La Masacre de Sabra y Chatila

Fueron tres días, del 16 al 18 de Septiembre de 1982

Por CVN

19/09/2015

Publicado en

Historia / Mundo

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Fueron tres días, del 16 al 18 de Septiembre de 1982. Tres días que fueron suficientes para que en los suburbios de Sabra y Chatila, al oeste de las afueras de Beirut, capital del Líbano que alojaba campamentos de refugiados palestinos (de entre los millones de refugiados palestinos expulsados de sus tierras por el régimen de Israel); fueron suficientes decíamos esos tres días para tuviera lugar una de las atrocidades más horrendas e impunes de la historia contemporánea.

El reloj marcaba las 18 de aquel fatídico 16 de septiembre cuando 150 milicianos libaneses pertenecientes a la Falange cristiana de ultraderecha, organizados, financiados y comandados por los más altos mandos de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), irrumpieron en los campamentos palestinos desatando el horror conocido como la Masacre de Sabra y Chatila, donde, durante 48hs fueron violados, torturados, mutilados y asesinados mas de 3000 hombres, mujeres, ancianos y niños palestinos. Era la continuidad de la invasión al Líbano por parte de las fuerzas militares de Israel del 6 de junio de 1982, lanzada con el pretexto de expulsar a la Organización para la Liberación de Palestina, de Yasser Arafat. Se inició así lo que se conoció como la primer Guerra del Líbano.

Dos días antes era asesinado Bashir Gemayel, lider maronita y mandatario electo del Líbano, en la voladura de la sede central de las Fuerzas libanesas en Beirut. En la maniobra de desinformación y de acusaciones cruzadas, el ataque fue adjudicado a grupos pro-sirios y pro-palestinos. Se trató de una maniobra de esas que el Estado de Israel se ha acostumbrado a mostrar, llamadas por algunos como operaciones de bandera blanca o de falsa bandera. No es necesario irse mucho tiempo atrás. Alcanza con recordar la guerra e invasión lanzada por Israel sobre Gaza a mediados de 2014, tomando por excusa el secuestro y asesinato de 3 jóvenes israelitas, invasión que se sustentaba en la necesidad (y el derecho) de lanzar la maquina de guerra para capturar o eliminar un grupo de dirigentes de la resistencia palestina, cueste lo que cueste. El asesinato de Gemayel se constituyó en argumento ideal para lanzar la maquinaria sobre Líbano, en lo que luego fue conocido como la Primera Guerra del Líbano. El objetivo estratégico de antes y de ahora: desplazar y someter definitivamente al pueblo palestino.

A las 12hs del 15 de septiembre de 1982, dos divisiones las FDI bajo el mando de Ariel Sharon, por aquel entonces Ministro de Defensa de Israel, ocuparon el oeste de Beirut. Los campamentos de Sabra y Shatila ya estaban rodeados. Previamente, Sharon se había reunido con el Jefe de Estado Mayor de Israel, Rafael Eitan, y con organizaciones de milicias terroristas cristianas libanesas para organizar la ofensiva, según el cual los falangistas libaneses debían entrar en los campamentos en busca de guerrilleros palestinos con el apoyo logístico de las fuerzas israelíes. La misión era localizar y eliminar guerrilleros palestinos de la OLP.

Apostados en edificios adyacentes y disparando bengalas durante la noche para iluminar los campamentos palestinos, las Fuerzas de Defensa de Israel fueron testigos y cómplices de los delitos de lesa humanidad cometidos por las milicias libanesas ultraderechsitas al mando de Elie Hobeika.

La Asamblea General de la ONU calificó el acontecimiento como genocidio, a través de la resolución 37/123.

Hasta el día de hoy, nadie ha sido juzgado ni sentenciado por dicho genocidio. Resulta una ironía del destino que Israel, el mismo Estado responsable de los hechos, haya sido el único en realizar una investigación oficial sobre lo sucedido. Para eso, días después de la masacre, encargó un informe a la Comisión Kahan, la cual finalmente dictaminó que el genocidio fue perpetrado exclusivamente por las falanges cristianas libanesas y recomendó la destitución de Sharon por “negligencia grave” frente a los crímenes. Sharon terminó por perder el cargo de Ministro de Defensa, pero años mas tarde fue elegido Premier de Israel. El por el entonces Primer Ministro de Israel y Nobel de la Paz, Menahem Beguín, declaró que “en Chatila no judíos mataron a no judíos ¿qué tenemos que ver nosotros con eso?”, dejando en claro el manto de silencio e impunidad que el Estado de Israel, como muchos países de occidente, echaron sobre las masacres.

Pero la heroica resistencia del pueblo palestino sigue manteniendo viva la memoria de los hechos de Sabra y Chatila y no cesará en la búsqueda de justicia.

Los pueblos que luchan por su liberación y por otro mundo mejor, no olvidarán a los mártires de Sabra y Chatila.

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