Una protesta pacífica de jubilados frente al Congreso de Argentina, apoyada por hinchas de fútbol, sindicatos y movimientos sociales, terminó el pasado miércoles 12 de marzo en la mayor represión policial desde que Javier Milei llegó a la Presidencia, en diciembre de 2023.
Esa fecha quedó grabado en la memoria colectiva como un día de violencia desmedida. Bajo las órdenes del gobierno del denominado «libertario» su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, las fuerzas federales reprimieron usando balas de goma, gases lacrimógenos, carros lanza agua y bastonazos. El saldo: 114 detenidos, decenas de heridos, reporteros agredidos y víctimas que hoy cargan con secuelas irreversibles.
En esta movilización, los adultos mayores, que se encuentran en su mayoría en situación de pobreza por sus bajos ingresos, reclamaron una vez más sobre el recorte y la supresión de derechos aplicada por el mandatario de extrema derecha
En medio de la protesta, cientos de policías, desplegados en las inmediaciones del Congreso, cargaron contra los manifestantes disparando, lanzando gases lacrimógenos y haciendo uso de carros de agua.
La brutal represión a través de la cual Milei impuso «la ley del garrote» dejó un saldo de cientos de detenidos y decenas de heridos.

Durante esa jornada, Jonathan Leandro Navarro de 33 años perdió la visión del ojo izquierdo producto del disparo en el rostro que le efectuó un miembro de las fuerzas de seguridad en medio de la brutal represión por medio de la que Milei impuso «la ley del garrote».
Jonathan escuchó a sus padres hablar de los 80.000 pesos (argentinos) gastados en medicamentos que el PAMI ya no cubría. Ese diálogo lo empujó a sumarse a la movilización del 12 de marzo. «Me daba bronca ver cómo le pegaban a los viejos. Tenés que ser muy cagón para hacer eso», relató a Página 12.
Lo que siguió fue un disparo en el rostro que le efectuó un miembro de las fuerzas de seguridad. «Volví a casa con la cara llena de sangre. Cuando me vi al espejo, entendí todo». Tras múltiples cirugías en el Hospital Lagleyze, perdió la visión del ojo izquierdo.
Para este hincha del Chacarita, las noches se volvieron insomnio y ansiedad: «Pensaba en si volvería a jugar al fútbol. Los ruidos de motos me asustaban».
Hoy día, Jonathan evita la depresión aferrándose a su fe y su familia. Ya no va al gimnasio ni juega al fútbol. Su empleo con el que ayuda a sus padres, se redujo a tareas livianas.
«Le pido a Dios que me de fuerzas, me vengo aferrando mucho a él. También me hablan mucho mi familia y mi prima, pero a veces tengo esos segundos. La vida no es la misma”, destacó,
Un informe de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) confirmó que recibió un disparo antirreglamentario: el arma estaba en posición horizontal, prohibida por protocolos internacionales. A pesar de las dos causas judiciales abiertas, los procesos avanzan con lentitud.
Mientras tanto, Jonathan sigue con un tratamiento y estudios, aunque no sabe cuál será su futuro: “No me dicen que me pueda recuperar, pero yo quiero tener fe”, señaló.

