Partimos diciendo que condenamos el uso de animales con cualquier fin recreativo; creemos que ellos son poseedores de absolutos derechos y que violentarlos o forzarlos a que hagan cosas que no quieren, no tiene excusa alguna. Pero a pesar de lo anterior, en muchas partes del mundo se sigue usando a animales para desarrollar espectáculos.
En Tailandia, un adiestrador de cocodrilos decide meter la cabeza el hocico de uno de estos enormes animales y lo que le pasa es la confirmación de que estos seres vivos no deben ser objeto de ningún tipo de espectáculo.