El presidente de Colombia, Gustavo Petro, confirmó que al menos once de los detenidos por el ataque en Michoacán formaron parte del Ejército colombiano. Los exmilitares fueron arrestados por su presunta participación en la colocación y detonación de una mina terrestre que mató a ocho elementos de la Guardia Nacional.
“Vendieron sus conocimientos militares al crimen. Eso es una traición a la patria”, sentenció Petro, quien exigió las penas más altas para quienes usan su entrenamiento armado, financiado con recursos públicos, al servicio de grupos criminales.
El ataque ocurrió en una zona limítrofe entre Michoacán y Jalisco, durante una operación de reconocimiento militar. El vehículo blindado en el que viajaban los elementos fue alcanzado por un explosivo casero, una técnica común en escenarios de guerra, pero inusual en México.
El Cártel de Los Reyes reclutó a los mercenarios
Las investigaciones del Ejército mexicano apuntan a que los 17 detenidos, incluidos los 11 colombianos, trabajaban para el Cártel de Los Reyes, grupo que emergió en 2013 como una escisión de las autodefensas formadas para combatir a Los Caballeros Templarios.
Los arrestos ocurrieron en una “casa de seguridad” en el municipio de Los Reyes, Michoacán, donde se hallaron minas caseras, armas, cargadores y cartuchos. La zona sigue bajo disputa entre cárteles como el Jalisco Nueva Generación.
Cancillería colombiana confirma identidad y promete atención consular
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia verificó que los once detenidos “tuvieron relación con las Fuerzas Militares de Colombia en el pasado”, y reiteró que, como connacionales, recibirán la atención consular y las garantías legales correspondientes.
En su comunicado, la Cancillería también lamentó los hechos y destacó que la gran mayoría de los colombianos que llegan a México lo hacen para contribuir a su riqueza cultural, social y económica.
El fenómeno de los mercenarios colombianos
El uso de exmilitares colombianos como sicarios no es nuevo. Su participación ha sido documentada en diversos conflictos armados internacionales, como en Haití, donde un comando de 26 mercenarios asesinó al presidente Jovenel Moïse en 2021.
También se ha registrado su presencia en guerras en Sudán, Ucrania y Yemen, reflejando un patrón alarmante: la exportación de mercenarios a través de redes y estructuras criminales que operan más allá de las fronteras.
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El caso pone en evidencia la conexión entre el entrenamiento militar, la desmovilización sin reinserción social y el reclutamiento por parte del crimen organizado. La situación también plantea serios retos bilaterales y regionales entre México y Colombia en cooperación de inteligencia y seguridad nacional.
Sin Embargo / El Espectador / Europa Press
Fotografía: Presidencia de Colombia
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