«Somos cinco mil»: La historia del último poema que escribió Víctor Jara antes de su asesinato y al que la IA dio voz y música

“La canción nace en un contexto desolador; tan sólo horas antes de que Víctor Jara fuera asesinado brutalmente, y nos relata el dolor que se vivió tras el golpe de Estado", destacan desde la revista digital All Acces, encargada de desarrollar el proyecto de IA.

Horas antes de ser torturado por última vez y acribillado con 44 disparos por la dictadura en septiembre de 1973, Víctor Jara escribió el que sería su último poema. El texto, que expresa el horror que atravesó el cantautor en el Estadio de Chile, logró sortear a los militares gracias a su amigo Boris Navia Pérez y otros detenidos que arriesgaron su vida para se convirtiera en un símbolo de la resistencia.

A 50 años del golpe de Estado contra el Presidente Salvador Allende y el asesinato del chillanejo, Un proyecto impulsado por Inteligencia Artificial trajo de vuelta a la voz de Víctor Jara entonando los versos que hoy se leen en el estadio capitalino que lleva su nombre.

La iniciativa, a cargo de la revista digital All Acces, permitió musicalizar el que, hasta ahora, es el último texto que se conoce del cantautor y que con los años, se conoció como “Estadio Chile”, “Canto que mal me sales” y “Somos cinco mil”.

“La canción nace en un contexto desolador; tan sólo horas antes de que Víctor Jara fuera asesinado brutalmente, y nos relata el dolor que se vivió tras el golpe de estado. La preservación de la letra fue posible gracias a distintas personas que arriesgaron su vida con tal de que este escrito pudiese ver la luz, pasando por cajas de fósforos y suelas de zapatos hasta lograr escapar delas paredes que aprisionaban al artista”, detallaron desde el citado medio.

La historia de Víctor Jara y «Somos cinco mil»

Las últimas horas de vida del cantautor y poeta Víctor Jara han pasado a la historia no solo por la crueldad con que la dictadura chilena encabezada por Augusto Pinochet lo torturó y asesinó el 16 de septiembre de 1973, sino también porque, aún en sus momentos más angustiosos, el artista logró expresarse con un poema que pasó a la posteridad.

Jara fue de los 5.000 ciudadanos detenidos por la dictadura que había sido conducido al Estadio Chile de Santiago, un recinto cerrado donde, al igual que muchos otros, sufrió golpizas y severas torturas; incluyendo la rotura de sus dedos y el corte de su lengua, como símbolo de ultraje a su capacidad de cantar y tocar la guitarra.

Antes de ser acribillado con 44 disparos, Víctor Jara pidió un pedazo de papel a Boris Navia Pérez, quien también había sido detenido en la Universidad Técnica del Estado el 12 de septiembre, un día después del Golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende.

Navia Pérez reconstruyó las últimas horas de Jara y contó la épica historia de cómo los compañeros de detención del cantautor se las ingeniaron para que su poema no fuera detectado y destruido por los soldados de la dictadura.

Durante un homenaje al cantautor realizado en el año 2003, recordó que el 15 de septiembre de 1973, último día de Víctor Jara con vida, la noticia de que algunos prisioneros serían liberados esperanzó a los detenidos.

«Frenéticos empezamos a escribirles a nuestras esposas, a nuestras madres, diciéndoles simplemente que estábamos vivos. Víctor, sentado entre nosotros, me pide lápiz y papel», expresó en un relato leído durante la actividad.

«Y Víctor comienza a escribir, pensamos en una carta a Joan su compañera. Y escribe, escribe, con el apremio del presentimiento», añadió.

Según el relato, la inspiración de Jara fue interrumpida por los militares, que nuevamente lo alejaron de sus compañeros para volver a ensañarse con él. Esa fue la última vez que los demás prisioneros lo vieron con vida. Pero antes de ser llevado, pudo devolverle la libreta a Navia Pérez.

Los compañeros de Jara ya habían visto su cuerpo sin vida y habían sido trasladados a la fuerza al Estadio Nacional de Santiago, por lo que Navia Pérez, con intenciones de escribir, volvió a tomar la libreta.

