Agustín Edwards: Una biografía desclasificada del dueño de El Mercurio

«Agustín Edwards Eastman” se titula el libro de Víctor Herrero (Penguin Random House – noviembre 2014 ) que permite conocer detalles inéditos sobre aspectos relevantes de la historia chilena, sobre todo los relacionados con una de las familias que, directa o indirectamente, ha detentado el poder en Chile y que han influido en la toma […]

Por mauriciomorales

13/03/2015

Publicado en

Chile / Literatura / Medios

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«Agustín Edwards Eastman” se titula el libro de Víctor Herrero (Penguin Random House – noviembre 2014 ) que permite conocer detalles inéditos sobre aspectos relevantes de la historia chilena, sobre todo los relacionados con una de las familias que, directa o indirectamente, ha detentado el poder en Chile y que han influido en la toma de las decisiones más importante durante décadas y hasta nuestros días.

Pero pareciera que hablar o escribir sobre Agustín Edwards o sobre la historia de su familia y sus actividades pasadas o actuales, no tiene ninguna importancia. Se acostumbraron a estar en la cúspide de la política y los negocios y así lo han hecho por casi un siglo, sin inmutarse o descalificando cualquier crítica. Son intocables, aliándose con quien sea o vendiéndose a quien sea. Es como presenciar una marcha inexorable a través del tiempo en que la falta de escrúpulos no pareciera tener ninguna importancia.
Por eso la validez de este libro/documento que impide que se siga escuchando una frase tan usada por determinados sectores: “YO NO SABIA”.

Las platas de la U. Federico Santa María

Hoy ese imperio familiar sigue a cargo de uno de los personajes más siniestros, de la historia contemporánea chilena y que, como pocos, le ha hecho mucho daño a este país.
Si miramos solamente a la historia más reciente de Chile, se puede apreciar como este prohombre mecenas de la Democracia Cristiana en los años sesenta y muy cercano al ex Presidente Eduardo Frei, desvalijó la Fundación Federico Santa María para financiar sus empresas. Fue brutal en ese tiempo descubrir que todo quien lo criticara, como los estudiantes que exigían claridad en el manejo de la universidad del mismo nombre, desde las páginas de El Mercurio eran señalados como infiltrados comunistas: “los movimientos estudiantiles de 1967 formaban parte de un plan de infiltracion comunista”, decía el diario.

Fue en ese entonces que los estudiantes de la Universidad Católica de Santiago desplegaron en la Alameda un cartel que hasta hoy persigue al diario y a su dueño. Este decía: “Chileno: El Mercurio miente”.

Como anécdota podría agregarse, que es tal la sensación de poder e impunidad de A. Edwards, que como ha contado un colaborador suyo, cuando llega al país, nunca se molesta en pasar en persona por Policía Internacional, sino que son sus empleados quienes realizan ese trámite.

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El conspirador

Durante la década del sesenta, Edwards vivía obsesionado con el avance del comunismo y de la izquierda en América Latina, y en sus innumerables viajes compartía esa inquietud con sus amigos norteamericanos, los directivos de la ITT y Anaconda, y con su amigo y protector David Rockefeller.

Antes de la elección de 1970, El Mercurio llevó adelante una campaña del terror, de características casi demenciales, como hablar del robo de niños para llevarlos a Cuba o de los tanques soviéticos paseándose por las calles de Santiago. Publicaciones apócrifas, aparición de institutos de opinión fantasmas, encuestas de organismos inexistentes, todo fue valido en aquel momento y todo fue apoyado por y desde El Mercurio.

El financiamiento de tal aparataje de propaganda fue posible gracias a los fondos que le entrego la Agencia Central de Inteligencia (CIA) norteamericana, lo que ha quedado demostrado oficialmente al desclasificar documentos del Gobierno estadounidense relativos a aquella época. Millones de dólares ingresaron a Chile y a El Mercurio. Primero para evitar la victoria de Salvador Allende, luego para impedir su ratificación por el Congreso Nacional y luego para hostigar al gobierno en todo ese periodo.

Edwards huyo del país rumbo a Estados Unidos donde fue recibido por sus amigos de siempre y fue ubicado en un alto cargo de Pepsi Cola. Desde allí siguió dirigiendo sus empresas y sus diarios, pero mostrando una faceta que un día desenmascaró Carlos Altamirano quien fuera Secretario General del Partido Socialista y que lo conocía muy bien: “Agustín es un homosexual cobarde que se esconde en su actitud lejana y una imagen de profunda religiosidad”.

El Golpe de Estado de 1973, era la oportunidad que el destino parecía brindarle a Edwards, y se entregó con todo a apoyar un gobierno autoritario, enemigo del comunismo y defensor de la libre empresa.
Periodismo mafioso

Las ayudas desde el gobierno militar no se hicieron esperar y recibió cuantiosos fondos desde el Banco Estado y a cambio de eso, su diario se preocupaba de entregarle todo su apoyo a través sus artículos y fundamentalmente a través de sus editoriales.

Por señalar algunos, baste recordar lo publicado para el plebiscito de 1980: “El peligro comunista sigue existiendo….ya que es un mal profundo que no se cura en pocos años. El régimen de las Fuerzas Armadas y de Orden está llevando adelante un programa de modernización y de liberación real del ciudadano que debiera hacer mas difícil la regresión del país hacia el colectivismo totalitario de cualquier signo”.

