La Fondation Jean-Jaurès ha puesto en circulación un texto clave que resalta la importancia de por qué el debate filosófico y político sobre el futuro de la izquierda en Europa es crucial para su supervivencia.
Europa asiste a un momento definitorio para su izquierda política. Mientras los partidos progresistas se debaten entre la irrelevancia electoral y la dispersión ideológica, emerge un intenso debate filosófico y político sobre cómo recomponer un proyecto que recupere su conexión con los sectores populares, sin renunciar a sus conquistas históricas. El estudio “La tercera izquierda” plantea una pregunta clave: ¿puede la izquierda sobrevivir sin superar su deriva identitaria y reconectar con una visión más integradora de clase, nación y bienestar?
El fin de un ciclo: la izquierda arrinconada por la historia
“Un espectro recorre Europa: el espectro de la desaparición de la izquierda de la historia”, advierte la introducción del documento, editado por Renaud Large con la colaboración de diversos intelectuales y líderes políticos del continente. La imagen no es casual: con excepciones puntuales en la península ibérica y Escandinavia, la izquierda ha perdido no solo elecciones, sino también su brújula doctrinaria.
Durante décadas, los partidos progresistas abrazaron causas como el multiculturalismo, el ecologismo y los derechos identitarios, pero —según los autores— lo hicieron a expensas de su vínculo con las clases trabajadoras. “La izquierda ha permanecido en una inercia intelectual profunda”, sostienen, sin ofrecer “innovaciones ideológicas significativas en más de una década”.
El surgimiento de la “tercera izquierda”
En este contexto, se analiza el surgimiento de lo que los autores denominan una “tercera izquierda”: una corriente post-identitaria que busca recomponer los fundamentos socialistas y populares de la izquierda, sin volver al nacionalismo ni caer en concesiones conservadoras. Esta nueva izquierda entiende que los ejes culturales, como la migración o la identidad de género, han desestabilizado su base electoral.
El documento subraya que esta corriente emergente “reconcilia justicia social y soberanía democrática”, alejándose de una izquierda que habla solo a las elites urbanas y los activismos universitarios. Como afirma el investigador Denis Maillard, “la izquierda ha dejado al pueblo en manos de las fuerzas que pretendía combatir”.
Algunos ejemplos ilustran esta reconfiguración: Mette Frederiksen en Dinamarca ha combinado un discurso soberano sobre migración con una firme defensa del estado de bienestar. En Australia, el laborismo de Anthony Albanese ha logrado una síntesis atractiva entre valores patrióticos, transición ecológica y protección social. Incluso figuras como Lawen Redar en Suecia han trazado una “izquierda de integración y responsabilidad”.
En palabras de los autores: “la izquierda post-identitaria no abandona sus logros progresistas, pero devuelve al centro del debate la cuestión social y el conflicto entre capital y trabajo”.
El dilema francés y las lecciones para América Latina
Mientras otras izquierdas han comenzado a reconfigurarse, Francia representa —según el informe— una izquierda atrapada entre el moralismo identitario y el liberalismo tecnocrático. “El resultado es una izquierda aislada internacionalmente y desorientada ante los desafíos contemporáneos”.
En América Latina, líderes como Marco Enríquez-Ominami también enfrentan el dilema entre sostener las banderas históricas del progresismo y adaptarlas a nuevas realidades. El Grupo de Puebla, fundado por él, promueve una izquierda que “repare sin desmontar, reforme sin deconstruir”.
¿Esperanza o unicornio?
Pero la pregunta sigue en el aire: ¿es posible esta “tercera izquierda”? ¿O es, como sugiere el texto, una fantasía política, “el equivalente de un unicornio: mítico, puro, raro y consolador”?
Citamos para cerrar una reflexión central del estudio:
“La esperanza es una victoria difícil, pero necesaria. Solo quienes han tenido el coraje de desesperar de las mentiras que confundieron con la esperanza pueden volver a esperar.”
La izquierda europea, y quizás también la latinoamericana, debe decidir si abrazará el reto filosófico de refundarse o se resignará a desaparecer como fuerza mayoritaria. El reloj corre, y la historia no espera.
Fundada en Francia, la Fondation Jean-Jaurès es uno de los principales centros de pensamiento progresista de Europa. Vinculada históricamente al Partido Socialista francés, esta fundación promueve el debate intelectual y político en torno a los grandes desafíos contemporáneos desde una perspectiva de izquierda democrática. A través de estudios, conferencias e investigaciones internacionales, busca rearticular el pensamiento progresista en un mundo marcado por crisis sociales, culturales y ecológicas.
Su nombre rinde homenaje a Jean Jaurès (1859–1914), figura clave del socialismo europeo. Filósofo, historiador y político, Jaurès fue un incansable defensor de la justicia social, el laicismo y la paz. Su legado sigue siendo una referencia para quienes creen en una izquierda que combine la defensa de los derechos sociales con los valores republicanos y universales. Asesinado en vísperas de la Primera Guerra Mundial por su oposición al conflicto, Jaurès encarna la posibilidad de una izquierda moralmente firme y profundamente popular.
El Ciudadano