#NuevaConstitución: El discurso de Bachelet y las inevitables sospechas

La presidenta se ha dirigido al país para dar cuenta de lo que será el Proceso Constituyente, que abrirá paso al evento republicano más esperado por el país, desde que comenzó la transición a la democracia

Por Ángela Barraza

13/10/2015

Publicado en

Chile / Política / Portada

0 0


bachelet

La presidenta se ha dirigido al país para dar cuenta de lo que será el Proceso Constituyente, que abrirá paso al evento republicano más esperado por el país, desde que comenzó la transición a la democracia. Tal como lo dijo Bachelet, la constitución actual fue elaborada por unos pocos, y no tiene legitimidad ya que surgió del seno de un «gobierno» represivo, y que fue impuesto por la sangre: «La actual Constitución tuvo su origen en dictadura, no responde a las necesidades de nuestra época ni favorece a la democracia. Ella fue impuesta por unos pocos sobre la mayoría. Por eso nació sin legitimidad y no ha podido ser aceptada como propia por la ciudadanía».

El primer anuncio, hermético, que dio la presidenta sobre un «proceso constituyente» nos pareció extraño y levantó sospechas ya que múltiples organizaciones y un segmento importante de la ciudadanía se ha movilizado por la Asamblea Constituyente; sin embargo quedó abierta la duda sobre el procedimiento que se iba a seguir para cambiar la constitución. Cualquier otro protocolo que no fuese la Asamblea, nos pareció dudoso y concedimos (porque no nos quedó más alternativa) el beneficio de la duda y esperamos hasta este día para ver la propuesta de la Nueva Mayoría respecto de lo que va a pasar.

Pues bien, lo que ha anunciado la presidenta es lo siguiente:

Bachelet nombrará un «Consejo Ciudadano de Observadores que acompañe el proceso y dé garantías de transparencia y equidad. Será un grupo de ciudadanos y ciudadanas de reconocido prestigio, que permita dar fe de la calidad del proceso».

Es importante que nos detengamos en este punto, ya que no se dio cuenta del número de estas personas elegidas. Tampoco se habló del nivel de representatividad que tengan y si serán tomados en cuenta según rubro, sector, partido político, etc. Vale decir, si los elige la Presidenta, ¿Cuáles serán los criterios para definir que son las personas idóneas para garantizar transparencia y dar fe de la calidad del proceso?

Posteriormente, Michelle Bachelet habló de los plazos. Estamos claros que un proceso de esta magnitud, si queremos que sea exitoso, no se puede realizar en cuestión de meses, pero al parecer, será demasiado lato: A inicios del segundo semestre del 2017, presentaremos ante el Congreso de la República este proyecto de una nueva Constitución.

Sin embargo, no basta con tener un proceso participativo y un proyecto para que la nueva Constitución sea realidad, pues la actual Constitución no contempla mecanismos para elaborar una nueva Carta Fundamental.

Esto, en el caso de que el Congreso apruebe un proyecto de reforma constitucional ya que nuestra actual constitución (Jaime Guzmán mediante) no contempla esta figura como una posibilidad: Por eso necesitamos darle un cauce institucional dentro de nuestra actual legislación, para que sea viable. Por eso, a fines del 2016 enviaremos al Congreso un proyecto de reforma de la actual Constitución para que, por dos tercios de sus miembros en ejercicio, establezca los procedimientos que hagan posible dictar una nueva Carta Fundamental.

Lamentablemente, nada nos hace pensar que nuestros parlamentarios, tan favorecidos por la constitución de Pinochet, vayan a aprobar un proyecto que de viabilidad a un proceso constituyente. Y si eso no sucede, la presidenta tendrá todo para decir que «intentó cumplir con el programa de gobierno, pero no fue posible, gracias a A, B o C.»

Los más avezados podrán decir que la actual administración tiene mayoría parlamentaria y que no habrán excusas; sin embargo, ya tenemos el ejemplo claro de que la Democracia Cristiana rema para atrás y no sería de extrañarse que sea la misma DC la que ponga los «peros» como los ha puesto en la ley de aborto en 3 causales, uno de los pilares más importantes de las promesas de campaña de la Nueva Mayoría.

Podrán decir que somos pesimistas; sin embargo nada en nuestra historia demuestra lo contrario y todos los procesos de reforma que la presidenta ha tratado de sacar adelante de forma exitosa, han terminado por ser meros intentos pasados por agua, en los que, honestamente, nada cambia de forma contundente. La reforma tributaria fue una «reformita». A la reforma laboral le han dado duro. La gratuidad en la educación sigue con polémicas confusas y no sabremos nada a ciencia cierta sino hasta el próximo año. Pero lo más importante del anuncio realizado es que: La decisión del mecanismo recaerá en el nuevo Parlamento elegido en el 2017, con el nuevo sistema electoral que aprobamos este año, con una nueva ley de partidos y una ley de financiamiento electoral. Es decir, dotado de mayor legitimidad, representatividad y transparencia.

