Alemanes toman más café que cerveza

Latinoamérica es su principal proveedor

Por Félix Eduardo Gutiérrez

03/10/2019

Publicado en

Brasil / Colombia / Latinoamérica

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Europeos son los mayores consumidores de la bebida en el mundo


El café es parte de nuestro día a día, en el hogar, en hoteles, en empresas y en la calle.  Su aroma es la mejor invitación a salir de la cama por las mañanas y a comenzar la jornada con buena energía.

Los europeos son los mayores consumidores de café en el mundo, con un 30 por ciento del mercado.

En 2017, la Unión Europea (UE) importó tres millones de toneladas de café -un 5% más que 10 años antes-, para un total de 8.800 millones de euros, según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat).

Para quienes creían que la cerveza es la bebida predilecta de los alemanes, debemos decir que están equivocados. El café ocupa el sitial de honor, por eso su país es el primer consumidor de la bebida en Europa, reseñó la agencia DW.

Alemania es uno de los grandes mercados del café latinoamericano, y su mayor puerta de entrada a Europa. Foto: DW

Cada alemán consume en promedio 149 litros de café al año, lo que equivale a tres tazas diarias. En segundo lugar está el agua. El consumo de cerveza va en descenso, pero todavía llega a los 100 litros per cápita al año.

Alemania es uno de los grandes mercados del café latinoamericano, y su mayor puerta de entrada a Europa. En 2016 ingresaron 1.100.000 toneladas del producto a este país, principalmente de Brasil, Honduras y Colombia. Fue el equivalente al 37% del total del café que llega a la UE.

Con más de 80 millones de personas dependiendo del café, los países latinoamericanos que pertenecen a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) producen más del 50 % de todo el café del mundo.

Pero cuando alemanes y europeos saborean esta bebida, no siempre tienen en cuenta que los salarios y las condiciones de vida de los caficultores están muy lejos de ser satisfactorios.

«El modelo de negocio está en una crisis muy profunda porque el precio del café está asfixiando hoy a los productores en América Latina, África y Asia. Y ese modelo de negocios es más rentable que nunca en Alemania, en toda Europa y en EE. UU. porque el café que importan las multinacionales está subsidiado por los productores, que lo están vendiendo por debajo de su precio de producción”, explicó Fernando Morales de la Cruz, fundador de la startup CafeForChange.

El mal mayor: el trabajo infantil

Pero la industria del café en América Latina no solo se ve perjudicada por los bajos salarios y por la imposibilidad de exportar café tostado, de mayor precio, por ejemplo, a Alemania, a causa de leyes que lo impiden, sino que presenta un síntoma más grave aún: el trabajo infantil.

El Departamento de Trabajo de EE. UU. cita 14 países, entre ellos, México y Guatemala, donde se usa a niños en la producción del café. «Las familias que viven del cultivo y recolección del café son muy pobres y los niños no van a la escuela, sino que recolectan café”, sostiene Morales de la Cruz.

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Para que el trabajo infantil en la industria cafetalera de América Latina desaparezca, sería necesario mejorar las ganancias de los productores. Hoy, un productor recibe en promedio menos del 1 por ciento del valor de la taza. Foto: SWI

«Esos niños están cosechando café porque son la mano de obra más barata y abundante que existe”, agregó, «y hay trabajo infantil en la industria del café en Latinoamérica debido a que el modelo de negocios de las multinacionales del café es neocolonial. Le están pagando a los productores un 75 por ciento menos que hace 36 años, y están concentrando las utilidades, el valor agregado y los impuestos en Europa”.

En el caso de Alemania, este país recauda un impuesto de 2,19 euros por kilogramo de café tostado, y de 4,78 euros por kilogramo de café soluble, lo cual se traduce en unos 1.000 millones de euros anuales.

Para que el trabajo infantil en la industria cafetalera de América Latina desaparezca, sería necesario mejorar las ganancias de los productores. Hoy, un productor recibe en promedio menos del 1 por ciento del valor de la taza, explica el activista.

Es decir, si una taza de café cuesta 1 euro, el productor latinoamericano recibe 1 céntimo, pero si cuesta 4 euros, también, y en realidad debería estar recibiendo 10 céntimos por cada taza.

«Es decir, que solo a partir de que reciba 9 céntimos más por taza, un productor latinoamericano de café podría decir que se está realizando un comercio justo con la Unión Europea”, subraya.

En Alemania hay algunos sellos que certifican al consumidor que está comprando café del comercio justo. Uno de ellos es Fairtrade, para muchos amantes del café, una garantía de que está contribuyendo a mejorar las condiciones de vida de los agricultores, es decir, que sus salarios se adecuan al costo de vida, y que la producción está a cargo de adultos, y no de niños.

Sin embargo, Fairtrade no es sinónimo de justicia en la distribución de las ganancias del café, critica Fernando Morales de la Cruz: «Fairtrade le paga a los productores menos de la mitad de lo que ganaban antes con el café”, argumentó.

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