Washington D.C. 5 DE JUNIO DE 2025. Una conversación telefónica entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente de China, Xi Jinping, celebrada hoy, ha sido parcialmente filtrada a la prensa, generando una oleada de especulaciones y preocupación en los círculos diplomáticos globales. Los extractos revelan un diálogo tenso y, en ocasiones, contradictorio, que subraya la volátil dinámica entre las dos potencias mundiales.
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Según las filtraciones, la llamada, que duró aproximadamente 45 minutos (aunque según Trump, duró 90), abordó una serie de temas espinosos, desde la situación económica global hasta las crecientes tensiones en el Mar de China Meridional. Trump, con su estilo característico, habría presionado a Xi sobre las prácticas comerciales de China y la necesidad de un «juego más limpio» en el comercio internacional. Se reporta que Trump habría sugerido la imposición de nuevos aranceles si no se veían progresos sustanciales, una amenaza que no es nueva en su repertorio.
Por su parte, Xi Jinping habría mantenido una postura firme, enfatizando la soberanía china y defendiendo las políticas económicas de Beijing como esenciales para el desarrollo del país. Las filtraciones indican que Xi habría advertido a Trump sobre la «línea roja» en torno a Taiwán, un tema que siempre ha sido un punto de fricción. La conversación se habría vuelto particularmente áspera cuando Trump habría planteado, de forma velada, la posibilidad de reevaluar el apoyo de Estados Unidos a la política de «Una Sola China» si las negociaciones comerciales no avanzaban a su satisfacción.
Al final de la conversación, acordaron continuar con las negociaciones entre ambas potencias y se extendieron mutuas invitaciones para realizar visitas diplomáticas a sus respectivos países.
Los analistas políticos están divididos sobre el impacto de estas filtraciones. Algunos sostienen que la naturaleza informal y directa de Trump, incluso fuera de la presidencia, sigue siendo una herramienta de presión en el ajedrez geopolítico. Otros advierten que la falta de un canal diplomático formal para estas conversaciones podría desestabilizar aún más una relación ya frágil, creando incertidumbre y malentendidos. La fuga en sí misma es un indicio preocupante de la profunda desconfianza que permea las interacciones entre Washington y Beijing.
Desde 1979, la postura oficial de Estados Unidos en torno a la doctrina geopolítica de «una sola China» se ha basado en el reconocimiento de la República Popular China como el único gobierno legítimo de China. Sin embargo, esta postura se complementa con la Ley de Relaciones con Taiwán, que permite a EE.UU. mantener relaciones no oficiales con Taiwán y proveerle los medios para defenderse, sin respaldar explícitamente su independencia. Este equilibrio ha sido el pilar de la política estadounidense en la región durante décadas.
Donald Trump ha exhibido una postura notoriamente errática sobre la doctrina de «una sola China» a lo largo de su carrera política y post-presidencia. En ocasiones, ha cuestionado directamente su validez como herramienta de negociación con Beijing, utilizándola como moneda de cambio en disputas comerciales y de seguridad. Esta fluctuación ha generado una considerable ansiedad en Beijing, que percibe cualquier desviación de la política tradicional como una amenaza a su soberanía.
Durante este 2025, esta inconsistencia ha moldeado las relaciones, generando períodos de tensión aguda y obligando a los diplomáticos a navegar un terreno incierto, con Beijing reaccionando con cautela y en ocasiones con firmeza ante lo que considera provocaciones o intentos de socavar su posición.
FOTOGRAFÍAS: X/ FOTOCOMPOSICIÓN: EL CIUDADANO MÉXICO
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