El bombardeo, que provocó incendios masivos y una gran explosión, dejó al menos 74 personas muertas y 171 heridas, según medios hutíes. Entre las víctimas habría trabajadores civiles y personal médico que se encontraba en el puerto durante el ataque. La información fue transmitida por el canal satelital al-Masirah, vinculado al movimiento rebelde.
Washington justificó el ataque señalando que el puerto generaba ingresos ilegales para los hutíes, acusados de amenazar la seguridad en el mar Rojo y de lanzar ataques contra Israel. El Comando Central de Estados Unidos (CENTCOM) aseguró que la acción pretendía “interrumpir los fondos del grupo insurgente”, pero no reconoció víctimas civiles.
El ataque aéreo ocurrió a pocas horas de que se reanudaran las negociaciones entre EEUU e Irán en Roma, lo que refuerza la sospecha de que la ofensiva militar forma parte de una estrategia más amplia de presión geopolítica contra Teherán.
El puerto de Ras Isa es una infraestructura clave para la distribución de combustible en zonas controladas por los hutíes, por lo que su destrucción podría tener consecuencias graves en la ya crítica situación humanitaria que enfrenta Yemen.
Una escalada militar bajo el mando de Trump
Desde el 15 de marzo, la administración Trump ha intensificado su ofensiva en Yemen, pasando de ataques específicos contra lanzadores de misiles a bombardear instalaciones clave y zonas urbanas. De acuerdo con un análisis de Associated Press, la actual campaña supera en alcance y agresividad a la implementada durante el mandato de Joe Biden.
Los hutíes han sido acusados de atacar más de 100 embarcaciones en el mar Rojo entre noviembre de 2023 y enero de 2024, hundiendo dos navíos y provocando la muerte de cuatro marineros. No obstante, los ataques estadounidenses parecen ir más allá de una respuesta proporcional.
Impacto humanitario y condena internacional
Organizaciones humanitarias han advertido que esta ofensiva podría agravar aún más la crisis en Yemen, un país devastado por años de conflicto, bloqueo económico y colapso institucional. La destrucción de infraestructuras civiles esenciales, como los puertos de combustible, representa un golpe directo a la supervivencia de la población.
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Los hutíes calificaron el bombardeo como una “agresión completamente injustificada”. La retransmisión de imágenes del lugar mostró cuerpos entre los escombros, camiones cisterna calcinados y llamas que se extendieron por horas.
Fotografía: Redes
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