En un inusual gesto de cooperación en medio de una guerra que ya se prolonga por más de tres años, Rusia y Ucrania realizaron este viernes la primera fase de un importante intercambio de prisioneros, trayendo de vuelta a cientos de soldados y civiles a sus respectivos países.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, confirmó el retorno de 390 ciudadanos ucranianos, muchos de ellos recibidos con lágrimas, vítores y banderas en la región de Cherníhiv. Desde el Ministerio de Defensa ruso se informó que una cifra equivalente de prisioneros rusos fue repatriada, trasladándolos a Bielorrusia para recibir atención médica.
Este intercambio marca el inicio del mayor canje de prisioneros desde el inicio de la invasión rusa en 2022. Se produce días después de una reunión bilateral en Estambul, la primera desde los inicios de la guerra, que si bien no logró avances concretos, permitió acordar la liberación de mil prisioneros por cada lado. A pesar de este acto humanitario, no se vislumbra un alto al fuego.

El operativo se llevó a cabo en la frontera con Bielorrusia y fue seguido con esperanza por familias ucranianas que, cartel en mano, buscaban entre los liberados el rostro de un ser querido. Algunos lograron reencontrarse, mientras otros siguen sin noticias.
Aunque el gesto ha sido calificado por Turquía como un “paso para generar confianza”, el camino hacia la paz sigue bloqueado. Las posiciones siguen siendo irreconciliables: mientras Ucrania, con respaldo occidental, exige un cese al fuego como primer paso, el Kremlin lo supedita al fin del envío de armas occidentales y a la retirada ucraniana de territorios ocupados.
El canciller ruso, Serguéi Lavrov, anunció que presentarán a Kiev un borrador con sus condiciones para un acuerdo “sostenible y a largo plazo”, pero fuentes ucranianas califican las demandas como “inaceptables”, incluyendo la retirada de tropas de las cuatro regiones anexadas ilegalmente por Moscú en 2022.
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En paralelo al intercambio, los ataques continúan con intensidad. Rusia bombardeó infraestructuras clave en Odesa, matando a dos personas, mientras las regiones de Jersón y Donetsk también fueron blanco de artillería y drones, con al menos cinco civiles fallecidos.
A pesar del simbolismo del canje, el conflicto sigue atrapado en una dinámica de violencia y desconfianza.
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