, su postura sobre la visita de Obama a la Argentina y el reencuentro con su nieto a continuación.

Historia de Abuelas de Plaza de Mayo y Estela de Carlotto

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Abuelas de Plaza de Mayo surgió en los últimos meses de 1977, con un subgrupo de  madres-abuelas de desaparecidos, que tenían entonces una edad entre los 50 y los 60 años, las cuales además de buscar a sus hijos también comenzaron a buscar a sus nietos.

Las doce fundadoras son: Mirta Acuña de Baraválle, Beatriz H. C. Aicardi de Neuhaus, María Eugenia Casinelli de García Irureta Goyena, Eva Márquez de Castillo Barrios, María Isabel Chorobik de Mariani, Delia Giovanola de Califano, Clara Jurado, Leontina Puebla de Pérez, Raquel Radio de Marizcurrena, Vilma Delinda Sesarego de Gutiérrez, Haydee Vallino de Lemos y Alicia Zubasnabar de De la Cuadra.

En 1978, en plena búsqueda de Laura Carlotto, Estela  se entera a través de una detenida liberada por la dictadura cívico militar que su hija aún estaba viva y se encontraba embarazada. Meses después, el cadáver de su hija le fue entregado y de Carlotto se unió a Abuelas de Plaza de Mayo para reclamar por la aparición de los nietos secuestrados y nacidos en cautiverio. Cabe recordar, al respecto, que la dictadura de Argentina en 1976 fue la única  que adoptó ese mecanismo de apropiación de bebés, quitándoles su verdadera identidad.

<<Lo de Laura fue una desgracia anunciada. Nosotros le dijimos a laurita que se fuera del país, teníamos todo preparado para sacarla, pero no quiso, dijo que no. Ella me dijo: «Mirá mamá, no me voy a ir, mi proyecto está acá y además nadie quiere morir, todos tenemos un proyecto de vida. Pero miles de nosotros vamos a morir, pero nuestra muerte no va a ser en vano». Ellos estaban para dar la vida y ante eso respeto>>, narra al respecto de Carlotto, quien a partir de 1989 presidirá el organismo de DD.HH. que ya pudo restituir la identidad de 119 nietos, incluído Ignacio Guido Montoya Carlotto, el nieto de Estela.

«El encuentro de mi nieto fue maravilloso, fue un premio que me dio la vida por tanta lucha. Ojalá que encontremos muchos más», expresa al respecto. A continuación, una larga charla con uno de los símbolos en la lucha y la búsqueda por la Memoria, Verdad y Justicia a nivel mundial.

Entrevista para El Ciudadano: «En Chile hay una clase media fuerte a la que le pasó por arriba la dictadura y no le interesa, y es más: aplaude a Pinochet aún ahora que está muerto»

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¿Cómo evalúa hasta el momento la política en materia de Derechos Humanos llevada por Macri?

El diálogo con él lo quisimos establecer rápidamente todos los organismos de Derechos Humanos. La respuesta fue muy fea también, porque él dijo que no tenía tiempo. Como no nos recibió, nos reunimos con Marcos Peña, el Jefe de Gabinete nacional, y llevamos un petitorio de demandas. Primero pedimos por la continuidad de todo lo que se ha hecho en materia de Memoria, Verdad y Justicia, que no se borre con el codo lo que se escribió con la mano, porque parecen que quieren cambiar todo.

¿Cuál fue la actitud del presidente en esa reunión?

Casi no habló, solamente cuando se tocó el tema de Milagro Sala dijo que no era resorte de él, sino del Gobernador de Jujuy Gerardo Morales y la justicia de esa provincia. Nos escuchó, es una persona muy fría. Además él sabe que no lo queremos y él tampoco nos quiere, es muy difícil el diálogo entre dos partes que no se aprecian. Después de los 45 minutos que duró la reunión fue notándose el cambio de él, fue más simpático, más distendido. De manera que nosotros esa audiencia colectiva la consideramos colectiva. Hemos dialogado con todos los gobiernos constitucionales desde 1983, todos nos recibieron, todos nos respetaron. Esperemos que ellos lo hagan también. Seguiremos trabajando en lo que hace casi 39 años de lucha venimos haciendo: buscando a nuestros nietos. Esto no termina con ningún gobierno que quiera que se olvide, ni que quiera que se cambie el estilo, que se hable tangencialmente.

