El farandulero patriotismo con La Haya y el bloqueo comunicacional a la realidad

Pero luego de toda esa propaganda de la meningitis, llegó la guinda de la torta

Por Leonel Retamal

05/12/2012

Publicado en

Latinoamérica / Política

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Pero luego de toda esa propaganda de la meningitis, llegó la guinda de la torta. El diferendo con Perú y los fundamentos que se exponen en La Haya. Como final de campeonato del mundo, con todos los canales y radios trasmitiendo en directo con enviados especiales, desde Perú y Holanda, queda absolutamente prohibido hablar de otra cosa, so pena de ser acusado de antipatriota.

En el trabajo de campo que realiza el Centro de Estudios Públicos y que finaliza en estos días como preámbulo de su esperada encuesta, se deben haber encontrado muchos hechos sorprendentes. El más importante, es que la gente no sabe lo que está pasando en el país y no recuerda graves hechos que han sucedido en el gobierno del Presidente Piñera.

Primero fue el bombardeo ha que ha sido sometiida la población para prevenirla contra una supuesta epidemia de meningitis que no existe más que en la afiebrada mente del Ministro Mañalich. Cuarenta casos a nivel nacional no permiten hablar de epidemia, pues ni siquiera alcanza a los parámetros mínimos que exige la Organización Mundial de la Salud. Horas y horas hablando del tema, espectaculares imágenes de niños, vacunándose, creando un ambiennte de emergencia y urgencia. ¿Qué es lo que llevó al Ministerio de Salud a comprar de manera directa y sin ningun control, centenares de miles de vacunas en el extranjero, a vendedores y precios desconocidos, sin que nadie se atreviera siquiera a pedir explicaciones?. Seguramente la Cenabast, investigada por corrupción y robo desde hace dos años, fue la encargada de esa gigantesca y sin control operación. ¿Cuántos se habrán enriquecido con esa maniobra realizada al margen de todo control administrativo?

Pero luego de toda esa propaganda llegó la guinda de la torta. El diferendo con Perú y los fundamentos que se exponen en La Haya. Como final de campeonato del mundo, con todos los canales y radios trasmitiendo en directo con enviados especiales, desde Perú y Holanda, queda absolutamente prohibido hablar de otra cosa, so pena de ser acusado de antipatriota.

No puede negarse, que esta ha sido una extraordinaria maniobra comunicacional del gobierno.

No se puede hablar del lucro en la Educación y el Ministro del ramo ha tenido un respiro. será un tiempo en que no podrá seguir alegando inocencia, mintiendo descaradamente sobre las universidades comprometidas como si la señal de dos rectores en la cárcel no significara nada. Sin hacerse responsable de la suerte de cientos de profesores y empleados dejados cesantes ni de los casi 25.000 estudiantes abandonados a su suerte, producto de la corrupción en un organismo de su dependencia. Si se estuviera en un sistema democrático de verdad, ese ministro debiera ser sometido a un juicio poltíco y destituido.

Tampoco lo hace mejor su compañero de Economía, Pablo Longueira, intentando que con suma urgencia se termine de aprobar la maldita Ley de Pesca para entregarle los recursos del mar a siete familias y que hoy termina aplaudiendo la aprobación de la central a carbón de Punta Alcallde que según sus palabras «terminará dejando el aire más puro de lo que está hoy», en la lamentablemete contaminada Huasco.

De nada se puede hablar ya. Es mejor olvidar. Se debe olvidar, en aras de un bien superior como es la unidad nacional frente a una agresión extranjera.

Por eso nada de recordar el atraso en la reconstrucción post terremoto que no funciona, ni en la asiganción de viviendas de maderas a empresas de cartón que nunca las construyeron, ni de las empresas constructoras que empezaron obras, recibieron el dinero del Serviu y desaparecieron sin cumplir sus contratos. No recoordar tampoco el gigantesco contrabando de Cencosud haciendo ingresar como donaciones los productos desde Argentina que luego serían vendidos al propio Estado a precio de Mercado.

Ni se le ocurra pensar al simple ciudadano en lo que pasó con el gigantesco desfalco en el Ministerio de la Vivienda y por el cual debió renunciar la Ministra Matte. Eso ha quedado en el olvido. Lo mismo pasa con los desfalcos en Aduana y por el cual tuvo que renunciar su plana mayor.

No sigamos preguntando sobre la encuesta Casen ni cuantos pobres hay, ni cuantos ciudadanos somos, que el censo no pudo responder ni en las irrregularidades de las últimas elecciones minicipales. Todo eso es motivo de críticas sin fundamento.

¿Sabía Usted que hubo un incendio en la carcel de San Miguel y que pese a las decenas de muertos sigue el mismo director de Gendarmería?

¿Sabía Usted del perdonazo que el Servicio de Impuestos Internos, le otorgó a la multitienda Johnson que la dejó sin pagar impuestos equivales a tres Teletón? ¿Sabía Usted que los altos funcionarios de Impuestos Internos responsables de ese hecho trabajaron para Johnson?

Pero no. No hablemos del escándalo de los pollos en que los productores se pusieron de acuerdo para subir los precios de manera orquestada en una nueva colusión. Tampoco mencionemos los atropellos ni escándalos policiales ni los sobreprecios en la adquisición de equipo por parte del Ministerio del Interior. Todo ha seguido su curso normal como el caso bombas y el fiscal Peña que hoy sigue caminando tranquilo y libremente por la calle, pese al engaño que montó para dejar contento a su jefe y amigo Rodrigo Hinzpeter.

Miremos para el costado, sigamos hablando de La Haya y olvidemos a los presos políticos mapuches víctimas de juicios espúreos. No pensemos en los trabajadores que ven día a día atropellados sus derechos por empresarios protegidos por la Ministra Mathei. Olvidemos el nombramiento del nuevo director del Sernac que hasta hace poco litigaba para Cencosud contra el mismo organismo. Ignoremos a las farmacia que no cumplen y siguen coludidas. No pensemos tanto en las colas de los consultorios y los hospitales y la gente acostada en los pasillos sin recibir atención.

Que no termine La Haya para que el gobierno se pueda seguir escondiendo.

Como no soy católico, no puedo decir «hasta cuando señor hasta cuando», por eso simplente pienso, «hasta cuando Chile por la cresta».

Por Radio del Mar

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