Una lucha por nuestros animales

Los futuros abogados de la Chile que dan la pelea por el Derecho Animal

El compromiso de una agrupación abolicionista por instalar esta rama del Derecho en la Casa de Bello.

Por Carlos Montes

10/04/2015

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Imagen de Cristian Bone S.

¿Sabía usted que los animales, como su perro que le ladra y le mueve la cola cuando usted entra a la casa, son consideradas “cosas muebles” en nuestro Código Civil? En la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile hay un grupo de estudiantes que desde hace aproximadamente un año ha comenzado a movilizarse para promover un cambio de ese estatus y dar la pelea por los animales en el ámbito jurídico.

Es la agrupación Derecho y Defensa Animal, integrada por 18 estudiantes y egresados de esa carrera. “Nació con el objetivo principal de instaurar en la Facultad la rama del Derecho Animal”, nos explica Ariadna Beroiz. Un interés y estudio, explica, que en universidades como las de Harvard y Stanford en Estados Unidos, por ejemplo, ya es una realidad. “No podía ser que en la Universidad de Chile, siendo una de las mejores en cuanto a Derecho, ni siquiera se haya tratado el tema seriamente a nivel académico y estudiantil”, agrega Mariana Von Muhlenbrock.

“¿Acaso los animales se van a poder casar? ¿Van a tener derecho a voto?”, recuerda Mariana que les decían irónicamente en un comienzo. “Nosotros abogamos por que se protejan los intereses que efectivamente tienen los animales en cuanto a su capacidad de sentir. Creemos que estamos frente a una nueva realidad moral y que no podemos ser ciegos ante eso”, explica. Reconoce que si bien hay escepticismo en cuanto a qué tipos de derechos deben tener los animales, “en general el estudiantado está dispuesto a abrirse a esta nueva rama del Derecho”.

“En las facultades de Derecho de España es una discusión relevante”

La tarea comenzó por estudiar más sobre el tema, juntar bibliografía, abrir líneas investigativas y también ponerse en contacto con activistas y académicos a nivel internacional. Así fue como Ariadna durante un intercambio en España, junto con evidenciar el contraste que existe entre la tauromaquia y la defensa de los animales, pudo entrevistarse con Oscar Horta y Daniel Dorado, este último reconocido abogado de animales; con Pablo de Lora Deltoro, docente e investigador de la Universidad de Madrid; y con el filósofo Jesús Mosterín, también reconocido defensor de los animales, y quien participará del congreso que la agrupación realizará en abril de 2016 en la Facultad de Derecho y en donde por primera vez se abordará con experimentados exponentes extranjeros el tema del Derecho Animal. “Es bastante diferente. En las facultades de Derecho de España el tema es discutido, es una discusión relevante”,  asegura Ariadna.

La labor fue también convocar no solo a sus compañeros, sino que también a académicos y a interesados de otras casas de estudios. Así se les unieron, por ejemplo, dos alumnas de la Diego Portales y la Adolfo Ibáñez. “Hemos sido bien acogidos, es una iniciativa estudiantil que trasciende al estudiantado”, sostiene Von Muhlenbrock. De hecho, consiguieron que uno de sus profesores de Derecho Civil –vegetariano anónimo hasta entonces, cuentan ellas- expusiera en una de las actividades más importantes que han realizado hasta ahora: El foro “Nuevo Estatus Jurídico para los Animales en Chile”, realizado a mediados de noviembre de 2014 en su facultad.

Foto agrupación

La capacidad de sentir

El Artículo 566 del Código Civil señala que «las cosas corporales se dividen en muebles e inmuebles», a lo que el Artículo 567 agrega que «muebles son las que pueden transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose ellas a sí mismas, como los animales (que por eso se llaman semovientes)…”, regulando de paso la forma de adquirir su dominio. Una “falta de armonía en el ordenamiento jurídico”, piensa Mariana al respecto, contrastándolo con el hecho de que a nivel penal el maltrato animal está tipificado como delito. Esto llamó poderosamente la atención de los integrantes de la agrupación desde un comienzo, por lo que junto al apoyo de algunos profesores decidieron realizar el mencionado foro, que contó con el patrocinio de los departamentos de Derecho Privado y Ciencias Penales.

El objetivo fue discutir qué consecuencias tendría establecer un nuevo estatus jurídico para los animales. “Lo que proponemos es que el criterio relevante a la hora de definir quiénes merecen respeto, quiénes tendrán derechos, es la capacidad de sentir”, explica Von Muhlenbrock. Y agrega: “Porque si tú piensas solo en la racionalidad –que es la que tendríamos los seres humanos- dejas afuera a ciertos humanos como, por ejemplo, bebés recién nacidos, deficientes mentales que no son capaces de tener la racionalidad al 100%”.

