Trump frena a Netanyahu y juega a la diplomacia con Irán en un escenario de máxima tensión nuclear

En un giro inesperado en la volátil relación entre Estados Unidos, Israel e Irán, el presidente Donald Trump reveló que pidió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que suspenda cualquier ataque militar contra Irán para dar margen a una posible reactivación del acuerdo nuclear. El mandatario, conocido por su retórica incendiaria hacia Teherán, ahora adopta una postura que roza lo diplomático, aunque no exenta de amenazas veladas.

La aparente intención conciliadora contrasta con las tensiones sobre el terreno. Irán enriquece uranio hasta un 60%, apenas un paso técnico del nivel necesario para un arma nuclear. Su Guardia Revolucionaria lanza advertencias belicistas, asegurando estar “al acecho” ante cualquier provocación estadounidense. Y al mismo tiempo, altos funcionarios iraníes siguen negando la existencia de una propuesta concreta por parte de Washington.

Diplomacia de alto riesgo y ambigüedades

Trump, al afirmar que Netanyahu está conteniendo una ofensiva a pedido suyo, se posiciona como un supuesto garante de la estabilidad regional. Sin embargo, esto ocurre sin que haya un acuerdo sólido, ni garantías de transparencia por parte de Irán, cuyo historial con inspectores internacionales ha sido problemático. Rafael Grossi, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), lo deja claro: “El resultado es incierto”.

Las conversaciones en ciudades como Mascate y Roma, mediadas por Omán, aún no logran una sexta ronda, mientras Estados Unidos e Irán continúan su juego de espejos diplomático. La disposición de Teherán a permitir inspectores estadounidenses —si se alcanza un acuerdo— puede sonar alentadora, pero la historia reciente invita al escepticismo.

Una advertencia disfrazada de diplomacia

En esencia, Trump no ha abandonado su guion de presión máxima. El mensaje a Irán sigue cargado de condiciones y advertencias. La amenaza de ataques aéreos “si no se alcanza un acuerdo” sigue sobre la mesa, y la afirmación de que un pacto podría “salvar muchas vidas” suena más a ultimátum que a visión humanitaria.

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La declaración de Trump representa más un cálculo político que un verdadero compromiso con la diplomacia. A menos de dos años del fin del mandato de António Guterres en la ONU —un cargo que Grossi ya considera—, el tablero internacional se vuelve aún más estratégico. Lo cierto es que mientras se negocia, se amenaza. Mientras se habla de paz, se alistan misiles. Y entre estos vaivenes, la estabilidad de Medio Oriente sigue siendo rehén de intereses cruzados y liderazgos que juegan a la doble cara.

Imagen creada por ChatGPT

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