Por Ignacia Vinet
Señor Director:

El pasado 29 de julio se disputó el partido por el quinto lugar de la Copa América Femenina, el cual alcanzó un peak de sintonía de 618 mil espectadores por minuto. Sin embargo, eso no parece ser suficiente para merecer cobertura por parte de los medios de comunicación.
A menudo se repite que el deporte femenino “no vende” o “no genera la misma emoción”. Pero quizás esa sea solo una excusa para ocultar el verdadero problema: la discriminación. El fútbol es solo uno de los muchos ejemplos donde las deportistas enfrentan desigualdad. Lo mismo ocurre en disciplinas como el hockey, el básquetbol o la gimnasia, donde se les exige perfección constante y, cuando se acercan a ella, se les reprocha por no cumplir con estándares impuestos por estereotipos de género.
En Estados Unidos, la WNBA (liga de básquetbol femenino) promedia 1,3 millones de espectadores por partido. En Inglaterra, la final de la Eurocopa Femenina 2025 se convirtió en el evento más visto del año, con 16 millones de espectadores (solo considerando datos de ITV y BBC). Entonces, ¿cuál es la verdadera diferencia con Chile? ¿Acaso en esos países no existe discriminación?
Claro que sí. En Estados Unidos e Inglaterra también hay desigualdades, pero la gran diferencia es que en esos países se apuesta por el deporte femenino: en sus instalaciones, en el financiamiento y patrocinio de marcas, en la inversión en torneos y, a mi parecer, en uno de los aspectos más importantes: la cobertura mediática. Mientras en esos países los partidos femeninos se transmiten semanalmente y alcanzan audiencias masivas, en Chile no existe siquiera un medio oficial que transmita regularmente el fútbol femenino. “Las Diablas” han conseguido importantes logros internacionales, pero ¿cuántas veces las hemos visto en televisión? Valentina Toro, destacada karateca chilena, ha llevado al país a la cima en numerosas oportunidades, pero ¿realmente conocemos a nuestras representantes?
Todas y todos somos parte del cambio. El deporte femenino no debe seguir siendo constantemente comparado con el masculino. Debemos aprender a disfrutar de ambos, valorar sus diferencias y similitudes, y admirar a quienes hoy nos representan en el ámbito deportivo, dejando en alto el nombre de Chile.
Por Ignacia Vinet
Voluntaria, Intransigentes
Fuente fotografía
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