Marlén Castro reivindica el periodismo entre la violenta transición de Guerrero

Desde un entorno de pobreza, una joven buscó y logró rescatar la valía del oficio periodístico, incluso ahora, en un estado "tomado" por la violencia

La sección Vidas Excepcionales resurge en El Ciudadano México después de una pausa necesaria y circunstancial, ahora, cada fin de mes presentará una nueva historia que invitará a cada lector a inspirarse para seguir su vida, entre el aprendizaje y la reflexión.

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Hasta diciembre del 2023, Guerrero se posicionó como el tercer estado más violento en México, sólo detrás de Zacatecas y Guanajuato, de acuerdo con los datos de la organización ciudadana Causa en Común.

«Desde nuestro trabajo vimos cómo nuestra ciudad se convirtió de pueblerina, segura para caminar a cualquier hora de la noche, a una en la que ya sabes que no debes poner pie, si quieres preservar la vida», compartió Marlén Castro, periodista, profesora, maestra, doctora, madre, y guerrerense, con 53 años de edad.

Desde niña, nuestra entrevistada reconoció su gusto y potencial en las letras, el deseo por escribir la acompañó y tuvo cauce en el periodismo, el cual comenzó a la par que estudiaba el nivel preparatoria, que costeaba con el dinero que recibía por hacer la limpieza en casas de vecinos o conocidos.

Relató que creció en un entorno de pobreza con una familia muy tradicional, en un estado que parece «perpetuarse» en los índices de pobreza en México, que hasta los últimos registros del 2023 posicionaron a Guerrero en el segundo lugar con más población pobre, en primer lugar está Chiapas y en tercero Oaxaca.

Terminó su educación media superior y continuó su instrucción profesional en Chilpancingo, en la Universidad Autónoma de Guerrero, Facultad de Ciencias de Comunicación (Facom), y durante el primer año siguió con los servicios de aseo, como la única fuente de ingresos, pero reflexionó, «despertó», y decidió buscar empleo en los medios de comunicación porque esa era su meta.

Empezó su travesía periodística en periódicos «chiquitos», hasta que llegó al Sol de Chilpancingo, «el mejor medio local del momento», en donde estuvo haciendo «diarismo», lo que consiguió combinar con sus estudios universitarios. Ella expresó que estaba «alucinada» porque ya hacía lo que anhelaba.

Detalló que en sus primeras coberturas la mandaron a la montaña, y su papá decidió acompañarla hasta la camioneta que partía a las 05:00 horas y entre risas dijo que él se quedó con «mucho pendiente», pero cuando vio que regresó y lo que escribió, todas las dudas se disiparon, pero siguió acompañándola a donde debía ir.

Narró que en Sol de Chilpancingo había muchas «figuras», es decir, colegas de renombre quienes tenían las mejores fuentes o las de política, a ella la «marginaban» y le daban a cubrir mercados o servicios públicos, pero aún así también logró destacar porque escribió noticias diferentes que a los lectores les gustaban.

«Me volví famosa en la ciudad y hasta entre el gremio, simple y sencillamente por hacer, lo que un periodista debe hacer de cajón, ver las historias de la gente»

Marlén

Destacó que seguir el camino del periodismo más social, implica tener presente que casi siempre traerás «tres pesos en la bolsa».

Aunque reconoció que entrar en la «lógica y cotidianeidad» de los medios que van por convenios publicitarios es válido, «estar atrás de los poderosos», pero se cae en el confort y no se crece profesionalmente.

Marlén Castro tiene la firme convicción de que «el periodista no está para agradar a los políticos, sino para desagradar».

Pero también se preguntó, «¿entonces nunca voy a tener dinero en mi vida?», fue así que optó por entrar a trabajar al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), un área de comunicación gubernamental, en donde ganaba el triple que en los medios, pero ese mismo día se arrepintió, «era una cosa espantosa» y lo dejó porque una vez más se cuestionó ¿para qué estudié comunicación?.

¿Cómo ejercer periodismo en Guerrero, un estado violentado?

Marlén contó que varias veces responde la pregunta sobre «cómo le hacen» para ejercer periodismo desde el medio «Amapola, periodismo transgresor», en Chilpancingo, Guerrero, un estado con «tanta violencia», y la respuesta es la misma:

«Somos muy cuidadosos con la información. Algunos temas los publicamos con «alfileritos», y en otros mejor decimos bye, para qué andarle jugando, lo que necesitamos es estar vivos para seguir medio contando y para eso hay que estar vivos. Medio contar, porque no se puede contar todo así como está la actualidad. Contar todo es el seguro de muerte»

Compartió que en toda su vida periodística, que suma más de 30 años, nunca ha sido amenazada, y tampoco sus compañeros de Amapola, y cree que se debe a su tratamiento de la información.

«La mejor forma de estar seguro en su vida e integridad es no hacer estupideces»

«Amapola« es un medio periodístico de Chilpancingo, Guerrero, que presenta historias ciudadanas, políticas, y también notas sobre la violencia que actualmente impera en el estado de Guerrero.

