Entrevista

Dirigente social argentino y las reformas de Macri: «No se ven tiempos promisorios para la Argentina trabajadora»

"Viene un proceso donde lo que busca el gobierno nacional establecer facilidades para el saqueo y traer capital extranjero, en su afán de abrir a "Argentina al mundo" y si eso significa renunciar a derechos", sostiene Nicolás Caropresi, representante del Movimiento de Trabajadores Excluidos.

Por Jose Robredo

22/12/2017

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Las últimas dos semanas han sido muy movidas en Argentina, a partir del paquete de reformas que el gobierno de Mauricio Macri intenta impulsar en un Parlamento que le es favorable, tras las elecciones de octubre pasado.

El proyecto de rebaja de las pensiones de jubilados y de los beneficiados de la asignación universal por hijo, remeció el escenario político trasandino y activó las protestas más importantes desde 2001, tras el corralito impuesto por el ex presidente Fernando de la Rúa. 

La impactante represión fue la respuesta de Macri ante las multitudinarias protestas realizadas en distintas ciudades del país y las jornadas de caceroleos convocados durante dos noches.

En conversación telefónica con El Ciudadano, Nicolás Caro, representante del Movimiento de Trabajadores Excluídos, sostiene que «tras las elecciones parlamentarias Macri inició un proceso de reforma constante, y con esto se busca precarizar más lo que ya había sido afectado con la devaluación, el avance de la inflación».

Respecto a la similitud del escenario vivido en 2001, Caro es claro en señalar que «la similitud se da cuando los que gobiernan no quieren poner ni un poquito en riesgo sus intereses están dispuestos a sacar todo el aparato represivo a la calle para evitar que el pueblo se exprese«.

¿Cómo se puede describir el escenario que se vive en Argentina?

La verdad es que ha sido bastante militarizada la respuesta del gobierno a la movilización social. Esto porque el gobierno nacional había llegado a un acuerdo con los gobiernos provinciales y los diputados votaron respondiendo a esto. Este proyecto le quita unos 100 mil millones de pesos argentinos (equivalente a $3.489.889.631 chilenos) a los jubilados y los beneficiados de la asignación universal por hijo. 

La represión ha sido durísima 

Si y terminadas las protestas, las fuerzas de seguridad salían prácticamente de cacería por las calles de Buenos Aires sin importar que estuvieran en la manifestación o vinieran de sus trabajos. Fue muy violento por parte del Estado y tiene que ver con una practica que lleva adelante el gobierno nacional durante que no es novedad y que se traduce en la muerte de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel. Esto es un intento de disciplinamiento a la gente para que «se quede en el molde», con un programa que tiene que ver con el ajuste para unos y liberar ganancias extraordinarias para los de arriba.

Este escenario era relativamente predecible, ¿cómo se lo ha tomado la ciudadanía que le dio una mayoría a Macri hace dos años? 

Hubo muestras de molestia instantáneas contra la represión, con caceroleos durante las noches de movilización, donde incluso los votantes macristas demostraron su descontento. Se puede decir que hubo un antes y un después luego de la aprobación de esta ley, ya que el gobierno nunca fue transparente respecto a la ley en otros casos, directamente, mintieron, ya que decía: «no le vamos a sacar plata a nadie» para luego inventar un bono para resarcir la plata que estaban robando a los jubilados y a los pibes. Esto va a cambiar un poco la opinión sobre el gobierno nacional.

Tras la reforma de pensiones, ¿qué riesgos hay de reformar el modelo laboral, el sistema de salud y educacional? 

La verdad es que todo viene en retroceso. Tras las elecciones parlamentarias, Macri inició un proceso de reforma constante, con lo que se busca precarizar más lo que ya había sido afectado con la devaluación, el avance de la inflación. Viene un proceso donde lo que busca el gobierno nacional establecer facilidades para el saqueo y traer capital extranjero, en su afán de abrir a «Argentina al mundo» y si eso significa renunciar a derechos, hambre o pobreza no vemos otro futuro que el que estuvimos a punto de vivir en 2001. Ahora hay que ver las reformas que se preparan en Educación y en salud. No se ven tiempos promisorios para la Argentina trabajadora, los que sí son buenos para el gran empresariado y las grandes corporaciones.

¿Se segrega la sociedad argentina entonces? 

Pasa que están pensando un país que tenga una frontera clara entre los excluidos y los incluidos, donde se va a ampliar el sector de los excluidos.

¿Qué puntos de similitud tiene este proceso de reformas con Macri a lo sucedido en 2001 con De la Rúa? 

Una de las diferencias es que en 2001 la situación económica era peor que la actual. Lo que pasó allí fue el estallido social ante el corralito y la quiebra del país. Hoy, la movilización no se define por lo económico sino que es más política y es por eso que el ciudadano se manifiesta en las calles y, por ejemplo, la CGT con pocas ganas convoca el paro general. La diferencia está ahí, la similitud se da cuando los que gobiernan no quieren poner ni un poquito en riesgo sus intereses están dispuestos a sacar todo el aparato represivo a la calle para evitar que el pueblo se exprese.

En términos sociales, ¿es transversal la molestia y la movilización?

Si, todos los sectores de la sociedad se han manifestado en contra de esta reforma. Incluso las encuestas indican que un 80% están en contra de la reforma previsional, del cual un 40% debe ser adherente del macrismo. Eso es un golpe en la imagen que muchos ciudadanos que no creían lo que se decía del gobierno de Macri, quien ha demostrado que está dispuesto a concretar su agenda neoliberal.

¿Este paquete de medidas de Macri es una respuesta al FMI, la OMC o el G20?

Seguramente, están siguiendo las recetas que el mundo pide a América Latina, que es ser agente disciplinado del poder económico mundial y los intereses de acumulación de los grandes capitales mundiales. Estas son medidas que están avanzando en el continente. Sin embargo, no vamos a renunciar a defender nuestros derechos.

 

 

 

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