“El Derecho de una sociedad refleja nuestros comportamientos”

Con la ayuda de académicos, hoy están en proceso de redacción de su propuesta de cambio de estatus de los animales de “cosas muebles” a “sintientes”. “Abrimos líneas investigativas que van a unir distintas áreas de distintas facultades de la Universidad de Chile -como Veterinaria, Medicina- para llegar a un consenso en cuanto al proyecto y para que sea redactado de modo tal que sea fácil de aprobar”, cuenta Mariana.

Ariadna agrega que han considerado lo que ocurrió no hace mucho en Francia, donde la sociedad en su conjunto se sumó a la discusión sobre qué hacer con la relación animal-humano. Sin embargo, frente a una propuesta de cambio muy radical apareció el poder de las agrupaciones de caza y pesca, así como del sector de la agricultura y la ganadería, por lo que no dudan que en Chile esos intereses económicos también vayan a obstaculizar un cambio. En ese país, finalmente se cambió el estatus de los animales a “sintientes”, pero no se avanzó en cuanto a sus derechos. “Queremos que vaya siendo gradual, que la sociedad lo vaya recibiendo bien, porque al final el Derecho de una sociedad refleja nuestros comportamientos”, plantea Beroiz.

Por eso mismo Mariana y Ariadna reconocen que la lucha de su agrupación será de largo aliento, considerando el peso que tiene en Chile lo que para algunos son consideradas “tradiciones” o parte de nuestra “cultura”, como el rodeo. “Antes también era tradición o algo cultural que la mujer tenía que ser virgen hasta el matrimonio o que estaba bien pegarle a las mujeres”, dice Von Muhlenbrock. “O arrojar a una virgen desde un volcán”, agrega Beroiz. “No podemos basarnos en la tradición para seguir justificando prácticas que claramente dan un sufrimiento totalmente innecesario al novillo; o sea, que por pegarle en ciertas partes tú ganes ciertos puntos, lo que hace que terminen todos fracturados y reventados por dentro”, critica Mariana.

Junto con la “tradición” es también lo que Mariana llama “esquizofrenia moral” contra lo que la lucha por los derechos de los animales choca una y otra vez. “El maltrato animal a la mayoría de la gente le parece horroroso, pero no tienen ningún problema con ir al supermercado a comprar un pedazo de carne, casi como si fuera un pedazo de piedra, y comérselo. No sé si será una hipocresía, pero como que no tuvieran noción de que eso antes era una vida, como la de su perro, el gato o en animal doméstico que tengan”, dice Ariadna.

Foro Nuevo Estatus Jurídico para los Animales en Chile

Abolicionistas y veganos

Las estudiantes explican que al problema de que los animales sigan siendo considerados “cosas muebles” se suma otro aún más difícil de combatir: el que sean considerados como propiedad de otros, de los seres humanos, de nosotros. “Toda la legislación que se ha hecho, desde el inicio de los tiempos, donde se han creado leyes que son supuestamente anticrueldad, están hechas solamente en base al interés del humano”, explica Ariadna. Es decir, que cuando un animal es maltratado, el afectado es finalmente su dueño –en cuanto su propietario- y no el animal mismo como poseedor del derecho a no ser dañado. Peor aún cuando un perro no tiene dueño: ¿Quién aboga por él? De ahí que las agrupaciones pro animal estén desprotegidas para iniciar acciones legales, pues por reglas procesales solamente la víctima podría querellarse –en este caso, el animal- o su dueño.

De hecho, nos explican que ni siquiera la Ley de Protección Animal basta, ya que ésta tiene aplicación supletoria, es decir, que si no existe otra ley solo en ese momento se aplicará. “¿Qué sacamos con crear una ley que finalmente no se aplique o que no tenga ninguna cabida dentro de la regulación para, por ejemplo, los animales de mataderos o para las lecherías?”, se pregunta Ariadna.

De ahí que en Derecho y Defensa Animal, junto con ser en su mayoría veganos, se definan como una agrupación “abolicionista”. Una postura que se diferencia del “bienestarismo”, que acepta que un animal sea usado como medio para un fin –investigación o alimentación, por ejemplo- siempre y cuando exista una regulación para que se le infunda el menor dolor posible o no se provoque uno innecesario. El “abolicionismo”, en cambio, se opone a cualquier tipo de uso por parte de un ser humano de otro animal no-humano. “Creemos que los animales no pueden ser medios para ningún fin humano”, explica Von Muhlenbrock.

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Por Daniel Labbé Yáñez

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