«Me encontré en mi libreta, no con una carta, sino con los últimos versos de Víctor, que escribió unas horas antes de morir y que el mismo tituló ‘Estadio Chile’, conteniendo todo el horror y el espanto de aquellas horas», contó.

Luego de hallar el poema, acordó con sus compañeros conservarlo a como diera lugar, con la certeza de que si los militares lo encontraban lo destruirían en el acto.

«Un zapatero abrió la suela de mi zapato y allí escondimos las dos hojas del poema. Antes, yo hice dos copias de él, y junto al exsenador Ernesto Araneda, también preso, se las entregamos a un estudiante y a un médico que saldrían en libertad», narró.

La decisión de hacer copias del poema fue clave, ya que el propio Navia Pérez fue llevado a torturas horas más tarde. Allí un soldado examinó su zapato y encontró el poema.

«¿Por qué a los fascistas les interesaba el poema? Porque a cinco días del golpe fascista en Chile, el mundo entero, estremecido, alzaba su voz levantando las figuras y los nombres señeros de Salvador Allende y Víctor Jara y, en consecuencia, sus versos de denuncia, escritos antes del asesinato, había que sepultarlos», recordó Navia Pérez en su texto.

El detenido soportó las torturas con la esperanza de que, si los militares pensaban que habían logrado destruir el papel, había más posibilidades de que alguna de las copias lograran evadir los
controles.

«Una de las copias atravesó las alambradas y voló a la libertad», celebró Navia Pérez en su relato.

El periplo del poema fuera del Estadio Chile no fue menos épico. La copia que logró salir fue la del médico, que logró entregarlo a dirigentes comunistas en la clandestinidad. Una copia llegó al escritor chileno Camilo Taufic, que logró incluirlo en el libro Chile en la hoguera de 1974, divulgada de forma clandestina en Santiago.

Otra copia fue entregada a la viuda de Jara, Joan Turner, en el exilio por integrantes del grupo Quilapayún, al que Jara había pertenecido.

Simbolo de resistencia

Aunque Víctor Jara no pudo ponerle música a la letra, el poema ha sido musicalizado por reconocidos artistas como Isabel Parra, bajo el título de Ay canto que mal me sales, o el estadounidense Pete Seeger.
Bajo el título Somos Cinco Mil, también fue versionado por la banda de rock psicodélico chilena Mr.Pilz.

El poema también sirvió de inspiración para otras formas de arte, como el mural confeccionado por el artista Jorge Tacla y ubicado en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago.

El homenaje musical realizado con inteligencia artificial se conoce a 9 días después de la sentencia judicial contra los asesinos del cantautor, y a 9 días que se conmemore su fallecimiento en el marco de los 50 años del Golpe de Estado.

Letra de «Somos cinco mil»

Somos cinco mil aquí
en esta pequeña parte la ciudad.
Somos cinco mil.
¿Cuántos somos en total
en las ciudades y en todo el país?
Sólo aquí,
diez mil manos que siembran
y hacen andar las fábricas.
Cuánta humanidad
con hambre, frío, pánico, dolor,
presión moral, terror y locura.

Seis de los nuestros se perdieron
en el espacio de las estrellas.
Uno muerto, un golpeado como jamás creí
se podría golpear a un ser humano.
Los otros cuatro quisieron quitarse
todos los temores,
uno saltando al vacío,
otro golpeándose la cabeza contra un muro
pero todos con la mirada fija en la muerte.
¡Qué espanto produce el rostro del fascismo!
Llevan a cabo sus planes con precisión artera
sin importarles nada.
La sangre para ellos son medallas.
La matanza es un acto de heroísmo.
¿Es este el mundo que creaste, Dios mío?
¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo?
En estas cuatro murallas sólo existe un número
que no progresa.
Que lentamente querrá más la muerte.

Pero de pronto me golpea la consciencia
y veo esta marea sin latido
y veo el pulso de las máquinas
y los militares mostrando su rostro de matrona
llena de dulzura.
¿Y México, Cuba y el mundo?
¡Qué griten esta ignominia!
Somos diez mil manos
menos que no producen.
¿Cuántos somos en toda la patria?
La sangre del compañero Presidente
golpea más fuerte que bombas y metrallas.
Así golpeará nuestro puño nuevamente.

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