Cuando éramos niños queríamos ser grandes y ahora, más grandes, morimos por volver al pasado y aprender a disfrutar cada momento de nuestra infancia, porque sabemos que es una etapa que no volverá y que debemos lidiar con el hecho de que la dejamos ir como si no importara vivirla como única.
Queríamos probar todo, conocer lo que los más grandes hacían, consumir alcohol, fumar a escondidas y en ocasiones, nos imaginábamos cómo era un beso o hasta el sexo. Todo era especulación. Nos encantaba ver esas películas que mostraban el cuerpo un poco más. Era extraño mirarlas al lado de nuestros padres pero la premura por hacerlo podía más.
Nos encontrábamos ante las nuevas experiencias a cada instante y nos sorprendían las sensaciones que invadían nuestro cuerpo. Ya no queríamos ser niños, nos urgía crecer y poder entrar a los lugares prohibidos: funciones de cine clasificación C, billares, fiestas, casinos y hasta antros eran nuestros anhelos. Los veíamos con ansiedad y deseo, no podíamos esperar tener una identificación falsa o que el tiempo se fuera volando para poder cumplir nuestro sueño.
Si vivieras en Rusia, no tendrías que esperar a crecer. En Underground Garage, un antro para niños en Chelyabinsk, Rusia, los niños pueden disfrutar la fiesta toda la noche. En las fotos se les observa tomando, bailando casi desnudos, con ropa para adultos, besándose, jugando y divirtiéndose como si fueran unos pequeños adultos enanos y poco desarrollados que han caído en una línea del tiempo en la que sólo físicamente son más pequeños.
Ellos posan para las fotos, utilizan el tubo para hacer sus espectáculos semieróticos y juegan a ser adultos como si no tuvieran tiempo para esperar a crecer. Las barras del lugar están repletas de tragos y algunos medios aseguran que el pecado mismo está en las calles rusas al ver estas imágenes.
Otros más prudentes aseguran que se trata de un lugar en el que no se vende nada de alcohol y los pequeños sólo juegan a ser adultos, imitando a los que toman y bailan desenfrenadamente. “Underground Garage crea una nueva mentalidad que hace que los jóvenes tomen y se vuelvan promiscuos”, aseguran. Los chicos tienen un pase completo para hacer lo que ellos quieran y vivir la vida adulta por una noche.