Bolivia vota y redefine su rumbo político

El proceso boliviano también evidencia que la política ya no se juega únicamente en el terreno electoral. Lo que está en disputa es el modelo de desarrollo y la inserción internacional del país. La segunda vuelta se inscribe en una dinámica regional más amplia, donde los recursos naturales definen posiciones de poder y donde la presión de los grandes actores globales se hace sentir.

Bolivia vota y redefine su rumbo político

Autor: El Ciudadano

Editorial de NODAL

Bolivia se prepara para una segunda vuelta presidencial que promete ser decisiva. Con más del 90 % de las actas escrutadas, el Tribunal Supremo Electoral confirmó que Rodrigo Paz y Jorge “Tuto” Quiroga disputarán la presidencia en octubre.

El dato disruptivo no fue sólo la imprevista emergencia de la figura de Paz entre las primeras posiciones sino también el significativo porcentaje  -casi veinte por ciento- de votos nulos, promovidos por la campaña de Evo Morales, que se mantiene como actor político pese a estar proscripto.

El resultado coloca a Bolivia en una encrucijada. Paz obtuvo el 32% de los votos y encarna un perfil moderado, ligado a alianzas cívicas y con trayectoria en Tarija como alcalde y legislador. Quiroga, con el 27%, se proyecta como el candidato del “cambio sísmico”. Representan opciones distintas, pero ambos caracterizados por una posición de derecha en un país marcado por las tensiones político económicas y por la centralidad de los recursos estratégicos.

Rodrigo Paz es candidato presidencial por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), con el respaldo de la alianza Comunidad Ciudadana. Senador desde 2020 e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, se posiciona como un referente de la oposición, escudado en una propuesta de programa de gobierno denominado “agenda 50/50”, que incluye, según lo planteado por él, redistribuir el poder, reformar la justicia y desconcentrar el Estado.

Su mensaje busca combinar valores cristianos, familia y patriotismo con una economía más abierta de cara al mercado y menos Estado. Se deja entrever una clara postura de derecha, disfrazada de una fachada de distribución igualitaria de la riqueza de los recursos estatales bolivianos.

Lo acompaña, en su fórmula presidencial, Edman Lara, quien ejerció como capitán de la Policía Boliviana hasta 2023. Ese año comenzó a denunciar públicamente presuntos actos de corrupción dentro de la institución policial, utilizando principalmente las redes sociales para señalar cobros irregulares, tráfico de influencias y otras prácticas que, según él, estaban normalizadas entre algunos mandos policiales.

El punto de inflexión llegó cuando una sargento lo denunció por uso indebido de influencias, usurpación de funciones y obstrucción al ejercicio público, lo que derivó en su suspensión por un año de sus funciones policiales e incluso un breve paso por la cárcel.

“Vamos a ganar, métanselo en la mente. Compartan los videos, ábranse cuentas en todas las redes sociales: TikTok, Instagram, Facebook, en todas las redes sociales. Vamos a reventar las redes sociales con nuestras propuestas. Llevemos el mensaje”, declaraba Lara, en sintonía con la campaña de Rodrigo Paz.

Por su parte, Jorge “Tuto” Quiroga, expresidente entre 2001 y 2002, construyó su campaña en torno a una crítica frontal a los veinte años de hegemonía del Movimiento al Socialismo bajo Evo Morales y Luis Arce.

Su propuesta de transformar a Bolivia en el “Corazón Verde Digital” de Sudamérica combina la industrialización del litio, la atracción de inversiones y tratados de libre comercio con un giro geopolítico hacia Estados Unidos y el alejamiento de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

“Es una jornada que marcará la historia de Bolivia y transformará el país después de este 17 de agosto. Tras dos décadas destructivas, polarizantes, de persecución y dolor, este domingo sale el sol”, declaró una vez finalizado el proceso electoral.

Y sobre el llamado al voto nulo de Evo Morales dijo: “Lamentable que se pretenda influir para que la gente vote por nulo. Es un derecho democrático, pero cuando se obliga a otros o se agrede a otro candidato, repudio esos actos”.

Las propuestas económicas no son un detalle menor. Bolivia concentra una de las mayores reservas de litio del mundo, recurso clave para la transición energética global. La industrialización de este mineral es un eje que atraviesa a todos los proyectos políticos. La pregunta es bajo qué condiciones se explotará: con qué grado de soberanía, con qué socios internacionales y con qué impacto en las comunidades. Allí radica una diferencia central entre un modelo de apertura plena al capital extranjero y otro que busque mayor control estatal o mixto.

El elevado número de votos nulos marca una señal. Una parte significativa de la ciudadanía utilizó esa herramienta para denunciar la proscripción de Evo Morales. En términos políticos, ese 20% expresa un capital simbólico que puede inclinar la balanza en la segunda vuelta.

La incógnita es si esos electores se abstendrán, se dividirán entre los candidatos o se convertirán en un bloque de presión para condicionar el próximo gobierno.

A través de las redes sociales Evo Morales declaró: “Nuestra protesta se hizo sentir: votamos, pero no elegimos, y el pueblo dejó claro que la democracia no puede ser reducida a un simple trámite administrativo” y agregó “Bolivia no quiere privatización ni persecución con una justicia prebendalizada; Bolivia exige recuperación económica, estabilidad, crecimiento y más democracia”.

El proceso boliviano también evidencia que la política ya no se juega únicamente en el terreno electoral. Lo que está en disputa es el modelo de desarrollo y la inserción internacional del país. La segunda vuelta se inscribe en una dinámica regional más amplia, donde los recursos naturales definen posiciones de poder y donde la presión de los grandes actores globales se hace sentir.

La decisión de octubre será, en definitiva, una elección sobre el rumbo económico, la relación con los países vecinos y la forma de representar a un electorado con una fuerte polarización. Estas elecciones significan un giro geopolítico en las fuerzas de la región. Bolivia redefine su futuro y lo hace con la mirada atenta de toda Sudamérica.

Vía NODAL


Reels

Ver Más »
Busca en El Ciudadano