¿Amnesia diplomática? Trump pide unidad en el G7 tras dividir al mundo con su guerra comercial y políticas migratorias

En un giro que desconcierta tanto a aliados como a analistas, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a poner sobre la mesa la reincorporación de Rusia al G7, e incluso sugirió abrir la puerta a China, una propuesta que choca frontalmente con su historial de confrontación internacional.

Durante la cumbre del G7 en Canadá, Trump planteó que sería más eficaz ampliar el grupo, incluyendo a Rusia —excluida en 2014 tras la anexión de Crimea— e incluso a China, uno de los rivales geopolíticos más importantes de Occidente. Lo que llama la atención no es solo la audacia de su propuesta, sino la contradicción implícita en su discurso: hablar de unidad e inclusión después de haber impulsado algunas de las políticas más polarizadoras de las últimas décadas.

Mientras intenta mostrarse como un defensor del diálogo global, Trump ha sido el arquitecto de una guerra comercial sin precedentes, imponiendo aranceles a decenas de países, incluida China, y provocando represalias que han tensado las relaciones multilaterales. A ello se suma su línea dura en política migratoria, que ha generado crisis humanitarias en las fronteras y divisiones diplomáticas con América Latina, Europa e incluso Canadá.

Ahora, al insinuar que Rusia y China deberían formar parte del G7, Trump parece dar señales de una estrategia que busca enmendar errores sin admitirlos, o bien, responder a un escenario internacional que ya no le es tan favorable. Su visión pragmática de sentar a «los enemigos en la mesa» choca con el hecho de que fue él mismo quien alimentó las tensiones con estos actores. ¿Se trata de una nueva muestra de inconsistencia o simplemente una estrategia para reposicionarse frente a una guerra comercial que comienza a mostrarle consecuencias negativas?

Además, en plena escalada del conflicto entre Israel e Irán, Trump se niega a firmar un documento que abogue por la desescalada, profundizando la sensación de que su estilo unilateral y confrontativo no ha cambiado en lo sustancial, aunque sus palabras ahora busquen proyectar un tono más conciliador.

Véase también: China acusa a EE.UU. de espionaje y presión diplomática en América Latina

En vez de consolidar consensos, el presidente estadounidense parece haber llegado al G7 con un libreto ambiguo: habla de integración mientras actúa en solitario; pide diálogo con Rusia y China mientras mantiene tensiones económicas y políticas con ambos.

Foto: Redes

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