Microchip podría marcar el fin de experimentos con animales

Cientos de millones de animales son utilizados en pruebas de toxicidad, como recursos de aprendizaje en las facultades o como sujetos de investigación en diversos laboratorios de todo el mundo cada año. Un grupo de científicos del Instituto Fraunhofer de Dresden y de la Universidad Técnica de Berlín han desarrollado un chip que puede suponer una alternativa real a la experimentación con estos sujetos.

animal experiment

Fraunhofer-Gesellschaft, una agrupación de investigación alemana que aglutina a 66 institutos e instituciones, cuenta con miles de científicos e ingenieros altamente cualificados. La solución estudiada por éstos se basa en el desarrollo de mini-organismos dentro de un chip que permiten analizar los complejos procesos metabólicos que tienen lugar dentro del cuerpo humano. Ya han desarrollado diversos modelos, por ejemplo, un chip de múltiples órganos con el que los investigadores han podido estudiar la regeneración de ciertas células renales.

Esto supone encontrar una alternativa al hasta ahora mal necesario de tener que usar animales en las pruebas de laboratorio para probar la eficacia y seguridad de los medicamentos. Parecía difícil encontrar un sustituto a la experimentación, pues para entender el efecto de una sustancia no basta con probarla en muestras de tejido o células aisladas. La mayoría de los medicamentos funcionan sistémicamente. Es decir, “el organismo como un todo”.

Muchos avances de la ciencia han dependido de investigaciones y estudios con animales. Se calcula que en el mundo se utilizan entre 50 y 100 millones de vertebrados para realizar pruebas de diferentes productos, desde medicamentos hasta cosméticos, antes de que estos puedan llegar al mercado.

Ratones, gatos, perros y monos han sido y son los indiscutibles protagonistas involuntarios de los grandes avances científicos de las últimas décadas. Aunque muchos otros como cerdos, vacas, ovejas, reptiles y pájaros han padecido también nuestros experimentos. Inoculamos virus en animales, alteramos su material genético y matamos a las madres cuando están embarazadas para estudiar sus fetos. Los sometemos a privaciones de comida o a descargas eléctricas para comprobar su resistencia, los quemamos vivos, los obligamos a ingerir sustancias tóxicas, les provocamos parálisis, los sometemos a radiaciones, a temperaturas extremas… La lista de experimentos a los que son sometidos no tiene fin. Constantemente surgen nuevas sustancias que serán testadas en sus cuerpos con el deseo de comprobar sus efectos, certificar nuevas técnicas y demostrar ciertas hipótesis.

Sin duda tenemos mucho que agradecerles. Las investigaciones llevadas a cabo con ratones no solo han permitido el estudio del cáncer en las personas sin arriesgar vidas humanas, también han facilitado el desarrollo de tratamientos de fertilidad y de vacunas contra la gripe, la poliomielitis, la fiebre amarilla y la rabia, lo que ha reducido drásticamente el número de muertes debido a estas enfermedades. La lucha contra el SIDA, una de las epidemias más letales que ha sufrido la humanidad en las últimas décadas, es otro de los frentes en el que la ayuda de los gatos ha sido fundamental. Así como la de los perros lo ha sido en el ámbito del corazón. Gracias a los canes, los investigadores crearon la máquina cardiorrespiratoria, el aparato que permite mantener con vida al paciente mientras se realiza una operación de cirugía cardíaca.

El avance científico es una de las bases del progreso y aporta grandes beneficios, pero esto debe tener ciertos límites. Pocos justificarían que se experimentara con humanos en contra de su voluntad aunque esto supusiera grandes avances en la búsqueda de vacunas y curas. Algunos movimientos siguen ese mismo criterio con los animales, a quienes agradecen todo lo que nos han dado y por ello exigen pasos a favor de sus derechos.

Sara García Bautista

CCS

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