Por Nury V. Gajardo D.

En tiempos de elecciones y debates sobre el futuro del país, surge una pregunta inquietante: ¿es suficiente ser un buen estudiante para lograr el éxito en la vida? La realidad demuestra que no. En el Liceo A-480, como en muchos otros establecimientos de Chile, los desafíos van mucho más allá del rendimiento académico o la empatía; se trata de vivir y ejercer los derechos humanos, especialmente los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Derechos humanos y educación: Más allá de la teoría
Han pasado 34 años desde la ratificación de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), sin embargo, la situación de la niñez en Chile sigue siendo un tema poco conocido o relegado a un segundo plano en el debate público. La educación con enfoque de derechos no es solo un ideal, sino una necesidad urgente que implica:
Acceso universal: La educación es un derecho que debe ser garantizado por el Estado y la sociedad, sin exclusiones, ni discriminaciones.
Participación estudiantil: Aquí es donde cobra especial relevancia el Derecho 12 de la CDN, que reconoce la participación inherente de niños, niñas y adolescentes en todos los asuntos que les afectan. Este derecho no depende únicamente de las capacidades personales de cada estudiante —no basta con ser la mejor alumna o el alumno destacado— sino que requiere un entorno que garantice y promueva esa participación. La participación debe ser entendida como un derecho fundamental y un proceso continuo, donde los y las estudiantes son escuchados, valorados y empoderados para influir en las decisiones escolares y sociales.
Rol garante: Para que la participación sea real y efectiva, es indispensable el compromiso activo de los garantes: docentes, familias, autoridades educativas y el Estado. No basta con que el niño o niña tenga la voluntad o capacidad; es responsabilidad de los adultos crear las condiciones, espacios y mecanismos que permitan que esa voz se exprese y sea tomada en cuenta.
Rol docente: Los profesores son agentes clave para transmitir el conocimiento sobre derechos humanos y fomentar un ambiente de respeto y dignidad.
Valores fundamentales: La educación debe promover la tolerancia, el respeto a la diversidad, la inclusión y la igualdad de oportunidades.
Políticas inclusivas: Es imprescindible corregir desigualdades y eliminar prácticas discriminatorias para que la educación contribuya al desarrollo integral y al progreso social.
Respeto y empatía: Pilares de una educación transformadora
El respeto y la empatía no son solo valores deseables; son esenciales para construir una convivencia escolar justa, inclusiva y pacífica.
Respeto: Reconocer la dignidad de cada persona, fomentar relaciones armoniosas, escuchar activamente y aplicar disciplina compatible con los derechos de los estudiantes.
Empatía: Comprender y actuar ante las necesidades de los demás, enfrentar la violencia y el bullying, mejorar el ambiente de aprendizaje y promover la diversidad.
Estas actitudes deben ser modeladas por docentes y familias, ya que los estudiantes aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice.
Más allá de la capacidad: Condiciones y compromiso para la participación
No basta con tener capacidad o talento. Para que el enfoque de derechos en educación sea efectivo y para que el derecho a la participación sea una realidad, es necesario:
Disponibilidad: Recursos y espacios educativos suficientes para que los estudiantes puedan expresarse y participar.
Accesibilidad: Garantizar el acceso sin discriminación a los procesos de participación.
Aceptabilidad: Ofrecer una educación de calidad que respete la diversidad cultural y las necesidades individuales y ponga a disposición las mismas oportunidades para todos y todas.
Adaptabilidad: Ajustar la educación y los mecanismos de participación a los contextos y características de cada estudiante.
El Estado y las instituciones educativas deben asumir responsabilidades concretas: implementar políticas inclusivas, promover la participación activa de toda la comunidad escolar y fiscalizar el cumplimiento de los derechos.
Hacia una educación realmente inclusiva y participativa
El enfoque de derechos en educación no solo garantiza el acceso, sino que transforma los sistemas educativos en espacios donde los principios de igualdad, no discriminación y participación activa sean realidades tangibles y se vivencian día a día. Solo así será posible formar ciudadanos capaces de enfrentar los desafíos sociales, reconocer la injusticia y actuar con responsabilidad.
La invitación es clara: no basta con ser la mejor alumna o el alumno destacado. El verdadero logro es construir, desde el aula, una sociedad más justa, inclusiva y respetuosa de los derechos de todos y todas, donde la participación de niños, niñas y adolescentes sea un derecho garantizado y una práctica cotidiana. La democracia se construye y vivencia desde la escuela.
Por Nury V. Gajardo D.
Educadora Popular. Orientadora Familiar. Magister en educación y Liderazgo. Achnu
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