Jubilados bajo ataque y represión
Ese miso 12 de marzo, además del salvaje ataque que sufrió el fotógrafoPablo Grillo que lo dejó al borde de la muerte, Beatriz Blanco (81) cayó al suelo tras ser agredida por n bastonazo de la Policía Federal.
Su hija, Paula Hipólito, relata: «Quedó deprimida. Además, días después murió su hermano». Aún así, Beatriz sigue yendo a las marchas, aunque ahora se queda en una esquina, lejos de los gases.
«Ella va con su bastón, muy despacito. No tiene ganas de salir, come poco, pero no va a dejar de luchar», señaló Paula a Página 12. En junio, Beatriz será operada de la vista, un problema que pudo agravarse por el golpe.
Susana Proe, médica jubilada de 68 años, recibió 14 puntos en la cabeza tras la represión del 26 de agosto de 2024. Hoy sufre neuralgias y afasia, experimentando unos latigazos de dolor que empiezan en la frente y se esparcen hacia el . «A veces siento como un hueso roto en mi cabeza», describe.
Egidio Contreras, fracturado por la Gendarmería, sigue marchando cada miércoles.
En conversación con Página 12 relató que desde que Milei asumió la Presidencia ha ido gaseado trece veces, la última fue el 28 de mayo.
«Debo ser una de las personas más gaseadas. No tienen piedad, es difícil de creer lo que te genera ese gas», indicó. Sin embargo, en el operativo represivo del 12 de marzo al menos dos gendarmes le pegaron tres bastonazos en la espalda mientras se manifestaba, provocándole una fractura en la costilla del lado derecho, por lo que todavía hoy sigue con dolores.
«Mi mochilita me amortiguó los golpes, sino me hubiesen roto los pulmones, me lo dijo el neumonólogo. Son viles y cobardes, me pegaron de la peor manera», indiccó Egidio.
«Tengo 30 años de lucha. ¿Cómo no voy a seguir?», enfatizó.
El «Chúcaro» Ferreira, de 67 años, toma tres pastillas diarias para mitigar el dolor de cabeza que padece desque que fue agredido por los uniformados.
Ferreira forma parte de «Jubilados Insurgentes», una de las organizaciones que todas las semanas se juntan en el anexo del Congreso.
«Vinieron prepotentes, como siempre. Te tiran directamente a los ojos», narró.
«El golpe es físico, económico y moral», sentenció.
“Estamos con bronquitis y problemas para respirar. Como estamos sometidos a los gases y sus efectos residuales, se potencian los casos de asma y bronquitis espasmódicas”, denunció Nora Biaggio, dirigente del Plenario de Trabajadores Jubilados.

«Soy un mutilado, como en Chile»
Matías Aufieri, abogado del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos, perdió un ojo el 1° de febrero de 2024, durante la represión contra la protesta por la Ley Ómnibus. Un policía le disparó una bala de goma a corta distancia.
Durante los últimos 15 meses Matías tuvo tres operaciones, una de urgencia y otras reconstructivas, pero el daño en el nervio óptico es irreversible. “Es un cambio de vida bastante drástico, sigo acostumbrándome a mi nueva condición”, afirmó a Página 12.
El jurista compara su caso con las víctimas de trauma ocular producto de la violencia estatal durnte el estallido social de 2019.
“Allá, los heridos, las víctimas de trauma ocular, están agrupados y hablan de que se consideran mutilados. En ese sentido, no obstante todo lo padecido, estoy de pie, acompañando las distintas luchas, en contraposición a lo que quiere el gobierno, que es amedrentar a todo posible manifestante y que el plan de ajuste y de destrucción de Milei pase sin mayores problemas, que se lo naturalice como algo inevitable”, planteó.
Matías denunció que su causa —que incluye agresiones a periodistas— está estancada. «El fiscal pidió indagar a 19 policías, pero luego se declaró incompetente. Nadie se hace cargo».

Cifras que duelen: 1.231 heridos en cinco meses
Según la Comisión Provincial de la Memoria (CPM), entre enero y mayo de 2025 hubo 1,231 personas heridas en protestas en Argentina, superando las 1.216 registradas en el periodo comprendido entre diciembre 2023 y diciembre 2024.
A la par, el número de detenidos también se incrementó notablemente, ya que en el transcurso de 2025 se contabilizan 132, mientras que el año pasado fueron 98.
De acuerdo con el informe, se registraron al menos 142 trabajadores de prensa lesionados, 20 referentes de derechos humanos agredidos y tres menores afectados. Las lesiones que presentan las víctimas de la represión orquestada por Milei incluyen quemaduras químicas, traumatismos, esguinces, ataques de pánico y problemas respiratorios, en muchos casos provocados por el uso excesivo de gas lacrimógeno.
“En menos de cinco meses, las personas heridas superaron en proporción y de manera exponencial a las de todo el primer año de gestión de Milei, así como también la cantidad de personas detenidas”, declaró a Página 12, Roberto Cipriano García, secretario de la CPM.
“Los datos dan cuenta de una profundización y un agravamiento de la represión. La violencia se volvió sistemática”, agregó el dirige net de esta organización de derechos humanos que con su equipo de socorristas y abogados, cada miércoles asiste en la calle a los manifestantes que se congregan en su mayoría frente al Congreso Nacional para expresar su rechazo a las medidas aplicadas por el gobierno de extrema derecha y exigir reivindicaciones sociales.
Mientras que por parte de la administración de Milei, la cuestionada ministra Bullrich defiende su protocolo anti-piquetes, las víctimas enfrentan un Estado que reprime y un Poder Judicial que dilata. Jonathan, Beatriz, Matías y miles más son el rostro de una violencia que no se borra con gas pimienta.