¿Quiénes ponen en jaque la soberanía alimentaria?

La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblosa producir y a comer alimentos sanos, y la potestad inalienable de decidir sobre ello, y se reivindica a nivel internacional cada 16 de octubre

Por CVN

17/10/2014

Publicado en

Alimentación / Mundo

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La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblosa producir y a comer alimentos sanos, y la potestad inalienable de decidir sobre ello, y se reivindica a nivel internacional cada 16 de octubre.La consecuencia más feroz de su vulneración es el hambre que cada día sufre una de cada nueve personas en el mundo. Hoy, la principal amenaza son las corporaciones transnacionales: cuatro de ellas controlan el 90 por ciento del comercio global de granos. El esquema de dominación intenta instalarse también en la ONU a partir de propuestas de pseudo integración y “economía verde”.

Cada día, una de cada nueve personas pasa hambre en el mundo: aún hay 805 millones de desnutridos crónicos. Mientras se asignan 19 mil millones de dólares a la lucha contra el hambre y la desnutrición, el gasto militar mundial asciende a 339 mil millones de dólares, según datos de la propia ONU.

Durante la última sesión de Asamblea de Naciones Unidas, el secretario general Ban Ki Moon volvió a instar a los países a que redoblen sus esfuerzos para erradicar el hambre en el marco de los Objetivos del Milenio (ODM) que de cara al 2015 se puso como meta disminuir a la mitad el número de personas víctimas de la desnutrición.

El punto fundamental, sigue siendo el que se omite: asumir las verdaderas causas estructurales del hambre. En el seno del capitalismo, el neoliberalismo fundó un imperio de las transnacionales alentadas por los Tratados de Libre Comercio, acaparamiento de tierras, desplazamientos de comunidades. En definitiva, un modelo económico y de producción subsumido a los intereses de las corporaciones, lógica en la que el alimento es mercancía y elemento de especulación, con el agronegocio como máxima expresión.

Sólo cuatro corporaciones controlan el 90 por ciento del comercio global de granos (ADM, Bunge, Cargill y Dreyfus), precisó en un documento el Movimiento Nacional Campesino Indígena de Argentina. Monsanto controla el 90 por ciento de semillas transgénicas y el 23 por ciento de las semillas a nivel global; y un grupo de diez de corporaciones controlan la producción y comercialización mundial de agrotóxicos.

Allí entra a jugar también la producción de biocombustibles que intenta ser presentada como una alternativa “ecológica”. Por ejemplo, la Unión Europea se fijó como objetivo elevar en un diez por ciento la proporción de agrocombustibles en el periodo 2010-2020.

“Esta concentración les permite presionar especulativamente para que los precios de los comodities aumenten sistemáticamente. Además su estrecha alianza con la banca internacional les permite disponer de enormes masa de capital de origen especulativo que se utiliza para el acaparamiento de tierras, el loby y presión a los gobiernos del mundo, la corrupción, etc”, sostuvo Vía Campesina en un comunicado.

Frente a ello, la organización destacó al 16 de Octubre como Día Internacional de la Soberanía en contra de las Corporaciones Transnacionales. Hay alternativas, señalan: nacionalización y estatización del Comercio Exterior, programa de alimentos estatal, derribo de las legislaciones privatizadoras de semillas (Ley Monsanto), declamación de la función social de la tierra, entre otras.

El hambre y los límites de la ONU

Según el informe sobre hambre de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en su nueva edición “El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo” (SOFI 2014, por sus siglas en inglés), “el número de personas que padecen hambre a nivel mundial ha disminuido en más de 100 millones en la última década”, merma que es de más de 200 millones de personas desde 1990-1992.

En el sur de Asia y en América Latina es donde más se incrementó el acceso a la comida. En los últimos veinte años los países del continente nuestroamericano sacaron de la desnutrición a 31,5 millones de personas. El informe señala los casos de Bolivia y Brasil donde se registraron los mejores resultados, y es adjudicado a las políticas de Estado. Por el contrario, la región más injusta es África subsahariana (donde una de cada cuatro personas padece desnutrición crónica).

En ese marco, una solución de la ONU fue declarar al 2014 como el “Año Internacional de la Agricultura familia” (AIAF), que tras el lobby de las corporaciones corre el riesgo de sólo proponer una especie de incorporación de la agricultura familiar al sistema de las corporaciones. “Cómo conectar mejor a las multinacionales, pequeñas y medianas empresas con los pequeños agricultores, de manera recíprocamente beneficiosa y productiva”, describió como desafío el Director Ejecutivo de Unilever, Paul Polman, multinacional británico holandesa que alcanzó un convenio con la ONU en el marco del AIAF.

Algo similar ocurrió en la ONU en la Cumbre contra el cambio Climático: bajo los lineamientos de la “economía verde” se acordó la creación de una “Alianza Mundial por una Agricultura Climáticamente Inteligente”, que fue presentada como la protección a “500 millones de agricultores del cambio climático al tiempo que incrementan su productividad”.
La sospecha comienza al atender a los promotores: corporaciones empresariales y financieras aportarán 200 mil millones de dólares para desarrollar el modelo. Allí se plegaron las multinacionales como Walmart, McDonald´s, Kellog, Unilever NV, Royal Dutch Shell, Statoil, Nestlé y Mars, Ikea, Philips, Monsanto y Cargill.

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