Doral forma parte del conglomerado urbano de la ciudad de Miami, Florida (EE.UU.) y ha sido uno de los destinos principales de la comunidad venezolana que abandonó el país caribeño en la última década ante a crisis política y económica.
Es esa misma comunidad que en 2024 apoyó masivamente a Donald Trump en su camino a la Casa Blanca, la que enfrenta una paradoja: el presidente que votaron promueve políticas que amenazan su permanencia en Estados Unidos.
Los venezolanos del Doral hoy día son los más afectada ahora por las decisiones emprendidas por el gobierno del republicano sobre las deportaciones de migrantes y el fin de programas de protección migratoria que anteriormente los beneficiaban
Esta ciudad es uno de los 34 municipios del condado de Miami-Dade, con una población de 79.359 habitantes en 2023, de los cuales 32,3 por ciento era de origen venezolano, según la encuesta anual del Censo de Estados Unidos.

Doral: de campo de golf a «Doralzuela»
Doral, uno de los municipios del condado de Miami-Dade, debe su nombre a Doris y Alfred Kaskel, migrantes judíos polacos que en 1962 inauguraron el Doral Hotel and Country Club, un ícono que Trump compró en 2012 por US$150 millones. Hoy, el Trump National Doral Golf Club es un símbolo de la ciudad y un destino frecuente del mandatario.
2017, Doral conquistó el hito de ser la ciudad de más rápido crecimiento de Florida y la undécima del país, según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
Pero el verdadero motor de Doral es su comunidad venezolana. Según el Censo de 2023, el 32.3% de sus 79,359 habitantes son de origen del país caribeño, la proporción más alta en EE.UU. Entre 2015 y 2023, la población creció un 42.3%, impulsada por los ciudadanos venezolanos que decidieron migrar a tierras estadounidenses.
De hecho, la creciente población de origen venezolano, acumula un estimado de 903.000 personas en Estados Unidos, de acuerdo al censo de 2021, y es el grupo hispano que creció más rápidamente en los últimos años, con un aumento de 181,5% entre 2010 y 2020.
«Al principio esto era monte y culebra», recuerda Frank Carreño, expresidente de la Cámara Venezolana Americana de Comercio, quien llegó en 2003. «Los venezolanos cabíamos todos en El Arepazo (un restaurante local), pero la comunidad creció cuando Venezuela se complicó».
En el estacionamiento de un centro comercial de Doral, el food truck Arepa Point despliega su menú de las tradicionales arepas rellenas cada noche. Detrás del mostrador se encuentra Viviana Ferrer, una migrante venezolana que llegó a Miami en 2018 con un sueño: emprender. Dos años después, en plena pandemia, invirtió sus ahorros en un camión Freightliner MT45 de 1997, lo pintó de negro y lo bautizó «El Negrito». Hoy, vende 200 arepas cada noche.
«Soy fan de la arepa y mi sueño era tener un camión para vender las mejores arepas de Miami», dice Ferrer entre risas. Su historia refleja el empuje de miles de venezolanos que convirtieron a Doral en un enclave próspero, pero cuyo «sueño americano» puede verse truncado por las políticas anti migrantes aplicadas por la administración del magnate.
«Había escuchado sobre una ciudad en el sur de Florida llamada Doral, donde vivían tantos venezolanos que era conocida como «Doralzuela». Parecía el lugar ideal para alguien como ella, que no hablaba inglés y no conocía a nadie. En Doral te sientes como en Venezuela. Es una comunidad tranquila y segura que está llena de venezolanos y te facilita el proceso de migrar porque uno se siente como en un pedacito de su tierra», relató a BBC Mundo.

El voto por Trump y la decepción
En las elecciones de 2024, una gran cantidad de venezolanos decidió votar por Donald Trump. Aunque el republicano ganó con alrededor de 60% de los votos en los precintos electorales de la ciudad, según cifras del condado de Miami-Dade, después de su llegada a la Casa Blanca, sus políticas anti migrantes han golpeado a esa misma comunidad.
Cabe recordar que durante el gobierno del presidente Joe Biden, la entrada irregular de migrantes por la frontera sur de Estados Unidos alcanzó niveles históricos y muchos de ellos fueron venezolanos que recibieron medidas migratorias especiales por las condiciones en Venezuela, como el Estatus de Protección Temporal (TPS) o permisos humanitarios (parole).
Sin embargo, Trump regresó al poder con la promesa de iniciar las deportaciones con los migrantes indocumentados que tuvieran antecedentes criminales.
Lo que generó un shock en la denominada «Doralzuela» fue justamente el esfuerzo por expulsar a los migrantes se enfocara en los venezolanos, especialmente en los beneficiarios de TPS y parole, así como la insistencia del gobierno de Trump en asociar a los migrantes venezolanos con la peligrosa banda de crimen organizado Tren de Aragua.
«Voté por Trump pensando que nos iba a ayudar a salir del gobierno de Maduro y resulta que ahora negocia con él y ataca a los venezolanos», dijo una residente de Doral que pidió no dar su nombre para evitar represalias contra su familia en Venezuela.
María Alejandra Longobardi, dueña de un negocio de envíos y ciudadana estadounidense, votó por Trump en 2024. «Mi esperanza era el florecimiento de la economía, pero ahora veo el miedo a la deportación. Lo siento como una persecución», confesó.
«Muchos venezolanos no tienen estatus, pero levantaron Doral», señaló la activista Helene Villalonga. «Ahora, el gobierno que eligieron los quiere fuera».
El viernes 31 de enero de este año, dos días después de asumir su segundo mandato, un emisario del magnate se reunió con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, en Caracas para obtener el compromiso de que su gobierno recibiría los vuelos de migrantes deportados y liberaría a estadounidenses presos en Venezuela.

El gobierno que eligieron los quiere fuera
Durante los casi seis meses que Trump ha estado al frente de la Casa Blanca, su gobierno eliminó el TPS, que protegía de la deportación a unos 600.000 venezolanos, y ordenó revocar el parole humanitario a 532.000 migrantes venezolanos, junto con cubanos, nicaragüenses y haitianos.
Decenas de venezolanos fueron deportados a su país tras ser recluidos en la base naval de Guantánamo, mientras que otros llevan meses detenidos en el Centro de Confinamiento del Terrorismo, una cárcel de máxima seguridad creada para detener a pandilleros en El Salvador.
Estas medidas fueron adoptadas bajo la Ley de Enemigos Extranjeros, una normativa de guerra que data de 1798, y que Trump invocó para repeler la presunta invasión de la organización criminal «Tren de Aragua» en Estados Unidos.
En su medida más reciente, a principios de junio el gobierno de Trump ordenó restringir parcialmente la entrada de venezolanos a Estados Unidos, como parte de una prohibición de viajes que afecta a 19 nacionalidades.
Aunque varias de estas decisiones han sido desafiadas en las cortes y los jueces han fallado contra el gobierno, sembraron el miedo entre los residentes de Doral.
Para muchos, venezolanos de «Doralzuela» estas medidas de la administración Trump constituyen una traición. «¿A dónde nos vamos si no podemos volver a Venezuela?», preguntó una beneficiaria de TPS que planea mudarse a España, pero cuyo hijo de 18 años —admitido en una universidad— se niega a irse.
*Con información de BBC Mundo.