Plaza de la democracia

Froylán López Narváez, Méndez Arceo y la BUAP

Por la intermediación del recién finado profesor y excelente columnista, el 17 de julio de 1970, se hizo posible en la BUAP la presencia del arzobispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo

Por Alfonso Yáñez Delgado

08/11/2021

Publicado en

Columnas / México / Puebla

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Por Alfonso Yáñez Delgado

Froylán, como lo conocían sus alumnos y amigos, fue, además de difusor de la música afroantillana, excelente columnista en varios diarios y revistas, conversador de derechos humanos, reconocido profesor universitario, crítico de las malas acciones del poder, y amigo, sin ningún interés económico, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), con la que se solidarizó en su defensa y en la difusión de sus singulares propósitos.

Gracias a la intermediación de Froylán, el 17 de julio de 1970 se hizo posible en la BUAP la presencia del arzobispo de Cuernavaca, Sergio Méndez Arceo, quien había sido invitado por alumnos de la preparatoria popular Emiliano Zapata, para escuchar sus puntos de vista sobre la iglesia y el estado. La dirección de la preparatoria y un grupo importante de profesores y estudiantes había recurrido a la solidaridad de diversas personalidades del país para que contribuyesen a reducir el clima de adversidad contra la Universidad financiada por grupos conservadores, dentro y fuera del gobierno estatal.

Sobre el párrafo anterior, vale recordar que el gobernador Rafael Moreno Valle, había dejado el gobierno en manos de su jefe de ayudantes, el capitán Manuel Olguín de la Llave, que protegía a pandilleros universitarios unos, otros no, y personajes de la llamada iniciativa privada que deseaban manejar la institución educativa para tomarla como ariete contra el gobierno federal de Luis Echeverría.

Desde luego el discurso de Méndez Arceo en la Plaza de la Democracia fue recibido con aplausos de más de 2 mil convocados que escucharon con atención los mensajes siguientes: “el marxismo y el cristianismo caminan juntos en busca de la realización del hombre, para encontrar la Tierra Nueva y el Cielo Nuevo. Yo me siento vinculado estrechamente con mis hermanos marxistas, y en mi juventud me movió más un personaje comunista de una novela, La Noche Quedó Atrás, que San Luis Gonzaga”.

Como era de esperarse, El Sol de Puebla que dirigía Salvador Borrego, autor de varios libros anticomunistas, entre ellos Derrota Mundial como más de 100 ediciones, el 21 de julio de 1970, publicaba a ocho columnas: “Mons. Méndez Arceo provocó tormenta”. El encabezado reflejaba el sentir de la intolerante derecha, así la Unión de Católicos Anticomunistas Mexicanos (UDECAM), a través de su presidente Anacleto González Flores, expresó: “es de agradecer a Méndez Arceo que cada día hable más claro. Ahora se ha definido como líder de la Revolución Mundial”.

Meses después, en noviembre de 1972, con un nuevo gobierno con el viejo político Gonzalo Bautistas O’Farril a la cabeza, la rectoría de la BUAP solicitó apoyo de Froylán López Narváez para pedir al arzobispo de Cuernavaca Sergio Méndez Arceo su mediación para explicar al arzobispo de Puebla, Octaviano Márquez y Toriz, que en ningún momento ningún miembro de la comunidad universitaria había expresado que era el responsable de la muerte del profesor Joel Arriaga Navarro, asesinado el 20 de julio de ese año.

¿Cómo se inició la imputación? A las conferencias de prensa que presidía el rector Sergio Flores Suárez, entraban “tirios y troyanos”, y a una pregunta del enviado de Excélsior sobre el posible responsable del asesinato de Arriaga, un joven que nunca se supo su origen y paradero respondió: “pregúntenle al arzobispo (Octaviano Márquez y Toriz) él sabe”.

Desde luego que el provocador señalamiento causó indignación en las organizaciones confesionales y sobre todo en la Federación de Barrios y Colonias que presidía José Trinidad Espejel, quien anunció que tomarían a “sangre y fuego el Edificio Carolino, pues se ofendió a nuestro pastor”. La situación era muy delicada, el rector Flores Suárez designó al jefe de prensa universitaria para ir a la ciudad de México y entrevistarse López Narváez y con el obispo de Cuernavaca. La perentoriedad obligó a exponer el problema a Méndez Arceo por teléfono desde el domicilio de Froylán; como a las dos horas se tuvo la respuesta: Octaviano recibiría, al día siguiente, a la persona indicada para ofrecer explicación de lo sucedido, cumplido el propósito, el 23 de noviembre de 1972, Trinidad Espejel anunció que la manifestación organizada, de la cual partirían los manifestantes para “tomar a sangre y fuego la Universidad, no se efectuaría.

Así nuestro amigo Froylán López Narváez, fallecido el sábado 6 del presente abonaría otra noble acción que se hace imperativo reconocer, como en su tiempo se reconoció el trabajo de Sergio Méndez Arceo. Ambos vivirán en el recuerdo de hombres y mujeres de buena fe y nobles propósitos.

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