De situaciones como esta se pueden señalar cientos o miles durante los años de dictadura, pero hubo situaciones más aberrantes aún, protagonizadas por los empleados y con las órdenes de quien hoy se abraza con los políticos de la Concertación.
En julio de 1975, poco después de que Edwards regresara al país, se dio a conocer una noticia que acaparo todas las portadas. Por informaciones recogidas de una revista y un diario regionales -Lea, de Argentina, y Novo O,Dia de Brasil-, El Mercurio, Las Ultimas Noticias, La Segunda y La Tercera, informaron acerca del hallazgo en Argentina de 119 cuerpos de chilenos, militantes principalmente del MIR. Estos, habían muerto, supuestamente, en enfrentamientos entre ellos.

Pero se trataba de una operación montada por la DINA de Pinochet, como una manera de silenciar las sospechas sobre personas que, una vez detenidas por las fuerzas de seguridad chilenas, desaparecían sin dejar rastro. De hecho, ambas publicaciones extranjeras no existían y la gran mayoría de los 119 hombres y mujeres habían sido vistos con vida en centros de detención ilegales en Chile. La maniobra de inteligencia fue después conocida como “Operación Colombo”.

“Exterminados como ratones” titulo La Segunda, y El Mercurio le dedico a este episodio un editorial en el que se cuadraba con la versión oficial de Pinochet que afirmaba que los “detenidos desaparecidos no existían”.

La vergonzosa editorial del decano dijo:”Los políticos y periodistas extranjeros que tantas veces se preguntaron por la suerte de estos miembros del MIRy culparon al gobierno chileno de la desaparición de muchos de ellos, tiene ahora la explicación que rehusaron aceptar. Víctimas de sus propios métodos, exterminados por sus propios camaradas, cada uno de ellos, señala con trágica elocuencia que  los violentos acaban por caer víctimas del terror ciego e implacable que provocan, y que, puestos en ese camino, ya nada ni nadie puede detenerlos”.

Al responsable de esos horrores es a quien hoy abrazan personajes como Sergio Bitar en las reuniones de esa mal llamada “Paz Ciudadana”.

Dinero estatal para El Mercurio

Sin embargo Edwards no podía dejar de realizar su última maniobra financiera antes del fin de la dictadura. Con la complicidad de Álvaro Bardón, Presidente del Banco del Estado, traspasaron la deuda de El Mercurio absolutamente desvalorizada a bancos privados generando una perdida para el Estado de varias decenas de millones de dólares. Esta operación que terminó de realizarse el 9 de marzo de 1990 a pocas horas de asumir Patricio Aylwin la presidencia, tuvo como corolario el contrato de adquisición de propaganda del Banco con el diario por varios millones de dólares y por un plazo de diez años.

Tiempo después y por una querella interpuesta por el Banco del Estado, la justicia proceso a Bardón y otros 5 ejecutivos por el delito de “fraude al fisco”, lo que fue rápidamente desechado por la Corte Suprema, sin que ningún gobierno de la Concertación posterior se preocupara de llegar a la verdad y castigar a los culpables. Ninguno de estos juicios ni siquiera rozo a Agustín Edwards.

Otros datos

1992. Se crea en Chile la Fundación Paz Ciudadana, presidida por A. Edwards y que tiene como vicepresidente al inefable ex ministro Sergio Bitar. Teniendo como ejes centrales una gran preocupación por el bienestar y la seguridad de los ciudadanos, se dan cita allí, bajo la Presidencia y líneas de orientación entregadas por Agustin Edwards en persona, un abanico de personajes de todas las ideologías, colores e historias.

Allí se encuentran:
– Sergio Bitar, ex ministro de varios gobiernos
– Soledad Alvear, ex ministra y ex senadora
– Edmundo Pérez Yoma, ex ministro
– Eugenio Tironi, consultor
– Rene Cortazar, ex ministro, ex Presidente de Canal 13 y asesor de A. Edwards
– Jose Joaquin Brunner, ex ministro
– Pilar Armanet, ex embajadora
– Enrique Correa, lobbysta
– Oscar Guillermo Garreton, lobbysta y ex presidente de Metro
– Mónica Jiménez de la Jara, actual embajadora en el Vaticano
– Maximo Pacheco, actual Ministro de Mineria
– Julio Ponce Lerou, ex yerno de Pinochet e investigado actualmente por fraude
– Enrique Montero Marx, ex Ministro del Interior de Pinochet y funcionario de El Mercurio
– Carlos Cáceres, ex Ministro del interior de Pinochet
– Juan Bilbao, acusado por el gobierno de EEUU por operaciones bursátiles ilegales
– Carlos Bombal, ex senador Udi y ejecutivo del Grupo Penta
– Nicolas Ibañez, ex dueño de supermercados Lider y procesado por violencia intrafamiliar.

A esto se ha llegado, como que el mundo del protocolo, las sonrisas y los abrazos, más la espera de un artículo favorable a distintas aspiraciones personales en la cadena El Mercurio sirviera para lavar la imagen de un siniestro personaje que tanto daño ha hecho a Chile y a muchos chilenos.

Los intereses son poderosos pero es posible vencerlos.

Fuente: Radio del Mar

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