La Izquierda: De la Estética de la Derrota a una Estética con vocación de Poder

Durante la última campaña presidencial, asumí la responsabilidad de ser el jefe de la Campaña Presidencial de Marcel Claude, entendiendo que este proyecto politico reflejaba todo lo que el 2006 y el 2011 se había visto en las calles: Un nuevo Chile, movilizado y empoderado, con ganas de ganar y correr la línea de lo posible a aquello que durante décadas nos habían mostrado como imposible.

Por Director

17/10/2014

Publicado en

Columnas / Política

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jorgeramirez

Comenzamos a recorrer Chile, llenando cada espacio físico en el que nuestro candidato daba a conocer nuestra propuesta, tuvimos hitos históricos considerando la última década electoral de nuestro país -Valparaíso, Concepción, Ancud, Puerto Montt- entre otras ciudades llenaron sus calles con alegría, esperanzas y sueños por transformaciones que representaban la «candidatura ciudadana»; Frases como «esta vez sí nos sentimos representados» o «Usted es el candidato de los movimientos sociales» se repetía una y otra vez. Sabíamos que ganar era difícil, pero iríamos por la hazaña, esa era la consigna: Llegábamos para quedarnos.

Al pasar los meses, y en la medida que el candidato aparecía en la prensa,  se fueron sumando más y más organizaciones, la mesa política de la campaña se llenó de “letras” (Organizaciones Políticas) y figuras históricas de nuestra izquierda “consecuente y coherente”, esa que se adjudica el título de que nunca traiciona sus valores y principios.

Así nuestra campaña cada día se parecía menos a lo que era en un principio, un proyecto ciudadano, en el que “Todos íbamos a la Moneda”, y se parecía más a las campañas tradicionales de la Izquierda que nunca “se vendió”, con un discurso parecido al de siempre y para los mismos de siempre. Se dejó de hablar del ciudadano y comenzamos hablar de los 500 años de explotación capitalista.

Por cierto, la contradicción entre los movimientos ciudadanos y las organizaciones de izquierda comenzó a generar una disputa importante por el control del discurso político de la campaña.

Como era de esperar ganó la “Estética de la Derrota”: Esas ganas locas que tiene la izquierda por perder, para así poder decir y hacer lo que los libros de marxismo nos señalan. Gano la Izquierda que va de mitin en mitin hablándoles a los mismos, ¡Pura Consecuencia!: Gano la izquierda que enarbola discursos sobre ideologizados y lleno de consignas del siglo XX; esa Izquierda que se fascina con que los “consecuentes” la entiendan y escuchen, pues eso significa que vamos por ancho camino.

Como era de esperar, se escuchaba en cada reunión de Mesa Política los importantes discursos de nuestros “líderes de la verdad” , 17 letras detrás de una campaña, comenzaba a repetir nuestro candidato en cada programa de televisión, la discusión en nuestra mesa política comenzaba a tomar forma “ganar no es lo mismo que conquistar el poder”, “las elecciones no son lo importantes, es solo un camino para mostrar nuestro discurso”, “no tenemos que preocuparnos de ganar, sino de superar o igualar el porcentaje de Arrate”, “ahora, sin el PC, ese sería un gran triunfo para la izquierda”, “lo importante es el discurso y el programa revolucionario”, “hoy no estamos preparados para ganar, imagínate lo que podría pasar si ganamos”, “los movimientos sociales no están maduros, etc, etc, etc”

Nadie podrá discutir que el poder no reside en el gobierno de turno y probablemente todas las ideas señaladas en esos espacios de discusión eternas con matices más o diferencias menos son ciertas, pero reflejan un claro temor: GANAR.

La estética de la derrota en nuestra izquierda está instalada: «perder, aunque parezca inverosímil, ha sido el lugar en el que nos hemos refugiado durante mucho tiempo.» dice Iñigo Errejon.

La tremenda derrota de nuestro proyecto y nuestro «sector» (Marcel Claude, Roxana Miranda, Alfredo Sffeir ), a nuestra mesa política llena de letras, no debe haberles sorprendido. Tampoco les debe haber dolido. Llevamos años acostumbrados a perder. Ahora solo basta con cambiar las letras de lugar y prepararnos para perder en cuatro años más.

Al grupo de ciudadanos organizados a su manera en estas candidaturas (incluyo a Marco Y Parisi), con sus formas y sus realidades tan cuestionadas por nuestra Izquierda Conservadora, si les debe haber dolido y mucho. Los ciudadanos tenían ganas de cambiar las cosas.

Hoy con Bachelet, la Nueva Mayoría y los empresarios de siempre en el Poder, esta izquierda histérica (de la que vengo), puede reclamar su lugar tranquilamente, pero… bien lejos de las decisiones. Sin tener que esforzarse por generar nuevas propuestas y menos de entender a “estos ciudadanos” que “Irresponsablemente” no se levantaron para votar.

Lo importante, en definitiva, es que podemos seguir con nuestro discurso lleno de realidades, de verdades científicas e irrefutables, añejo y trasnochado, temeroso y conservador.

Sin embargo si algo nos dejó el 2011, es la convicción que si se puede, que a pesar de nuestra  izquierda conservadora y tradicional que nos convencía que logrando arancel diferenciado y más becas debíamos darnos satisfecho, pues pedir gratuidad en la educación era un imposible, ¡una utopía!, los ciudadanos en las calles, los movimientos sociales, los colectivos, se atrevieron a pensar en que era posible correr la línea de lo posible: la Ciudadanía se empoderaba cansada del miedo a perder de quienes nos hemos declarado los defensores del pueblo.

Así enfrentamos noviembre del 2013, con un 2011 a cuestas, un Chile movilizado y una ciudadanía empoderada, pero sin ninguna propuesta política capaz de entender el Chile al que nos enfrentábamos. Resultado: Votaron los mismos y ganaron los mismos, la mitad de los ciudadanos no se levantó a emitir su voto.

¿Qué nos corresponde ahora?

Superar la estética de la derrota. Perder el miedo a ir a conquistar cada espacio de este país sin tener que parecernos a la izquierda tradicional para que nos reconozcan de izquierda. Perder el miedo a tener que repetir sus discursos  y sus consignas, dejar la disputa del siglo XX de más o menos Estado., Dejar de hablarnos a nosotros mismos.

Tenemos la obligación de levantar una propuesta audaz y moderna, rebelde y transformadora, que supere sin miedos y sin temores el discurso de la Izquierda del siglo XX. Tenemos que ser capaces de hacer realizable lo que parece imposible de manera sencilla y concreta, para hablarles a los ciudadanos, a las mayorías, y no a los fantasmas de nuestra historia.

No tenemos cuentas con nuestro pasado, nosotros no.

La disputa del siglo XXI es entre Mercado y Ciudadanía, entre Democracia Representativa y Democracia Participativa, entre el sujeto del mercado y el sujeto constituyente, entre la Democracia delegada del consenso y la Democracia comunitaria y radical.

Probablemente con esto los “líderes de la izquierda radical y consecuente” estén acusándome de ser un servil del mercado, pero nada más radical y revolucionario que entregarles el poder a los ciudadanos; El Estado ya demostró sus fracasos.

Por cierto, la desigualdad, las injusticias son las mismas de siempre, de eso no cabe duda, ¿pero por qué he de repetir las mismas soluciones que han fracasado una y otra vez? El desafío está en que  de una vez por todas, debemos atrevernos a hacer todo para ganar.

¿O tendremos que esperar que la movilización social concuerde con el llamado reagrupamiento de la izquierda para internar hacerlo?

Me parece que no. La ciudadanía hoy está en proceso de empoderamiento, las movilizaciones locales y sociales se multiplican en cada rincón de Chile y alguien ¿podría decir que estamos en un proceso de reagrupamiento de la izquierda? Sólo aquellos que no entienden la política y sus procesos, y desarrollan su mirada desde su sobre-ideologización, como si los ciudadanos hoy estuvieran más preocupados de “lograr la unidad de la izquierda”, por sobre lograr la justicia.

Por cierto la derecha, la Nueva Mayoría y los empresarios le temen a la Ciudadanía, pero nuestra Izquierda Conservadora y tradicional está convencida que la ciudadanía aun no cumple su mayoría de edad y necesitamos de una “vanguardia iluminada” que nos guie por el buen camino.

Sabemos que triunfar y ganar debe ser el equilibrio perfecto entre la estrategia político electoral y la movilización social y que esta sin lugar a dudas debe realizarse con la ciudadanía y de acuerdo a su realidad local.

Con las “pequeñas” reformitas de Bachelet, con la Nueva Mayoría y la Derecha retomando la  política del consenso, y con nuestra Izquierda haciendo lo mismo de siempre, Foros, Seminarios, Marchas y Comunicados; En las afueras de este mundo se abre un nuevo ciclo político para Chile, que por cierto nos sorprenderá con un proceso electoral (Municipales y Presidenciales) en marcha y en el que debemos apostar a construir un proyecto político social y ciudadano que no tenga miedos en conjugar lo político electoral con lo político social, ni lo uno, ni lo otro, ambos en una propuesta compuesta por una estrategia de cara al próximo periodo, Chile necesita un modelo de organización que la haga posible y realizable, como dice Errejon «Esta es la diferencia entre hacer política e imaginarla». Y para ganar tenemos que hacer, construir, componer corriendo la línea de lo posible sin renunciar a nada, pero con la convicción de que en la cancha ya no basta con defendernos, ha llegado el momento de atacar, para aposta a ganar.

Los próximos desafíos políticos y sociales, deben ser con la sociedad movilizada. Los ciudadanos ya cumplimos la mayoría de Edad.

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