«Macri nos escuchó, es una persona muy fría. Además él sabe que no lo queremos y él tampoco nos quiere, es muy difícil el diálogo entre dos partes que no se aprecian»

 

¿Cómo evalúa que Argentina sea uno de los muy pocos casos en lo que se pudo avanzar en los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos por las dictaduras del continente americano?

Acá en la Argentina se dieron ciertas condiciones naturales del país. Yo cuando viajo por el Mundo -por ejemplo ahora estoy yendo bastante a México por la situación actual que es terrible-les digo a los familiares que piden ayuda, que no hay una receta. Lo que pasó en Argentina fue que primero hubo una decisión del pueblo, del cual formamos parte nosotros, de no olvidar. En 1990, con Carlos Ménem hubieron leyes del olvido, de perdón, sin embargo nosotros nos aguantamos todos esos años en convivencia con los asesinos en la calle. Pero no dejamos de peticionar, de movernos. Nunca bajamos los brazos y no trabajamos solo en nuestro país. Trabajamos mucho con organismos internacionales como Amnistía Internacional, la Cruz Roja, Naciones Unidas, la OEA. Hemos hecho docencias y visibilidad de nuestra tarea. Y sobretodo en los encuentros: es un éxito haber encontrado 119 nietos. Todo eso hizo que viniera un gobierno como el de Néstor Kirchner, que vino dispuesto a poner en prácticas a sus sueños. Lo único que queríamos es que no vengan a gobernarnos quien no correspondiera, sobretodo EE.UU., que estaba muy preocupado por las alianzas como el Mercosur, la Unasur, porque se les estaba escapando los que le iban a asegurar el petróleo, el agua y la comida.

Lo único que queríamos es que no vengan a gobernarnos quien no correspondiera, sobretodo EE.UU., que estaba muy preocupado por las alianzas como el Mercosur, la Unasur, porque se les estaba escapando los que le iban a asegurar el petróleo, el agua y la comida.

En relación a eso, ¿qué les produce a los organimos de DD.HH. qué venga justo el 24 de marzo, cuando se cumplen 40 años del último golpe cívico militar?

Al principio nos indignamos, pero después la explicación del propio presidente en la reunión del 23 de febrero fue que esa fecha no fue buscada, sino que fue casualidad, porque el presidente Obama iba a ir a Cuba y de ahí a la Argentina. Coincidió, no fue preparado ni mucho menos. No creo que Obama vaya a ningún lugar, como a la ex Esma, porque no lo consideramos prudente, lo saben. Esperemos que el razonamiento lógico prime. Deben tener otras cosas para hacer. Creo que se reúnen dos mandatarios es para hablar sobre cosas serias, no para andar exhibiéndose.

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¿Tienen contacto con otros organismos de derechos humanos del continente, por ejemplo, de Chile?

En Chile, nuestra relación es con los familiares, también con algunos parlamentarios, como la hija de Salvador Allende, hemos estado incluso en su casa. Siempre nos reciben muy gratamente y toda vez que podemos vamos para intercambiar experiencias. Hemos encontrado un chico chileno (Pablo Athanasiu, nieto recuperado 109) que lamentablemente se suicidó y no tenía casi familia, un chico muy deprimido y ya había tenido intentos de suicidio. En la Vicaría de la Solidaridad fueron muy buenos, que es la iglesia. El tema de Chile es que no existe la pobreza que hay acá, quiero pensar que es que hay una clase media fuerte a la que le pasó por arriba la dictadura y no le interesa, y es más: aplaude a Pinochet aún ahora que está muerto. Eso no fue fácil para los familiares llevar adelante. De todas formas también están los centros clandestinos allí señalados, he visitado uno y a los familiares que siguen, que no son muchos. Está el museo de la memoria que el señor Brodsky lo lleva muy bien. Tenemos una Abuela de Plaza de Mayo (Buscarita) tiene familia allá, ella quizás también combina un poco. Yo voy a trabajar porque no tengo ningún familiar y aparte voy a eso. Pero es muy grato, nos llevamos muy bien con los chilenos.

No creo que Obama vaya a ningún lugar, como a la ex Esma, porque no lo consideramos prudente, lo saben. Esperemos que el razonamiento lógico prime. Deben tener otras cosas para hacer.

Para las nuevas generaciones que capaz no vivieron la época, ¿qué recuerda del momento en que se llevaron a su hija Laura y esos momentos de plena búsqueda?

Los recuerdos están muy lejanos porque hemos seguido haciendo y lo nuevo va tapando aquello. Pero no es que lo olvidemos. Era el dolor enorme de ver lo que estaba pasando en una ciudad universitaria como es La Plata. Mis hijas venían llorando porque un compañero había sido asesinado o lo habían detenido y no sabían donde estaba. Eso era frecuente y permanente. La osadía que tenían de militar a la vista y estar corriendo riesgos. Cuando Laura fue secuestrada yo salí y no sabía qué hacer ni adonde ir, nadie me daba respuestas. Me junté con algunas señoras que ya estaban trabajando el tema, que son las Abuelas, mis compañeras y aquí estamos. Me sentí acompañada. Aprendí mucho, todos aprendimos, porque nadie nació sabiendo lo que había que hacer y bueno acá estoy, mientras tenga vida, fuerzas y posibilidades, voy a seguir militando por los Derechos Humanos.

¿Cómo vivía el proceso militar en ese contexto de angustia?

Lo de Laura fue una desgracia anunciada. Nosotros le dijimos a laurita que se fuera del país, teníamos todo preparado para sacarla, pero no quiso, dijo que no. Ella me dijo: «Mirá mamá, no me voy a ir, mi proyecto está acá y además nadie quiere morir, todos tenemos un proyecto de vida. Pero miles de nosotros vamos a morir, pero nuestra muerte no va a ser en vano». Ellos estaban para dar la vida y ante eso respeto. Respeto porque ya se había casado, tenía 22 años, no cuando me dijo eso, pero desapareció con 22 años, estuvo 9 meses de cautiverio y pasó el nacimiento de su bebé ahí, en ese campo de concentración llamado La Cacha, que estaba en las cercanías de La Plata. Al bebé se lo quitaron, nunca vino. Ahí salí y aprendí todo con las Abuelas. Todas ponemos nuestro ingenio, nuestra propuesta y se avanza. Ahora, estamos más perfeccionados, ya tenemos nuestros equipos técnicos que nos ayudan, profesionales, no podríamos sino, ya quedamos pocas.

Lo de Laura fue una desgracia anunciada. Nosotros le dijimos a laurita que se fuera del país, teníamos todo preparado para sacarla, pero no quiso, dijo que no. Ella me dijo: «Mirá mamá, no me voy a ir, mi proyecto está acá y además nadie quiere morir, todos tenemos un proyecto de vida. Pero miles de nosotros vamos a morir, pero nuestra muerte no va a ser en vano». Ellos estaban para dar la vida y ante eso respeto.

¿Qué recuerdos le quedan de cuando encontró a Guido y cómo vive esa relación ahora?

El encuentro de mi nieto fue maravilloso, fue un premio que me dio la vida por tanta lucha. Ojalá que encontremos muchos más. Sobre todo por la clase de nieto que encontré. Un nieto músico, muy buena persona, muy sano, y con el que nos vemos todas las veces que podemos. Está integrado, él se lleva muy bien con sus otros primos, se twittean, se escriben, conmigo es por teléfono o a veces voy a verlo y ahora está esperando una nena, así que me va a hacer bisabuela, algo que vivo con mucha emoción porque pienso que es la nietita de mi hija Laura y su compañero, Walmir Omar Montoya, que no lo conocí, nunca lo ví, pero lo quiero mucho igual. Con mi nieto es una relación en crecimiento, nos estamos conociendo porque pasaron tantos años y no nos conocíamos. Nos llevamos muy bien, me reconoce como su abuela, vamos a la casa, nos quedamos. Es una muy buena persona.

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Fotos y colaboración especial: Giulana Sordo

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