Jeannette: La esperanza ante la frustración o la diferencia entre ser y estar

Jeannette tiene vida, tiene nombre, tiene esa esencia y picardía de la gente sencilla y de libretos humildes, como la gran mayoría de los chilenos

Jeannette: La esperanza ante la frustración o la diferencia entre ser y estar

Autor: El Ciudadano

Jeannette tiene vida, tiene nombre, tiene esa esencia y picardía de la gente sencilla y de libretos humildes, como la gran mayoría de los chilenos. Es decir, con Jeannette no hay conexión con el Chile profundo porque ella lo habita, lo conoce directamente, y esa diferencia es el talón de Aquiles de una derecha presumida que se ha venido arrogando la representación del sentido común de nuestra linda patria, pero solo desde el turismo, desde el mirar por la ventana.

Es aquí donde queremos hacer la diferencia, pues, como decía un joven tiktoker, hay una diferencia entre el verbo ser y estar, y asumirlo va a ser clave para leer esta época: la sociedad chilena está a la derecha, pero no es de derecha.

Cuando todo parecía perdido, Jeannette “vino a ofrecer su corazón”. Cuando la derrota era inminente y parecía irreversible, Jeannette nos devolvió la iniciativa.

Entonces, sí se puede hacer lo que la ciudadanía nos pide, si el sentido común —el más vilipendiado de los sentidos— guía los pasos de aquellos que expresan la necesidad de cambios que mejoren las cosas importantes de nuestra vida. No es paradójico, entonces, que haya sido ministra del Trabajo, con grandes acuerdos y logros. Por tanto, es una candidata que resuena en su gente, porque esa gente son sus vecinos, su propia familia. Esa iniciativa de reconectar con el sentido común, expresado en la vastedad de sus intereses, vistiendo sus zapatos, corriendo su misma suerte y, ahora, yendo al frente, arriba, sosteniendo la misma consecuencia.

Eso movilizó ayer, eso movilizará mañana, porque más allá del hecho evidente de que la derecha y la ultraderecha dejarán caer su pesada artillería con los mismos argumentos de siempre, eso los traslada a ellos a un escenario de guerra fría, mientras Jeannette seguirá hablando desde y con las grandes mayorías. La derecha podrá disfrazarse de popular, pero solo son mayoría en las tres comunas del oriente santiaguino, e insistirán en la vieja hipótesis de que un comunista jamás podrá ser presidente o presidenta de Chile.

Cuando en los convulsos años 70 le pregunté a mi padre, un humilde obrero, por qué Pablo Neruda no fue candidato a la Presidencia de la República, me señaló tajante: “Es difícil, porque en Chile hasta los socialistas son anticomunistas”.

Y ese sentimiento, injusto y cuestionable, aún hoy aflora —minoritario, pero doloroso— para nuestra generación. Pero los nuevos jóvenes no fueron criados bajo ese discurso de guerra fría. Las y los jóvenes miran desde otra vereda esta disputa.

Por eso, vale la pregunta: ¿qué hecho esencial puede abrir un camino de unidad en la acción, bajo la misma dirección que la candidata ha planteado? Ese es un desafío para todos los actores sociales que hemos intentado construir un Chile y un mundo mejor.

La lista única parlamentaria podría ser un buen inicio. Un golpe de timón que redoble el liderazgo de Jeannette Jara. Esto requiere debate político profundo, no por la prensa, sino de cara a la ciudadanía, que nos exige hoy estar a la altura de las circunstancias. Al “sentido común derechizado” de Kast, captado de forma asertiva por los Republicanos —y clave de su éxito electoral con el uso de redes sociales y ejércitos de bots difundiendo mentiras— debemos anteponer la iniciativa política, reclamar el honor de la palabra comprometida y demostrar, con la disciplina obrera, que no solo somos una alternativa para gobernar: también somos la alternativa ante tanta deshumanización que se ha impuesto.

Cualquiera sea el análisis a la hora de estos resultados parciales del electorado, el eje direccionador del nuevo periodo es la contradicción de la fractura irreconciliable de la derecha, que expresa y reconoce la existencia de dos proyectos políticos que compiten y se diferencian en escasas cosas, que se golpean y se disfrazan de democráticos, a pesar del tufo pinochetista que los rodea. Como Carlos Larraín, señalando con un orgullo propio de los criminales, dijo —entre aplausos, en un consejo general de RN— que el pinochetismo estaba más presente que nunca. Ellos tienen un proyecto de país que circunstancialmente han hecho prevalecer. Podemos derrotarlos. Jara nos devolvió el aliento.

Este periodo, eso sí, será breve, y la palabra y acciones de los incumbentes pueden marcar un crecimiento de dicho “sentimiento”, o la asimilación de que somos lo mismo en esta alicaída política nacional, carente de esencia y alejada de la esperanza. Es urgente una reflexión colectiva desde el deber ser, frente a la legítima, pero egoísta, evaluación del interés propio.

En la derrota valórica y cultural de la izquierda, toda otra evaluación es estéril si no se logra que esta opción con Jeannette Jara avance. De lo contrario, se facilitaría una victoria de la extrema derecha, que bajo la idea de representar el anticomunismo —escondiendo su esencia fascista o lo que ello represente— volverá a posicionarse, aunque ambos conceptos estén agotados para la comprensión e interés de la ciudadanía.

Causó una indescifrable emoción para muchos y muchas el triunfo de la ahora candidata oficial. Hay que hacer que esa emoción sea una interpelación para todos, y que el sentido común, escaso en el ejercicio de la política, vuelva a donde corresponde. Esa es la diferencia esencial entre un proyecto y otro. Y por eso insistimos: hay una diferencia radical entre los verbos ser y estar.

Se está más a la derecha, pero no seremos nunca un país de derecha. Tenemos una última oportunidad en las manos. Todos aquellos que alguna vez confiaron en la izquierda nos regalan este gol que empata la cancha. Pues no es que la derecha quiera solo derrotarnos electoralmente: quieren una victoria total, política, cultural y valórica. Y esa cuenta, si no nos hacemos responsables, no se la podremos achacar a la ciudadanía. Nosotros tendremos que dar cuenta.

Gracias, Jeannette Jara, por devolvernos la esperanza, ya que no se trata solo de ganar una elección. Se trata de recuperar el alma del país.
El pueblo cuenta contigo.
Y tú, cuenta con nosotros.

Por Alejandro Navarro Brain


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