PentaGate-UDI y NueraGate: delito, ética y estética de las castas en el poder

Por donde se le mire, un préstamo de 6.500 millones de pesos no lo puede lograr cualquier persona de a pié, mucho menos una pequeña PIME, que hace tiempo tiene suspendido los créditos bancarios. Por lo demás, nadie creería que, de la noche a la mañana, un ciudadano cualquiera tuviera una entrevista con el principal accionista del Banco de Chile, Andrónico Luksic.

Por Mauricio Becerra

15/02/2015

Publicado en

Política

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sebastian davalos

En Chile, la única ley que existe es la del embudo, pues el Estado de derecho es un verdadero sarcasmo, y hablar de igualdad ante la ley, francamente, produce hilaridad. Si no existiera “el peso de la noche” – una inconsciencia permanente de muchos analfabetos políticos y funcionales – hace mucho tiempo que estas castas políticas, empresariales y religiosas habrían sido expulsadas con una patada en el trasero. En un solo día se lee en la Prensa investigativa –CIPER Chile, por ejemplo – la existencia de tres escándalos, protagonizados por los poderosos de Chile: El PentaGate-UDI, el NueraGate y los dineros depositados por los más ricos del país en paraísos fiscales – estos últimos, descubiertos por una denuncia ante el gobierno francés, que está realizando una indagación acerca de dineros en países como Suiza y, además, en las Islas Vírgenes, lugar predilecto para las inversiones de los millonarios chilenos.

Un mínimo de lógica nos impide comparar el PentaGate-UDI – que tiene graves aristas delictuales, ahora en los tribunales de justicia – con el NueraGate, que no es antiestético – como lo afirma, en forma muy torpe el vocero subrogante, José Antonio Gómez – sino sobre todo que atenta contra la ética y la transparencia de un gobierno que postula cambios en pro de la igualdad para todos los ciudadanos chilenos.

No comulgo, bajo ningún aspecto, con el aprovechamiento que está haciendo la derecha en este caso particular para conseguir un empate moral y, de esta manera, limpiar toda culpa en los distintos delitos – fraude al fisco, asociación ilícita, cohecho…- pero soy inflexible en criticar la inmoralidad y falta de transparencia, en que aparece implicada la familia directa de la Presidenta de la República.

Todos sabemos que nadie elige a la familia en que nace, en consecuencia, no se puede culpar la Mandataria por los deslices de su hijo, Sebastián Dávalos, y de su nuera, Natalia Compagnon, sin embargo, desde su última candidatura, el comentarista Tomás Mosciatti denunció uno de los placeres de Dávalos por los autos de lujo y, sobre todo, por el dinero. Era una buena época para haber tomado en serio el consejo del Presidente Mujica “que a quien le guste la plata, se debe mantener alejado de la política”, por el contrario, la Presidenta lo nombró en el cargo de “primer damo”, institución ridícula, siútica y aprovechadora de las delicias del poder, muy propia de nuestra faramalla de país.

Si los personajes de las castas en el poder tuvieran un mínimo de inteligencia, y que por previsión propendieran a conservar el poder, hace mucho tiempo que hubieran expulsado del Parlamento a Ena von Baer y a Iván Moreira, quienes han reconocido, públicamente, haber ganado las elecciones con aportes de la “caja pagadora” del Banco Penta y, para rematar, a cambio de boletas falsas. Pienso que aun cuando Sebastián Dávalos no haya cometido delito, sí debiera dar un paso al costado, en nombre de la ética y de la transparencia.

En este caso concreto, un mínimo de lealtad filial exigiría un gesto de renunciar al cargo e irse “becado” al exterior con miras a un doctorado, por ejemplo, en economía o ciencia política.

Por donde se le mire, un préstamo de 6.500 millones de pesos no lo puede lograr cualquier persona de a pié, mucho menos una pequeña PIME, que hace tiempo tiene suspendido los créditos bancarios. Por lo demás, nadie creería que, de la noche a la mañana, un ciudadano cualquiera tuviera una entrevista con el principal accionista del Banco de Chile, Andrónico Luksic; supongamos que “Perico Pérez” ganara el Loto para hoy, con un pozo de tres mil millones de pesos – la mitad del crédito acordado a Natalia Compagnon, esposa de Sebastián Dávalos – y pidiera entrevista con Luksic, ¿cree usted que se la concedería? A lo mejor sí, pues este país está podrido por el amor al dinero y a una codicia sin límites. Cada vez nos parecemos más a la monarquía de los banqueros que caracterizó a Francia en la época del rey Luis Felipe.

Rafael Luis Gumucio Rivas

El Clarin

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