Estas son algunas estrategias de EEUU para impedir el derecho al voto popular

Estados Unidos con todo su poder mediático se ha vendido a sí misma ante la humanidad, y durante mucho tiempo, como “la principal democracia del mundo”

Estados Unidos con todo su poder mediático se ha vendido a sí misma ante la humanidad, y durante mucho tiempo, como “la principal democracia del mundo”. Pero, no existe nada más alejado de la realidad. Basta recordar su historial -igualmente largo- de negativas y obstáculos que imponen a sus ciudadanos para negarles su derecho al voto.

Un ejemplo palpable y actual es lo que ocurre en Texas, de cara a las presidenciales del 3 de noviembre. En medio de la pandemia, muchos estados no exigen a sus ciudadanos una razón de peso para votar por correo.

Mientras, Texas solo permite esa opción a mayores de 65 años y aquellos que no pueden movilizarse de su domicilio. De resto, su legislación no acepta que las personas se registren para votar en línea.

Incluso, con la avalancha de casos de COVID-19 que padece EE. UU. desde hace meses, Texas ha luchado con uñas y dientes en los tribunales federales y estadales para mantener esas restricciones.

En septiembre, el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, emitió abruptamente una polémica orden al respecto. La medida limita a cada condado del estado a ofrecer una sola urna para recibir los votos por correo. Eso afectó a condados como Harris, favorable a los demócratas, con 1,700 millas cuadradas y 2.4 millones de votantes. Allí solo se podía ofrecer un lugar para que los votantes depositaran sus boletas.

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El voto negado históricamente

Esta batalla que se desarrolla en Estados Unidos es continuación de una lucha de siglos por el derecho al sufragio. Por ejemplo, a los afroamericanos se les negó formalmente el derecho al voto tras la fundación de la nación. Incluso, cuando se les otorgó acceso en el siglo XIX, varios estados decidieron implementar dispositivos para dificultar ese proceso.

Algunos estados establecieron impuestos electorales, pruebas de alfabetización y leyes de privación de derechos de delincuentes. Cada medida estuvo diseñada específicamente para mantener a los afroamericanos fuera de las urnas.

En 1965, la Ley de Derechos Electorales fue una joya para el movimiento de derechos civiles. La norma debilitó muchas de esas herramientas racistas. Por ejemplo, requirió que estados con un historial de discriminación electoral, como Texas, obtengan cambios en la votación previamente aprobados antes de que entren en vigencia.

Pero, en 2013, la Corte Suprema anuló esa disposición, diciendo que “ya no era necesaria”. Entonces, los estados, liberados de la supervisión federal, desataron una ola de nuevas restricciones al voto. Acá se incluyen nuevas leyes de identificación de votantes y esfuerzos para cerrar los lugares de votación.

“Las fuerzas que apoyaron los impuestos electorales y las pruebas de alfabetización son las mismas que se sienten igualmente cómodas en el siglo XXI”. Así se expresó Carol Anderson, profesora de la Universidad de Emory en Atlanta, entrevista con The Guardian.

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¿Hay supresión del voto en 2020?

Ahora, en 2020, estos instrumentos “apuntan a los afroamericanos con precisión casi quirúrgica”. Lo hacen identificando a esos no deseados y poniendo obstáculos adicionales “para emitir un voto ausente”. Recordemos que la polémica surge porque se da en medio de una pandemia global.

Debajo de todo esto, muchos ven un intento cínico del Partido Republicano para no ceder el Poder Ejecutivo. Por ello, hacen deliberadamente más difícil el voto a las personas que tienen menos probabilidades de apoyarlos. Aca destacan los grupos minoritarios, los jóvenes y los pobres.

A la fecha, los republicanos han logrado su cometido. Con un esfuerzo sin precedentes, en 2010 y 2011 trazaron distritos electorales que cimentaron su control de las legislaturas estatales. Y, estas instancias dan forma a las leyes electorales en Estados Unidos, especialmente en estados clave para la elección presidencial. En este apartado se pueden mencionar a Pensilvania, Michigan y Wisconsin.

La pandemia puso de manifiesto lo profundamente arraigada que es esta estrategia en el Partido Republicano. Hoy, los estadounidenses enfrentan un riesgo de salud sin precedentes. Aún asi, millones de personas deberán esperar por horas en filas para emitir sus votos en persona.

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De forma descarada, los republicanos lucharon contra los esfuerzos para facilitar el voto por correo. No permitieron que varios estados eliminarán el requisito de presentar una causa de fuerza mayor para poder votar por correo. También impidieron que se enviara automáticamente por correo a los votantes las solicitudes de boleta del voto en ausencia.