El próximo 27 de mayo cumplirá 5 años, Marlén llegó en 1992, haciendo periodismo independiente, como medio parte de la Alianza de Medios, de la Red de Periodistas de a Pie, que impulsa a medios sin apoyo gubernamental.

Marlén Castro es la coordinadora general y parte del equipo que justo ahora conforman sólo tres personas, por lo que las tareas se dividen entre tres mujeres, que reportean, editan, son community manager y administran lo que surja. Al inicio del proyecto eran ocho personas, pero con el tiempo el medio se renueva.

¿Y la desaparición de los 43 normalistas?

Un hecho que hizo eco en México y a nivel internacional es la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero, entre la noche del 25 de septiembre y la madrugada del 26 del mismo mes, durante la administración presidencial priista de Enrique Peña Nieto, pero, ¿cuál fue el sentir de los pobladores?

Marlén hace énfasis en que una gran parte de la «ciudadanía de a pie» en Chilpancingo y de los municipios de la zona centro en Guerrero mantienen una relación complicada con los normalistas de Ayotzinapa, «incluso de odio».

«Porque todos en algún momento de nuestras vidas, como ciudadanos que transitan en las carreteras, hemos resultado afectados con los bloqueos»

Incluso, cuando las noticias comenzaron a circular, en las redes sociales también se leían mensajes de odio contra los alumnos, con escritos como «que bueno, para que se les quite», pero para las organizaciones de izquierda, que saben que las luchas se hacen así (con manifestaciones), comenzó la cadena de solidaridad.

Organismo de todas partes de mundo se sumaron para repudiar lo ocurrido, pero de acuerdo a Marlén, la ciudadanía guerrerense, en general, «tristemente» no se volcó a las calles para exigir la presentación con vida de los jóvenes, sólo le generó la curiosidad de saber quiénes eran los involucrados.

Luchar por lo justo en el sistema del magisterio guerrerense

Marlén lleva años dando clases, pero sólo como maestra interna, tras hacer examen de oposición y ganarse su lugar para impartir periodismo en la Facom, donde estudió la universidad.

Pese a que no aceptó dar clases recién egresada porque sentía que le «faltaba años luz para ser una buena periodista», posteriormente aceptó, sólo que constantemente está «peleando» por conseguir horas, porque como en todos lados «hay grupos de poder».

«Ahora estos grupos de poder son por obtener privilegios. Yo no pertenezco a ninguno, y eso mismo me ha dejado al margen de la repartición, y cada semestre hay que estar peleando horas»

Para ella es importante formar buenos periodistas, para lograr buen periodismo en el país, y su misión se cumple cuando logra tocar una consciencia y formar. Opinó, además, que el compartir conocimientos hace completo a quien se dedica a los medios.

Periodismo, trabajo de mujeres solas

Marlén Castro dice con tono seguro y a manera de comprobación que el periodismo es un trabajo de mujeres solas porque es «difícil que un hombre aguante el trajín de una periodista».

Ella se casó y estuvo con su pareja 8 años, pero se divorció; tuvieron un hijo quien ahora tiene 21 años de edad. Y su felicidad, así como las ganas de hacer todo lo que ama, no mermaron.

«Yo siempre andaba fuera y eso de estar muy pocas veces en casa…»

Conoce colegas hombres que sí mantienen su matrimonio y su profesión porque sus esposas son quienes toman las riendas del hogar, incluida la crianza de los hijos, de alguna manera pueden «desentenderse» para trabajar sin problema; aunque aclaró que también hay quienes se involucran con las labores domésticas, a la par con las profesionales.

Activista a favor de la infancia y la juventud

Aunque tiene muchas actividades que «saturan» sus días, quedó espacio para que junto con otros compañeros conformará la Asociación Civil Centro de Estudios sobre Infancias y Juventudes, que se encarga de conocer cómo viven en un país que pasa momentos difíciles por la violencia, desde la administración panista del expresidente Felipe Calderón Hinojosa.

Los estudios de la organización parten desde un punto general de la inseguridad en México, que dejó a los menores de edad, adolescentes y jóvenes, sin sus padres, ahora son huérfanos, lo que proyecta un país de dolientes.

Practican activismo para «abrir los ojos» a las juventudes porque la realidad les llega hasta que piden trabajo y se dan cuenta que no es tan sencillo; los exhortan a esclarecer sus ideas, los contextualizan y concientizan.

Marlén está en contra de la «egoteca», pero es necesario mencionar que en su trayectoria se encuentra un Premio Internacional de Periodismo de la Revista Proceso, cuando ésta cumplió 35 años en 2011, con un proyecto acompañado por un colega de nombre Rogelio Agustín Esteban, sobre el impacto de la minería en comunidades de Guerrero.

Voz directa al lector…

Para terminar la entrevista, Marlén Castro invitó a los lectores a dedicarse a lo que les apasiona porque sólo así se puede hacer frente a los embates de la vida, si no, «uno es tremendamente infeliz».

Nos leemos en la siguiente Vida Excepcional, porque en la vida como en el béisbol, esto no se acaba hasta que se acaba…

Portada: Iván Rojas/Fotos interiores: Marlén Castro

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