En el último año, los anuncios por corrupción han sido noticia de cada día. Si en los 90, ir a declarar a tribunales era motivo de vergüenza y daba un poco de susto pasar por fuera, ahora es casi un asunto de pedigree. Antes de que se destaparan los casos Penta y SQM, los delincuentes desfilaban por tribunales con capucha. Sin embargo, hoy desfilan con sus mejores tenidas, se bajan de los mejores automóviles y dan declaraciones a la prensa, que ahora no va por casos puntuales de asaltos y violaciones, sino que están casi de punto fijo y entrevistando autos, igual que los periodistas de farándula, afuera de los eventos discotequeros. Si a eso le sumamos los problemas que se ponen a la hora de constituir un partido político (como lo que le pasó a Revolución Democrática, por dar el ejemplo más visible), ¿Qué podemos esperar de la decisión que tome el congreso? Sobre todo y considerando la pérdida de confianza de la ciudadanía en el poder político y que, más encima, el voto es voluntario.

Queda mucho por ver respecto de este «Proceso Constituyente». Esperamos que efectivamente, que sea un proceso cívico y democrático que nos permita cambiar para bien, todo aquello en lo que nuestra actual constitución está fallando en materia democrática. Sin embargo hay que estar atentos y no podemos perder de vista los elementos que pueden convertir este proceso en un fiasco que nos termine «regulando» con más de lo mismo. Hoy, más que nunca, resulta fundamental que comencemos a enterarnos de la forma en que nos afecta diariamente nuestra constitución y lo que queremos cambiar de ella. Y hay que estar bien atentos a quienes serán los que  van a «garantizar» y cómo lo van a hacer para que este proceso sea de calidad y de la calidad que los chilenos, y no las élites, quieren.

Les dejamos el discurso íntegro de la presidenta, para que le den un ojo de forma más reposada. Para que lo analicen y saquen sus propias conclusiones.

Queridos compatriotas:

Hoy estamos dando un paso fundamental para el destino de nuestro país. 

Estamos dando inicio al proceso que nos permitirá tener una nueva Constitución para Chile.

Quiero informarles cómo será este proceso, en el que todos y todas estamos invitados y en el que tenemos la responsabilidad de participar.

¿Por qué es tan importante que todos seamos parte de la elaboración de la nueva Constitución?

Porque una Constitución es la madre de las leyes de un país; es la que define los valores que nos rigen; lo que  nos une como nación; el  carácter de nuestra democracia; las reglas básicas de nuestra convivencia política y la que crea las bases jurídicas para hacer posible el progreso.

Por eso la Constitución debe ser el techo común de nuestra patria, que nos albergue a todos, nos proteja a todos y nos permita avanzar juntos.

Chile nació a la vida independiente buscando una Constitución que le permitiera afianzar su soberanía y realizar sus anhelos.  Y así ha sido siempre en nuestra historia. Cuando cambia el país, sus ciudadanos y sus posibilidades de desarrollo, la sociedad ha buscado adecuar su Carta Fundamental.  Esto es normal y es expresión de la madurez cívica de un pueblo.

La actual Constitución tuvo su origen en dictadura, no responde a las necesidades de nuestra época ni favorece a la democracia. Ella fue impuesta por unos pocos sobre la mayoría. Por eso nació sin legitimidad y no ha podido ser aceptada como propia por la ciudadanía.

Es cierto que desde el retorno de la democracia le hemos introducido cambios importantes, que han atenuado su carácter autoritario, pero aún tiene mecanismos que obstaculizan el pleno ejercicio de la democracia y que no pueden ser eliminados con nuevos intentos parciales.

Por eso, ha llegado el momento de cambiarla. Chile necesita una nueva  y mejor Constitución, nacida en democracia y que exprese la voluntad popular.  Una legítima y respetada por todos, que la conviertan en un motor de unidad nacional. Eso ha sido lo que consistentemente ha venido demandando la ciudadanía y es uno de los principales compromisos por el que fui elegida.

Ese es el compromiso que hoy empezamos a hacer realidad, y lo haremos como nos lo exige una obra de esta magnitud: con sentido de Estado y carácter republicano; con espacios reales de participación y diálogo entre todos los ciudadanos y ciudadanas, y dentro de los canales de nuestra institucionalidad.

