Manuel Contreras, el ex director de la DINA que dejó un legado de horror y sangre en el país

Más de una semana se extendió el estado de extrema gravedad del agente de la DINA Manuel Contreras

Por mauriciomorales

08/08/2015

Publicado en

Chile / Justicia y DD.HH / Represión

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mamo

Más de una semana se extendió el estado de extrema gravedad del agente de la DINA Manuel Contreras. A los 86 años y después de dejar de recibir su diálisis, dejó de existir quien ostentara el título del primer director de la policía secreta de la Dictadura.

En su cargo perpetró los crímenes más horrendos del régimen liderado por Augusto Pinochet. El “Mamo” fue una pieza central en el diseño del terror y también en el círculo íntimo del dictador.

El periodista Juan Cristóbal Peña, autor del capítulo dedicado al ex director de la DINA en el libro Los malos, profundiza en las características personales y biográficas del siniestro personaje descrito por Estados Unidos como uno de los tres grandes poderes en Chile durante la Dictadura.

“La maldad de Contreras radica en el poder que tenía. Él se sentía todopoderoso porque todos, menos Augusto Pinochet, debían obedecerle. Eso hizo posible un perfil siniestro”, comentó Peña en entrevista con el programa Semáforo. A la vez, describe episodios de su niñez, como cuando presenció la muerte de su madre -“lo que de cierto modo configuró su personalidad”- lo que unido a los efectos de la temprana pérdida y al maltrato de su madrastra lo hizo vivir lo que Peña llamó la “primera guerra” del torturador, uno de los grandes rencores que lo acompañarán durante toda su vida.

Contreras también fue pieza clave en la creación e implementación de la denominada “Operación Cóndor”, la coordinación de los organismos de represión e inteligencia de las dictaduras militares del cono sur –Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay- para detener e intercambiar miembros de la oposición a los respectivos regímenes, en la década de los 70. Se constituyó así una banda clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado mediante el secuestro, asesinato y desaparición de dirigentes políticos y luchadores sociales.

Coincidentemente, este 7 de agosto, en Buenos Aires,comienzó la exposición de los fiscales designados por la justicia argentina para llevar el caso. En esta etapa final del juicio, al otro lado de la cordillera, se darán a conocer las conclusiones sobre los hechos investigados y las responsabilidades de los criminales. Manuel Contreras aparece sindicado como uno de los “creadores” de la criminal alianza. En ese rol, mantuvo una estrecha relación con la CIA hasta que se conoció su implicación en el asesinato de Orlando Letelier, cuyo juicio desembocó en la desarticulación de la DINA.

En ese preciso episodio, sucedido a fines de la década de los setenta, otro de los grandes vínculos de Manuel Contreras quedó en evidencia. La relación con Lucía Hiriart fue parte importante de la consolidación del poder del coronel, sobre todo cuando ella demuestra todo su enojo -contra su propio esposo y contra Estados Unidos- por la decisión. “Él intuye o sabe el poder de esta señora en el régimen, es un sustento de poder. Entonces construye afectos con la funcionalidad de asentar un poder que ya es desproporcionado. Además, hay una afinidad ideológica arraigada en el nacionalismo con Lucía Pinochet Hiriart, por lo que llega a esa familia por razones de interés político, ideológico y afectivo (en último término)”, describió Peña.

Los episodios de horror no terminan con la DINA. Por eso, mientras Manuel Contreras vivía sus últimos días, nuevas condenas judiciales se iban sumando al extenso prontuario. Más de quinientos años de presidio por sus acciones de violación reiterada a los Derechos Humanos sumó uno de los más poderosos nombres de la historia de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet.

Entre sus delitos se nombran algunos como el asesinato a Osvaldo Letelier, la desaparición del ex gerente general del mineral de Chuquicamata, David Silberman o ser el autor inductor del homicidio frustrado contra Bernardo Leighton y su esposa Anita Fresno. Sin embargo, cientos de otros corresponden a luchadores anónimos que solo por manifestar su oposición fueron tomados prisioneros, torturados y desaparecidos por orden del militar.

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