Fantasías Animadas (O, el retorno de la Nueva Mayoría)

La fantasía electoral de la Nueva Mayoría (si le gustan los clásicos puede seguir llamándola “Concerta”) es similar al cuento de hadas que nos relataban nuestros padres en nuestros primeros años, donde la heroína volvía al terruño a recuperar lo suyo, rodeada de colores y luces que la llenaban de candidez y esperanza

Por Director

02/01/2014

Publicado en

Columnas / Política

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José Robredo

La fantasía electoral de la Nueva Mayoría (si le gustan los clásicos puede seguir llamándola “Concerta”) es similar al cuento de hadas que nos relataban nuestros padres en nuestros primeros años, donde la heroína volvía al terruño a recuperar lo suyo, rodeada de colores y luces que la llenaban de candidez y esperanza. Claro que, en este caso, la construcción de esta historia es fruto de un metódico y planificado trabajo para retornar a La Moneda (el palacio del cuento).

Tras saturar los medios de comunicación con su sonrisa silente y su mirada compasiva -propias de la protagonista- la ex presidenta logró poner paños fríos a una sociedad que demanda transformaciones profundas (que van desde convocar a una Asamblea Constituyente; garantizar, por parte del Estado, la Educación y la Salud Pública; recuperar los recursos naturales; entre las más destacadas) y, al mismo tiempo, establecer que éstas aspiraciones se realizarían con quienes gobernaron por 20 años.

Junto a lo anterior, se llevó a cabo un “fashion emergency” a la trastocada Concertación mediante un simple efecto de marketing: cambiar el nombre de su coalición (de Concertación a Nueva Mayoría). Ello, además de incorporar a sectores que siempre quisieron -pero que no pudieron- ser parte de este espacio (el PC y la Izquierda Ciudadana) y convocar a aquellos que podían refrescar su rostro cansado (Iván Fuentes o Giorgio Jackson), sumando así de manera tangencial las demandas sociales que le permitieron lavar, ante la opinión pública, sus manchadas manos y sus caras de palo. La necesidad exigió vestirse con ropajes que no le son cómodos… y que, de hecho, le quedan algo estrechos.

Así, esta jugada borró de un plumazo en el imaginario colectivo lo que realmente significaría la candidatura de Bachelet: el retorno de aquellos que negociaron con la dictadura para administrar y profundizar un sistema socio-político-económico que beneficia a los poderosos. Este simple acto, un “cambio de marca”, más un poco de photoshop, les permitió pisar terreno firme para seguir resguardando el boliche a los grupos económicos, las AFP y las trasnacionales,

Todo esto queda ratificado en la ambigüedad del programa en materias esenciales, así como también en el silencio post triunfo electoral, el cual solo se ha roto para hacer hincapié en el “sentido de responsabilidad” que deben tener las reformas (eso de “transformaciones” ya dejo de usarse). Adicionalmente, precisan con insistencia que la vía institucional debe ser el camino para llevarlas a cabo. La participación ciudadana se menciona poco y de consensos duopólicos se habla mucho.

¿Alguna sorpresa? Ninguna. Los hombres que piensan en la Concertación (o Nueva Mayoría, para los hipster), los Ottone o los Solari, lo han dicho en innumerables ocasiones: deben realizarse reformas que permitan la mantención del modelo. ¡Corta! sin más ingredientes que el pragmatismo que los ha mantenido con vida política por 40 años.

En todos los espacios que disponen los medios de comunicación lo han dejado claro: “Lo único que pone en riesgo el modelo chileno es no hacer cambios”, decía Ricardo Solari al columnista internacional Andrés Oppenheimer en el diario El País. O como dijo Ottone hace un tiempo en radio Cooperativa: “Son reformas conservadoras. No habrá un cambio de modelo”. ¿Se entiende?

Entonces ¿Cual es el camino que seguirá desde marzo de 2014 la Nueva Mayoría? Con los objetivos arriba mencionados, lo único que hace la Concertación es fortalecer la sombra de Bachelet en La Moneda con la única ambición de no incurrir en escándalos públicos que hagan mella sobre el 80% de aprobación con que dejo el palacio presidencial en 2010 (como si hubiese sido poca cosa el bochorno del Transantiago, el asesinato de comuneros mapuche, la entregar del agua y de las pensiones a los grandes empresarios, junto a un largo etcétera). De transformaciones, nada.

Ahora, a dos semanas de haber sellado el retorno a La Moneda, todo regresa al cauce donde la “institucionalidad” y los consensos vuelven a ser los conceptos más mencionados, tanto entre electos como entre derrotados. Así también, los añosos rostros que han protagonizado la eterna transición desde 1990 nuevamente son presentados como los hombres fuertes del próximo gabinete.

Así se pone fin al período del cuento de hadas que propusieron las elecciones, situándonos en el mundo real del nuevo período de gobierno. Mientras ellos se disponen a administrar su modelo, quienes nos encontramos en la verdadera oposición (la oposición al modelo) nos preparamos para seguir adelante en la construcción de un proyecto que represente una alternativa para una sociedad que actualmente se encuentra presa de la historia que otros le han contado. Ahora viene el momento de protagonizarla.

Por José Robredo H.

El Ciudadano

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