Muchos estados requieren que los votantes devuelvan sus boletas a los funcionarios antes del día de las elecciones. Pero, después de retrasos generalizados en el correo en verano, muchos funcionarios locales alentaron a los votantes a devolver sus boletas de voto en ausencia en persona, en buzones de entrega seguros físicamente.

¿Qué sucede en los estado clave para esta elección?

Los republicanos en Pensilvania, Ohio, Florida y Texas se movilizaron rápidamente para tratar de limitar el uso y ubicación de los buzones de entrega. Eso dificulta innecesariamente que los votantes devuelvan sus boletas.

«Este año me preocupa la situación. Los servicios prácticos y de sentido común para los votantes se han politizado y convertido en armas con intereses partidistas». Así lo expuso Tammy Patrick, asesora principal del Fondo para la Democracia.

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Incluso, preocupados por las demoras en el correo, los demócratas y grupos de derechos electorales demandaron en tribunales que los funcionarios electorales están obligados a contar las boletas si tienen matasellos del día de las elecciones, aunque lleguen días después.

Entonces, aunque la corte suprema de Pensilvania, a pesar de la fuerte objeción de los republicanos, ordenó una extensión de tres días, los tribunales han mantenido la fecha límite del día de las elecciones en Michigan y Wisconsin, dos estados clave que probablemente darán forma al resultado de la carrera de 2020.

Esas decisiones significan que miles de boletas probablemente serán rechazadas. ¿El motivo? Simplemente porque llegan días después, independientemente de cuándo el votante las envió por correo.

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El «papel» de la Corte Suprema con el voto ausente

A pesar de todos los ataques republicanos al derecho al voto, su aliado más poderoso ha sido la Corte Suprema. También, los tribunales de apelaciones federales inferiores en los que Trump ha designado un número sin precedentes de jueces.

En ese sentido, la Corte Suprema adoptó una postura descarada en contra de los votantes. El tribunal se negó a facilitar la fecha límite de recepción de boletas en Wisconsin, los requisitos de testigos en Carolina del Sur o permitir que los condados de Alabama ofrezcan votación en la acera.

La mayoría conservadora en la Corte sostiene que los tribunales federales no deben interferir con las reglas de votación en víspera de una elección. Además, agregan que tampoco deben cuestionar a los legisladores estadales, quienes tienen la autoridad constitucional para establecer las reglas electorales.

La Corte Suprema también se negó a bloquear una ley de Florida redactada por los republicanos, que requería que las personas con condenas por delitos graves pagaran sus deudas financieras antes de poder votar nuevamente.

Al respecto, citada por The Guardian, la jueza Sonia Sotomayor denunció que la medida impediría que la gente votara «simplemente porque son pobres». En ese sentido, se estima que 774.000 personas en Florida, uno de los estados indecisos, no pueden votar porque deben dinero.

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La jueza «amiga» de Trump

Esas acciones de la Corte Suprema son más alarmantes aún, si se recuerda que es poco probable que Donald Trump reconozca los resultados si pierde. En repetidas ocasiones ya dijo que la elección tiene aroma de “fraude” y que es posible que termine en tribunales.

Ahora, con la confirmación de la jueza -y su amiga- Amy Coney Barrett, Trump tiene una firme mayoría de 6-3 en el máximo tribunal. Entonces, de perder, los medios ya adelantan que esperan peleas legales para intentar que las papeletas que apoyen a Joe Biden sean descalificadas por tecnicismos.

La Corte Suprema tendrá un papel descomunal porque se politizó. Creo que el presidente aspira que la Corte acepte solo un resultado determinado, pero no creo que ese resultado esté garantizado”, comentó Franita Tolson, profesora de derecho constitucional en la Universidad del Sur de California, citada por The Guardian.

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A pesar de los obstáculos, muchos ciudadanos contraatacan. Según varios medios estadounidenses, se registra una marea de participación en las semanas previas a las elecciones. Incluso, se estima que ya 73 millones de personas votaron anticipadamente, mucho más que en el registro de 2016.

En Texas, con un historial de abismal participación electoral, el voto de los jóvenes aumenta y el estado se acerca rápidamente a la participación total de 2016. Los expertos esperan que sea la participación general más alta en una carrera presidencial desde 1908, reseña The Guardian.

Ahora, si eso último se da, seguramente los republicanos usen estos números como evidencia de que las afirmaciones de supresión de votantes fueron exageradas. Pero, la supresión existe, incluso si hay una participación récord, porque quizás nunca se sepa cuántas personas se vieron disuadidas de votar porque no querían arriesgar su salud o conseguir un testigo o tener una identificación adecuada.

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