Llega a Chile libro que rescata desde un silencio inexplicable la vida de Beatriz “Tati” Allende

¿El Presidente Salvador Allende fue asesinado por orden de Fidel Castro a manos de un agente cubano de chapa “Carlos”, que se encontraba en La Moneda el 11 de septiembre de 1973 y que luego logró escabullirse hacia la embajada de su país? ¿Existen documentos que avalen esa tesis, del agente cubano “Carlos”, en una […]

Por Wari

12/08/2010

Publicado en

Actualidad / Mundo / Política

0 0


¿El Presidente Salvador Allende fue asesinado por orden de Fidel Castro a manos de un agente cubano de chapa “Carlos”, que se encontraba en La Moneda el 11 de septiembre de 1973 y que luego logró escabullirse hacia la embajada de su país?

¿Existen documentos que avalen esa tesis, del agente cubano “Carlos”, en una caja de seguridad en Panamá?

En una carta enviada por Fidel a Salvador Allende, se menciona el arribo a Santiago de un tal Carlos y Piñeiro, “para apoyar el proceso”…

Luis Fernández, cubano esposo de Beatriz “Tati” Allende, ¿se casó con ella, enviado por la nomenclatura cubana, para espiar al Presidente chileno y mantenese cerca de los círculos de poder locales?

¿Sufrió Tati de bulimia y anorexia antes de su trágica decisión?

¿Qué sucedió con aquella carta de despedida de 9 carillas que Tati escribió antes de quitarse la vida y que estaría en manos de Fidel Castro?

Esas y otras interrogantes forman parte de un libro recientemente publicado en España bajo el título de Tati Allende, la hija revolucionaria del Presidente, y cuyo lanzamiento está previsto para las próximas semanas en Chile. Su autora, Margarita Espuña Cerezo, periodista, escritora y licenciada en Antropología, escarbó en historias y documentos; conversó con colaboradores del gobierno de la Unidad Popular y cercanos a la familia Allende así como con ex guerrilleros que pelearon junto a Fidel Castro y al Che Guevara; hurgó en la vida de quienes vivían en la isla durante el período en que Beatriz “Tati” Allende, hija predilecta del mandatario chileno, estuvo ahí junto a sus hijos y a su esposo, y relata, en poco más de 200 páginas, una historia de dolor, tramas políticas, traumas personales y colectivos, y devela pasajes de la vida de una mujer comprometida con las causas sociales de Chile y de otros países, que recibió instrucción militar en Cuba, fue solidaria con causas guerrilleras latinoamericanas; sufrió en carne propia la derrota de su padre e intentó, embarazada de siete meses, quedarse a luchar en La Moneda cuando ya todo estaba perdido.

Exiliada en Cuba, donde se convirtió en símbolo del castrismo y de la resistencia chilena, trabajó decididamente por recomponer el tejido fracturado y aglutinar a los partidos políticos que conformaron la Unidad Popular de Salvador Allende. Su historia personal, que incluye al amor de su vida, Luis Fernández, diplomático y oficial de seguridad del régimen cubano, con quien huyó a la isla junto a su hijita Maya –hoy concejala de la comuna de Ñuñoa y candidata al comité central del Partido Socialista de Chile. Luego nacería Alejandro, quien vive en Nueva Zelanda y realiza visitas a Chile en forma esporádica.

El nombre Alejandro habría sido impuesto por el propio Fidel, sin consulta previa a la madre o el padre del niño nacido en Cuba. El libro cuenta el porqué.

Esta obra, “una narrativa novelada” de la vida de la hija del Presidente chileno que murió en La Moneda, a decir de la autora, se convierte en la primera biografía de quien, por razones difíciles de entender, ha sido permanentemente mantenida en una nebulosa. Ni la familia, ni cercanos hablan del tema, y Margarita Espuña realiza un viaje a la memoria para rescatarla desde las profundidades de un olvido inmerecido.

El libro, cuya intensidad mantiene al lector en constante sobresalto, alude, por ejemplo, a secretos que personas como Marta Harnecker, ex esposa de “Barbarroja” Piñeiro, alto jefe del espionaje cubano, habrían jurado llevarse consigo a la tumba. Harnecker asesora hoy al gobierno del presidente Hugo Chávez, en Venezuela.

O las experiencias políticas de Tati convertida en “Marcela”, su nombre adoptado en la clandestinidad, cuando apoyaba a grupos guerrilleros en Bolivia, o cuando hace entrega a Santucho, guerrillero argentino que había secuestrado un avión que aterrizó en Chile, de una pistola que Salvador Allende le envió de obsequio antes de instarlo a continuar viaje hacia Cuba.

La depresión que sufrió Tati antes de quitarse la vida en su hogar cubano la habría llevado de la bulimia a la anorexia. Abandonada por Luis, a quien amó profundamente, Tati vio con pesar el acomodamiento de ex jerarcas de la Unidad Popular en el exilio europeo mientras su pueblo sufría necesidades y era objeto de persecusiones.

