Una alianza para proteger a los niños de las zonas rurales de Pakistán y mejorar su bienestar

UNICEF y la Fundación IKEA se han aliado para concienciar a la sociedad acerca de los derechos del niño, los servicios de salud y las prácticas de higiene de los distritos agrícolas de Pakistán, así como para empoderar a las familias y las comunidades con formación profesional y de negocios.

Por Arturo Ledezma

04/11/2015

Publicado en

Mundo / Organización social

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“Al trabajar juntos, no solo nos repartimos las responsabilidades, sino que además garantizamos un futuro mejor para nuestros hijos”, sostiene orgullosa Jan Bibi mientras mira a su marido, Muhammad Sharif. “Nuestros hijos van a una escuela privada y progresan bien. No les dejaremos que abandonen los estudios para trabajar en campos de algodón. Ganamos el dinero suficiente para poder proporcionarles una vida cómoda que les permita centrarse en su educación”.

Hace solo tres años, Jan Bibi, de 38 años, y su marido tenían grandes dificultades para llegar a fin de mes. No era fácil ocuparse de cuatro hijos (dos niños y dos niñas) al tiempo que Sharif trabajaba en un taller local de sastrería y ella hacía las tareas domésticas. Shariff, que era el único que aportaba ingresos a la familia, apenas ganaba lo suficiente para alimentarlos aImagen del UNICEF todos.

La pareja vive en un pueblo a las afueras de Bela, una ciudad del Distrito de Lasbela, en la provincia de Baluchistán. Se trata de una zona de cultivo predominante de algodón, y la mayoría de la gente trabaja en el campo. Afectados por la pobreza, muchas comunidades ven privado su acceso a los servicios básicos esenciales. Como muchas mujeres de su pueblo, Jan Bibi también ha trabajado en los campos de algodón para ganar algo de dinero extra para la familia.

“Esta comunidad es pobre”, dice Jan Bibi. “La mayoría de los hombres del pueblo se van a la ciudad para trabajar de jornaleros con salarios diarios, mientras las mujeres se ocupan de las tareas domésticas. La única posibilidad de ganar dinero extra es trabajar en los campos de algodón durante la cosecha. Todos recogen algodón: hombres, mujeres y niños. Antes yo también lo hacía, pero nunca permití que mis hijos trabajaran en el campo”.

Un entorno protector para los niños

En 2012, la Fundación IKEA se alió con UNICEF para emprender el proyecto “Child Rights in Cotton Farming Areas (CRCFA)” (“Los derechos del niño en las zonas de cultivo de algodón”), con el objetivo de crear un entorno protector más sólido para los niños de Pakistán, especialmente en comunidades rurales donde la agricultura, y más concretamente el cultivo de algodón, es la principal actividad económica. El proyecto abarca seis distritos productores de algodón de tres provincias distintas: Baluchistán, Punyab y Sind.

Este proyecto abarca múltiples sectores, y se centra en ámbitos como la salud, la educación, la protección social e infantil; así como en el agua, saneamiento e higiene (WASH) y el acceso a oportunidades económicas y empresariales.

Además de otros aliados del gobierno y la sociedad civil, el CRCFA se unió como aliado para la ejecución del Programa Nacional de Apoyo Rural de ONG (NRSP) con el fin de respaldar las intervenciones en materia de protección social y mitigación de la pobreza en Baluchistán, la provincia más extensa y subdesarrollada de Pakistán.

El programa NRSP prestó su ayuda en las actividades del proyecto en 50 pueblos del distrito de Lasbela, al sur de la provincia, cerca de la costa del mar Arábigo. Más adelante, se incluyeron otros 200 pueblos.

También se llevaron a cabo campañas de comunicación para concienciar a las comunidades seleccionadas acerca de los derechos del niño, así como para promover prácticas avanzadas de salud e higiene. Además, en la comunidad se establecieron centros multifuncionales para ayudar a concienciar a la sociedad sobre los derechos del niño, aumentar la participación de la mujer en la esfera pública y proporcionar alfabetización y educación no formal para mujeres y niños.

Por otro lado, el proyecto apoya la formación profesional como herramienta que ayude a aumentar el acceso a oportunidades para generar ingresos. También se ofrecen cursos de bordado, costura y estética para las mujeres. Después de completar la formación, los participantes reciben formación en gestión de negocios para desarrollar sus destrezas empresariales y aprender a generar ingresos.

Un negocio productivoImagen del UNICEF

Cuando Jan Bibi se enteró de las oportunidades de formación, inmediatamente se registró para aprender a bordar. Una vez que completó el curso, recibió una formación de tres días en gestión empresarial. Esa experiencia la hizo sentirse más fuerte y la motivó a poner en práctica todas las destrezas que acababa de adquirir.

Sharif, que recibió una ayuda de un programa gubernamental de protección social, emprendió un negocio de bordados. La pareja acordó un plan empresarial y empezaron a trabajar juntos. Sharif ya contaba con los rudimentos necesarios de corte y confección y disponía de máquinas para bordar; Jan Bibi, por su parte, tenía formación en peko, un tipo de bordado decorativo hecho a mano para adornar vestidos para ocasiones formales. Jan Bibi puso en práctica las aptitudes de gestión empresarial que había aprendido para acercarse a las mujeres de su pueblo y de los pueblos vecinos y animarlas a hacer pedidos.

En algo menos de tres años, Jan Bibi y Sharif han creado un negocio modesto pero productivo.

Cuando explica cómo enfocaron esta aventura conjunta, Sharif dice: “Estas comunidades son muy conservadoras. Las mujeres no se atreven a viajar hasta la zona comercial principal, donde se encuentra mi taller. Cuando quieren hacer un pedido, vienen a nuestra casa y Jan Bibi les muestra modelos de distintos tipos de bordado. Así, ellas se encuentran cómodas y se toman el tiempo necesario para elegir sus pedidos. De vez en cuando, Jan Bibi se acerca a los pueblos de alrededor para recoger los pedidos. Ella hace negocios en mi nombre, y yo le pago una comisión por cada pedido. En cuanto a los trabajos de peko, le pago una cantidad determinada por cada traje o dupatta [chal] que termina. Compartimos la responsabilidad, y juntos estamos consiguiendo producir lo suficiente para que nuestros hijos puedan vivir decentemente y aspirar a un futuro mejor”.

Más poder para las familias y las comunidadesImagen del UNICEF

Jan Bibi y Sharif se encuentran entre muchas otras familias y personas que se han beneficiado del proyecto CRCFA.

“El proyecto CRCFA es único por muchos motivos, especialmente porque introduce un paquete integrado de servicios para las comunidades que participan en él”, explica Sohail Abbasi, Especialista en Protección Infantil para UNICEF Pakistán. “Las intervenciones están pensadas para que cada sector de servicios complemente la inversión en otro. Las oportunidades económicas que se facilitan mediante la formación profesional, los pequeños préstamos y la apertura de negocios, especialmente para las mujeres, están orientadas a reforzar la resiliencia económica de las familias que se dedican a la recogida de algodón. Además, de esta forma se reduce el número de niños que trabajan o que son víctimas de explotación, violencia y abandono, y se mejora la salud y la educación de los niños en general. Más que empoderar a individuos concretos, el CRCFA ha empoderado a familias y comunidades”.

Solo en 2014, las actividades que se llevaron a cabo como parte del proyecto en tres provincias de Pakistán produjeron beneficios directos a 699.317 niños y beneficios indirectos a otros 70.551.

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