Debemos basarnos en la solidez de nuestras tradiciones jurídicas y, al mismo tiempo, dar curso a nuestra capacidad de avanzar hacia una sociedad más abierta y moderna.

¿Cuáles son los principales pasos de este proceso?

En primer lugar, iniciaremos en los próximos días una etapa de educación cívica y constitucional, para que todos tengamos la información necesaria para involucrarnos activamente.  Este primer momento durará hasta Marzo del próximo año.

A partir de Marzo del 2016, realizaremos un proceso ordenado de diálogos ciudadanos, donde todos puedan participar.  Partiremos por las comunas, seguiremos por las provincias y regiones, para terminar con una síntesis a nivel nacional.

Y el resultado de estos diálogos serán las “Bases Ciudadanas para la Nueva Constitución”, que me serán entregadas en Octubre del 2016.

Debemos estar seguros que este proceso participativo sea libre, transparente, sin distorsiones ni presiones de ningún tipo. Por eso nombraré en las próximas semanas un Consejo Ciudadano de Observadores que acompañe el proceso y dé garantías de transparencia y equidad.

Será un grupo de ciudadanos y ciudadanas de reconocido prestigio, que permita dar fe de la calidad del proceso.

Luego transformaremos las Bases Ciudadanas en un proyecto de nueva Constitución, que recoja lo mejor de la tradición constitucional chilena y que esté acorde con las obligaciones jurídicas que Chile ha contraído con el mundo.

A inicios del segundo semestre del 2017, presentaremos ante el Congreso de la República este proyecto de una nueva Constitución.

Sin embargo, no basta con tener un proceso participativo y un proyecto para que la nueva Constitución sea realidad, pues la actual Constitución no contempla mecanismos para elaborar una nueva Carta Fundamental.

Por eso necesitamos darle un cauce institucional dentro de nuestra actual legislación, para que sea viable. Por eso, a fines del 2016 enviaremos al Congreso un proyecto de reforma de la actual Constitución para que, por dos tercios de sus miembros en ejercicio, establezca los procedimientos que hagan posible dictar una nueva Carta Fundamental.

En esta reforma, propondremos al actual Congreso que habilite al próximo para que sea él quien decida, de entre cuatro alternativas, el mecanismo de discusión del proyecto enviado por el Gobierno y las formas de aprobación de la nueva Constitución.

La primera alternativa es formar una Comisión Bicameral de Senadores y Diputados; la segunda, formar una Convención Constituyente mixta de parlamentarios y ciudadanos; la tercera es la convocatoria a una Asamblea Constituyente.  También propondremos una cuarta alternativa, en la que el Congreso pueda convocar a un plebiscito, para que sea la ciudadanía la que decida entre las anteriores alternativas.

La decisión del mecanismo recaerá en el nuevo Parlamento elegido en el 2017, con el nuevo sistema electoral que aprobamos este año, con una nueva ley de partidos y una ley de financiamiento electoral. Es decir, dotado de mayor legitimidad, representatividad y transparencia.

Propondremos que esa decisión pueda tomarla el Congreso por una razonable mayoría de tres quintos.

Esta reforma constitucional es un paso necesario y de la mayor importancia. Ella abrirá, por fin, el camino que nos permita tener una Constitución verdaderamente de todos y para todos.

Por eso, esta reforma debe tener aceptación transversal y amplia mayoría; y darse a través del diálogo franco con las fuerzas políticas representadas en el Parlamento.

Confiamos que la ciudadanía aprobará con fuerza esta propuesta y que todas las fuerzas políticas se abrirán de buena fe a este patriótico consenso.

La instancia constituyente que el próximo Congreso elija, deberá discutir el proyecto enviado por el Gobierno, fundado en las Bases Ciudadanas para una Nueva Constitución.

Finalmente, este proyecto, una vez sancionado por dicha instancia, deberá ser sometido a un plebiscito vinculante, para su ratificación por parte de los ciudadanos.

Compatriotas:

El proceso de elaboración de una nueva Constitución ya está en marcha. Partió del momento en que millones de chilenos y chilenas manifestaran en las urnas su voluntad de cambio.

Estamos convocándolos a todos ustedes a un ejercicio natural de la vida democrática y, por lo mismo, sabremos llevarla adelante sin alterar nuestra normalidad institucional, ni las vidas cotidianas de los chilenos y las chilenas.

Estamos todos convocados y haremos todo lo necesario para que nadie se sienta excluido. Por el contrario, daremos garantías para que todas las voces de Chile puedan expresarse y sean parte de un  cambio que es necesario para consolidar un país más libre, más justo y que encamina a todos hacia un destino mejor.

¡Viva Chile!

Síguenos y suscríbete a nuestras publicaciones

Comparte ✌️

Comenta 💬