Por hechos del 1 de febrero

Hablan internos de Colina II: «Nunca hubo motín ni gendarmes lesionados. Son un chiste”

"Llegó el grupo antimotín, llevando a los presos al gimnasio y a la vuelta, una vez ingresados nuevamente, entraron y los reventaron a todos", relata un interno. Este lunes, el Observatorio Social Penitenciario entregó una carta a las autoridades denunciando vulneración de derechos y aplicación de torturas en recintos carcelarios.

Colina II

Alrededor de 100 heridos, producto del uso desmedido y desproporcionado de violencia sobre el cuerpo de personas que no pueden oponer resistencia, fue el saldo de una acción del grupo de choque presente en el Centro de Cumplimiento Penitenciario Colina II el pasado 1 de febrero .

Luego del incendio de San Miguel, donde 81 presos murieron calcinados, este nuevo hecho marcó profundamente a todas las personas que viven tras las rejas, así como a sus familiares y amistades. Ver de cerca escopetazos en la cara, glúteos, piernas y estómagos tiene una clara repercusión sicológica. A pesar que los medios de comunicación masivos relataban que los hechos sucedieron luego del no acatamiento de órdenes a un allanamiento de rutina, a modo de defensa y pese a estar a merced de los mismos carceleros, los internos lograron que tanto los golpes, balas y balines quedaran registrados por celulares y difundidos por redes sociales, aún cuando constantemente los videos y fotos eran bajados o sus usuarios bloqueados.

Sorteando el cerco y bloqueo comunicacional, varios internos pudieron también comunicarse con canales populares y críticos para hacer emerger la información de primera fuente. “Gendarmería y la nueva dirección generó un clima de conflicto. Hace 6 años que los internos sólo trabajan, este es un recinto de reinserción social. Hay muchos y diversos talleres. En toda la unidad, consistente en 16 módulos, existen alrededor de 60 o 70 espacios operativos. Además, hay un banco solidario, está el fondo esperanza, funcionan proyectos de capital semilla, CORESOL imparte cursos de capacitación y educación. Todas estas instancias se vieron amenazadas o coartadas de seguir porque, tanto el coronel Juan Carlos Rojas Ravanal como el capitán Letelier, ordenaron reprimir todo indicio de reinserción. Cárcel disciplinaria es lo que quieren”, indica un interno del módulo donde comenzó el triste episodio, en conversación telefónica con El Ciudadano.

{destacado-1} Amparados en el silencio cómplice de los canales de televisión, los expertos o representantes de la institucionalidad afirmaron que Colina II era un infierno. Pero ninguno explicó el hostigamiento previo, informado por un auricular en pésimas condiciones.

“Aquí todos los módulos están separados, son instalaciones independientes que se unen por un pasillo largo. Al 4 llegó ese día la represión. Un allanamiento ocurrió el día anterior, lunes 30, donde sacaron gente hacia lugares donde no hay cámaras para ser golpeados, muy duro. El miércoles a las 8 de la mañana llegó el grupo antimotín, llevando a los presos al gimnasio y a la vuelta, una vez ingresados nuevamente, entraron y los reventaron a todos. Hubo un intento por defenderse pero comprenderás que las condiciones de un preso no son las mismas que de un gendarme. Nunca hubo motín ni gendarmes lesionados. Son un chiste. Vimos gendarmes cortándose para luego hacer el parte médico”, cuenta con una mezcla de odio, rabia e impotencia un interno recién llegado desde otro penal.

Quienes no pudieron derivarse a hospitales del medio libre, como es que se le dice a los recintos médicos, tuvieron que realizarse las curaciones de sus heridas con precarias herramientas e higiene. Pero eso no afecta tanto como saber que los golpes y disparos fueron realizados por funcionarios que conocían el carácter de los habitantes y sus condiciones de habitabilidad. Cualquiera sea la razón, nada justificaría la brutal violencia ejercida en contra de los privados de libertad. Menos el actuar al margen de la legalidad y amparándose en el silencio de los gruesos muros para intentar esconder la verdad, acusándolos de propiciar un enfrentamiento.

Colina II gendarmesPero lo peor estaba por venir: los castigos. Gente con labores hace años, como aseo o trabajos especializados, vieron manchados sus papeles con acusaciones que califican de falsas, cortando todos los beneficios ganados tras largos años de lucha.

«Les molesta que haya gente que se organice en torno a buenas acciones»

La versión oficial recita ante las cámaras: hubo una riña entre presos, un intento de motín o grupos organizados propiciaron el desorden. Sin embargo, como hemos visto, las versiones de los internos muestran otra realidad: al menos en el módulo 4, en materia de actividades, es donde más se hacen acciones. “Para el día de la Teletón, se organizaron actividades para reunir fondos, casi 4 millones en toda la cárcel. La fonda del 18 es muy grande, también la fiesta de Navidad, donde se entran juegos inflables gigantes. Creo que les molesta que haya gente con mayor facilidad para organizarse en torno a buenas acciones. Se vive súper tranquilo, todos están trabajando, cortando maderas, etcétera. Se arreglaron todos los baños, son dignos. La cancha está pintada, los módulos igual. El gimnasio está impecable», ejemplifica otro interno.

«Hay siete huertos orgánicos, talleres de ecosustentabilidad, de utilización de energía renovable, lombricultura, cuero, pintura, grupos de teatro, de música, de danza y de yoga”, agrega, arriesgándose a los castigos que puede implicar comunicarse con el exterior vía telefónica. Asume los costos y en conversaciones intercaladas por las visitas de los celadores, logra establecer un diálogo fructífero.

El petitorio

“Para qué trabajan si mañana sus hijos van a estar aquí. Todos ustedes van a morir como delincuentes”, aseguran que fueron las palabras de bienvenida del mayor José Luis Calfuquir al hacerse cargo del penal, incluso con denuncias por acoso laboral en contra de sus colegas durante su estadía en otros recintos. Desde el 1 de enero, la vulneración de derechos a las visitas fue más evidente, el traslado de personas a las secciones de máxima seguridad por acusaciones inventadas se hizo patente. La gota que rebalsó el vaso fue el 1 de febrero. Por ello, duró en su cargo un mes y hay acciones judiciales en su contra, a cargo del abogado Fernando Insulza.

A través de diversas instancias, autoridades e internos coinciden en que el bienestar del tratamiento de los presos es una eterna búsqueda. El cambio de paradigma implica aceptar que cada territorio tiene sus potencialidades, sus cualidades y la cárcel no está ajena a estos principios. Sin embargo, en prisión, los antecedentes indignos del trato son históricos: el trabajo, salud y alimentación han sido negados, al menos en su calidad. Aún con todo en su contra, el 75% de los internos registra buena conducta. Lamentablemente, los indicios de concesionar la cárcel y de cambiar las dinámicas cada día se hace plausible.

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El petitorio desde el interior no se hizo esperar, apelando a cosas básicas y apegadas a la ley: normas de mejor calidad en el tratamiento de los reclusos y sus visitas. Además, se fue enfático en no reconocer dirigencias al interior del penal. Se exigía la inmediata vuelta a la normalidad en lo laboral, que en salud los procedimientos operen de otra forma y que se restrinja menos la alimentación para las visitas, por ejemplo, utilizando en vez de gendarmes para la revisión, alguna de las máquinas de millones de dólares, iguales a las del aeropuerto, que están juntando polvo en las instalaciones penitenciarias.

En ese marco, este lunes el Observatorio Social Penitenciario, junto a una red de instituciones afines a la problemática de la prisión, entregó cartas en La Moneda, la Corte Suprema y el Ministerio de Justicia pidiendo la destitución del ministro de Justicia, así como del Director Nacional, del Director Regional y la jefatura de Gendarmería.

Esta vez en Colina II muertos no hubo, por suerte. Pero de no mediar estas acciones, el movimiento espontáneo de unión entre presos podría haber escalado hacia otros penales. Desde el mismo 1 de febrero hasta el día 7 se hizo una total paralización de actividades: no se recibieron alimentos ni visitas, los imputados no salieron a tribunales, generando un desorden en el funcionamiento de los juzgados. Pero la crisis interna y profunda del sistema carcelario chileno exige identificar responsables y sancionar a los responsables: la vida y seguridad de los privados de libertad está en juego.

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