Otro de los pasajes que revela el impacto emocional en los exiliados, sería un intento de suicidio de Carmen, viuda de Miguel Enríquez, y la sensación de Tati de ser objeto de espionaje por parte del aparato de seguridad cubano, al igual que las humillaciones de que habrían sido objeto miles de chilenos que llegaron a buscar refugio en la isla caribeña por no haber defendido a Allende. Una forma que los chilenos tenían para demostrar ante sus anfitriones que eran leales a la revolución consistía en la denominada “Prueba de los cojones”, que el relato clarifica.

¿Urdió Laurita Allende, hermana del Presidente chileno, un plan para asesinar a Augusto Pinochet? En ese tramo de la historia, tanto el MIR como personas vinculadas a la ex RDA y quienes allí vivieron parte de su exilio tendrían mucho que explicar.

En cuanto a Salvador Allende, es descrito como un “feminista”, debido en parte a “su profundo amor por las mujeres, su sensibilidad, poder de seducción, galantería y fineza para tratar con las representantes del sexo opuesto”. También sus amantes, entre las que destacan Payita y Gloria Gaitán, hija de un líder izquierdista colombiano, asesinado en su país cuando era candidato a la presidencia de la República.

El constante apoyo de Isabel Allende, hermana de Tati, hoy senadora, forma parte del relato central, así como la injerencia cubana en los asuntos internos de Chile con el envío, por valija diplomática, de armas, que tras el golpe militar heredó el MIR.

La periodista reconoce que la tarea investigativa en la recopilación de datos acerca de la vida de Tati Allende fue dura, pues casi nadie quiere opinar o dar su versión de los hechos, menos la familia, a quien ha enviado mensajes en distintos momentos sin obtener respuestas concretas.

“Beatriz Allende no está entre nosotros para certificar o desmentir la versión que aquí se da sobre ella –señala Margarita Espuña- por ello y por mi honestidad periodística, considero este trabajo como novela biográfica”.

Conmueve, a medida que las páginas revelan los últimos minutos de Tati e Isabel Allende junto a su padre en La Moneda, la actitud del Presidente, quien obliga “con voz militar”, a que abandonen el Palacio todos quienes allí se encontraban bajo fuego enemigo, incluidas sus hijas, con excepción de su guardia personal. Sólo 30 personas permanecen allí, todos varones, aunque Payita logra ocultarse en un recoveco sin que Allende note su presencia.

Una vez en las calle, las hermanas Allende corren parapetándose entre automóviles y edificios, y pese a su avanzado estado de embarazo, Tati se suelta de la mano de Isabel e intenta retornar e ingresar a La Moneda. Pese a sus ruegos y por instrucciones precisas de Allende, el doctor Danilo Bartulín no le abre la puerta.

Aunque habitaba una casa cómoda en la calle Quinta del barrio de Miramar, Tati estaba consciente que sus vecinos cubanos no podían acceder a determinados lujos que ella sí poseía, como “huésped insigne” del régimen. Eso le incomodaba profundamente en contraste con las “cartillas de racionamiento” válidas para los ciudadanos comunes y corrientes que carecían de esos privilegios.

En entrevista exclusiva, Margarita Espuña admite que la biografía de Tati Allende puede contener errores involuntarios; que la derecha española y, en particular, la chilena, intentarán sacar provecho mezquino de las revelaciones del libro y que parte de la izquierda, en una suerte de corporativismo mal entendido, seguirá callando sucesos que involucran no sólo a una connotada familia política nacional sino también a la izquierda de la década de los años sesenta, setenta y ochenta en su conjunto.

La autora de “ Tati, …” sabe que el gobierno de Cuba no verá con buenos ojos lo que se publique acerca de una mujer que sintió en su alma la derrota política y militar sufrida por su padre. Que la propia familia Allende probablemente seguirá esquivando preguntas, a pesar de que el libro no alude en forma negativa ni al Presidente ni al personaje principal del relato. Y, seguramente, parte de la izquierda allendista, en especial la que vivió en suelo cubano, se reconocerá en cada página.

Cabe consignar también que, pese a sucesivos intentos por obtener un comentario de Maya o de la senadora Isabel Allende, solamente la hija de Tati Allende respondió que “había oído del libro pero que no lo había leído, y por lo tanto se reservaba de hacer cualquier comentario al respecto”.

Margarita Espuña, quien nunca ha visitado Chile pero mantiene vínculos con exiliados chilenos en Europa, imparte también talleres de escritura narrativa y ha publicado Las orillas del Senna, en 2001; Las mujeres tienen mucho cuento, en 2003; Morir por amor a la vida. Historias de eutanasias en España, 2005; Tres tazas de café, en 2006; Tania, compañera del Che, (2007) basada en la guerrillera Tamara Bunke; y El creador de historias, con el cual obtuvo el Premio Delta.

Por Enrique Fernández Moreno

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones