Daniel Wizenberg, periodista en Francia

Crisis francesa: «Los partidos tradicionales no están a la altura de solucionar la crisis económica»

La crisis que vive Francia por una reforma laboral impuesta por decreto y que ha generado grandes movilizaciones en los últimos días, junto con la crisis de los refugiados y el crecimiento de la extrema derecha, hacen que la realidad política gala se sostenga en la incertidumbre.

Por Jose Robredo

01/06/2016

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Por estos días Francia, y por qué no decirlo Europa, vive días convulsionados. La crisis económica del 2008 sigue golpeando, lo que se traduce en recortes en programas sociales y políticas laborales que apuntan a la flexibilización y precarización del empleo. Eso, junto con el desarrollo en aumento de la crisis de los refugiados que arrancan de los diferentes conflictos bélicos, que en su mayoría han sido o provocados o incentivados por intereses del Viejo Continente, y el correspondiente crecimiento de la extrema derecha, hacen incierto el panorama.

El «decretazo» del primer ministro Manuel Valls, que se establece como la medida para combatir el creciente desempleo, ha provocado grandes manifestaciones en Francia fuertemente reprimidas por las fuerzas de seguridad galas, destacando el acampe denominado #NuitDebout (Noche de Pie), que desde el 31 de marzo se lleva a cabo en las principales de plazas de las grandes ciudades francesas.

En conversación con El Ciudadano, el periodista y corresponsal en Francia de RT Daniel  Winzenberg señala que en la nueva reforma laboral «hay varios artículos puntuales: rompe con el límite de 35 horas semanales de trabajo, vale decir pueden trabajar más de lo que la ley establece; se flexibilizan las condiciones para despedir trabajadores; se reducen las indemnizaciones laborales a la mitad».

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La medida apunta a precarizar y flexibilizar las condiciones de empleo bajo el argumento, explica Winzerberg, de «generar las condiciones para que los empresarios tengan  mayores posibilidades de contratar a más personas y así bajar los niveles de desempleo en el país».

En este sentido, al ser consultado respecto de las condiciones en las que se encuentran las fuerzas de izquierda o progresistas para enfrentar el actual momento, Winzenberg es categórico en señalar que «la izquierda no puede hacerse cargo pues en las últimas elecciones, Hollande las ganó en nombre de la izquierda, ya que durante su campaña señalaba que venía a combatir el sistema financiero poniendo por delante al sistema productivo. Terminó haciendo lo contrario».

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Extrema Derecha y Refugiados

«Hay dos cosas para explicar el ascenso de la derecha en Europa y Francia. Una es la economía, se sigue siendo contemporáneo a la crisis de 2008, si bien ahora existen signos de recuperación; el otro, es la crisis de los refugiados«,  señala Winzenberg a la hora de ser consultado por la razón por la que se genera el fenómeno de Marie Le Pen, figura estelar de la extrema derecha en el país.

Al mismo tiempo, explica que «los partidos políticos tradicionales no han podido demostrar que están a la altura de solucionar la crisis económica -la respuesta es fomentar mayor flexibilidad en materia laboral-; y tampoco han podido solucionar la crisis migratoria».

Respecto a ésta, Daniel Winzenberg declara a El Ciudadano que a partir de este fenómeno migratorio se genera un choque de posturas que el Gobierno es incapaz de resolver y expresa que «se disparan dos reclamos, tanto por izquierda como por derecha. Por izquierda, es que los gobiernos no logran comprometerse con recibir refugiados y por derecha, que no son lo suficientemente duros con determinados sectores que están llegando a Europa y que están modificando las culturas».

«Los políticos tradicionales están en medio de ese dilema y aparecen outsiders, gente que parece no ser de la política tradicional, como pasa en Austria tanto con el candidato de la extrema derecha como con el candidato del partido Verde», recalca.

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Winzenberg concluye que los países desarrollados no se hacen cargo de esta crisis dado que, en su mayoría, los refugiados llegan a países cercanos a los puntos en conflictos, lo que explicaría su desidia en este asunto: «La gran mayoría de los refugiados no han ido a los países desarrollados, sino a las zonas limítrofes de lugares de conflictos», sentencia.

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