Se abastecerán 12 estaciones de la red

Ciudad de México construirá una planta para convertir la basura en energía para el Metro

El alcalde de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, presentó un gigantesco proyecto para producir energía usando basura mediante una planta de termovalorización, que supone «un antes y un después» en materia de gestión de residuos sólidos en el país

Por Absalón Opazo

04/09/2017

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El alcalde de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, presentó un gigantesco proyecto para producir energía usando basura mediante una planta de termovalorización, que supone «un antes y un después» en materia de gestión de residuos sólidos en el país.

La planta, contó Mancera en rueda de prensa, rebasará en un 30 % la capacidad de la que está en Los Ángeles (California, Estados Unidos) y permitirá abarcar la gestión de hasta 13.000 toneladas de basura diaria, produciendo electricidad para las doce estaciones del Metro a partir de la quema de 4.500 de las 13.000 toneladas diarias que genera la urbe

Las plantas de gestión de residuos en Ciudad de México «operan con la última tecnología que se tiene para este tipo de tratamientos», aseguró el alcalde, quien calificó esta como especial ya que «es la que tiene la tecnología más avanzada». «Es el cambio más importante de toda la administración en materia de gestión de residuos sólidos. Es un antes y un después», anunció Mancera.

La termovalorización consiste en descomponer los residuos orgánicos a través del calor y, con el vapor producido, generar energía eléctrica. Los desechos restantes de la incineración se pueden emplear en la industria de la construcción. Según la empresa Veolia, que gestiona 63 plantas de este tipo en todo el mundo, la termovalorización reduce los gases de efecto invernadero (GEI), controla las emisiones de dioxinas y furanos y es reconocido en Europa por su eficiencia energética.

Sin embargo, en enero pasado la Unión Europea advirtió que «la eliminación, ya sea en vertederos o mediante incineración con escasa o nula recuperación de energía, es habitualmente la opción menos favorable para reducir las emisiones de GEI». En ese sentido, la presentación del proyecto contrasta con la firma del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes en 2004, en el cual los países firmantes se comprometen a «poner fin a la incineración de desechos a cielo abierto y otras formas controladas de incineración», incluida la de vertederos.

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