Por Carlos Gutiérrez P.

Tres eventos, de distinto carácter y alcances, tienen su realización en estos días en el área asiática y que señalan la importancia y los impactos estratégicos que están alcanzando tres países de la zona que están modelando el nuevo mundo, partiendo por cambios notables en sus originales espacios geopolíticos.
Entre el 31 de agosto y el 1 de septiembre, en la ciudad china de Tianjin se desarrolló la 25 Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, que acogió a 20 países y 10 organizaciones internacionales. Está constituida por China, Rusia, India, Bielorrusia, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán.
Entre sus principales metas están:
- Fortalecer la confianza mutua, la amistad y la buena vecindad entre los miembros.
- Desarrollar la cooperación multifacética para mantener y fortalecer la paz, la seguridad y la estabilidad en la región.
- Promover la construcción de un nuevo orden político y económico internacional democrático, justo y racional.
- La organización se funda en los principios de igualdad, respeto y confianza mutuos.
Según analistas internacionales, este evento fue aprovechado por el presidente chino para demostrar como empieza a perfilarse un nuevo orden internacional distinto al liderado por Estados Unidos, y que los esfuerzos de este por atacar a Rusia, Irán, China -y recientemente a India- no están dando los resultados buscados por Occidente.
Entre los organismos internacionales participó la Organización de Naciones Unidas, a la cual se le plantea la urgencia de una reforma para responder de mejor forma a los retos actuales.
Esta alianza regional euroasiática centrada en la economía y la seguridad representa el 23 % del PIB mundial y el 42 % de la población mundial, y es considerado uno de los eventos diplomáticos más importantes del mundo.
El presidente chino en su discurso de inauguración afirmó que “Actualmente, el mundo atraviesa un siglo de cambio a un ritmo acelerado, con un aumento significativo de factores inestables, inciertos e impredecibles. La Organización de Cooperación de Shanghai tiene una responsabilidad aun mayor de mantener la paz y la estabilidad regionales y promover el desarrollo y la prosperidad de todos los países”.
China celebra este 3 de septiembre, el 80 aniversario de la victoria contra el imperialismo japonés, Guerra de la resistencia del pueblo chino contra la agresión japonesa (1937-1945).
Hasta ahora hay 25 países confirmados, todos del denominado Sur Global, la mayoría del espacio geográfico asiático y euroasiático, y ninguno del occidente otanista (las excepciones fueron Eslovaquia y Serbia), ni de los aliados zonales del imperio estadounidense.
Esta conmemoración sirve para confirmar que su objetivo central es demostrar que China es un factor clave en la estabilidad mundial actual. El Día de la Victoria, significó un punto de inflexión histórico para la nación china, que salió de una época de profunda crisis para emprender el camino del renacimiento nacional y, por lo tanto, la conmemoración sirve para recordar la historia, honrar a los héroes caídos, valorar la paz y construir un futuro mejor.
Este evento, al igual que la conmemoración del 80 aniversario de la Gran Guerra Patria rusa, es un momento para detener la tergiversación occidental sobre la historia general de la Segunda Guerra Mundial, donde se arrogan éxitos insostenibles, en momentos que se glorifica al nazismo europeo, se desmantelan los homenajes a los libertadores, y se callan ante los avances del militarismo japonés.
Entre los días 3 y 6 de septiembre se celebrará el X Foro Económico Oriental en la ciudad de Vladivostok, y el presidente Putin ya realizó un discurso de bienvenida en que manifestó que “Rusia está dispuesta a dialogar constructivamente con todos los socios interesados y se propone participar activamente en los esfuerzos colectivos para construir un sistema justo de relaciones internacionales en la región de Asia-Pacífico basado en la igualdad genuina y el respeto de los intereses legítimos de cada uno”.
El Foro Económico Oriental es una plataforma internacional clave para establecer y fortalecer vínculos dentro de las comunidades de inversión rusas y mundiales, y para una evaluación experta integral del potencial económico del Lejano Oriente ruso, las oportunidades de inversión que ofrece y las condiciones de negocios dentro de las zonas económicas especiales avanzadas. Habrá una participación de más de 70 países y territorios, lo que confirma el estatus de este foro como una plataforma autorizada en el comercio en la región Asia-Pacífico, así como para el resto del mundo.
El lema principal para este año es “Lejano Oriente: cooperación por la paz y la prosperidad”.
India ha sostenido la decisión de no renunciar a la compra de petróleo ruso a pesar de las sanciones estadounidenses que subieron los aranceles al 50 %. En los últimos meses se han vivido situaciones de tensión entre ambos presidentes. Medios de prensa estadounidenses afirman que India rechazó la realización de un encuentro que buscaba organizar la Casa Blanca en una cumbre con Pakistán, para celebrar el acuerdo de Paz, que en realidad iba a ser otra puesta en escena de la parodia pacifista del presidente Trump, siendo que no tuvo injerencia sustantiva en el cese del conflicto. Después de la Cumbre del G-7, rechazó una invitación para visitar Washington. A su vez, el presidente Modi rechazó cuatro veces llamadas del presidente estadounidense, manteniendo una postura firme de su soberanía y decisiones propias en el terreno político y económico.
A la llegada del presidente Modi al evento en China hizo declaraciones muy relevantes: “India y China aspiran a la autonomía estratégica”. Confirmó su disposición a desarrollar relaciones basadas en la confianza y el respeto, señalando que el bienestar de 2.800 millones de personas depende de la alianza entre los dos países.
Ambos presidentes, Modi y Xi, consideraron ampliar las posiciones comunes en las plataformas multilaterales sobre cuestiones y retos bilaterales, regionales y globales. El presidente chino enfatizó que China e India, como “las dos naciones civilizadas más antiguas y los países más poblados del mundo” deben ser amigos y vecinos. “El dragón y el elefante deben unirse por el bien de la paz y la prosperidad en Asia y en todo el mundo”.
En la declaración conjunta afirman que “Pekín y Nueva Delhi deben fortalecer la interacción y coordinación en asuntos internacionales y regionales clave, defender la justicia y la imparcialidad internacionales, y promover conjuntamente un mundo multipolar y la democratización de las relaciones internacionales”.
A su vez, en la reunión con el presidente Putin, Modi declaró que “La interacción entre los dos Estados es fundamental para la paz y la prosperidad en el mundo”. Por su parte Putin afirmó que “la cooperación entre Rusia e India se está desarrollando activamente sobre la base de una asociación estratégica privilegiada”.
China ha dicho que no a la exigencia de Estados Unidos de unirse al diálogo sobre desarme nuclear ya que los niveles entre ambos países son muy desiguales, además de que las políticas nucleares y los enfoques de seguridad estratégica de los dos países también son distintos. Su arsenal se mantiene en un nivel mínimo necesario para la seguridad nacional, sin participar en carreras armamentistas con otros estados. Estos llamados son poco creíbles, cuando Estados Unidos sigue dotando de armamentos a Taiwán, y presionando a Japón y Filipinas para una carrera armamentista en la región que favorezca los intereses de Estados Unidos.
Si bien Rusia tiene una definición euro-asiática, a propósito de su profundo conflicto actual con Europa, su elite política e intelectual cada vez mira con más expectativa y convicción su orientación al Asia, en esta larga disputa histórica entre europeístas y eslavistas.
En ese camino se encuentra con intereses compartidos con China e India, claramente en su perspectiva hacia el Asia-Pacífico y el espacio ártico, que rápidamente se transforma en el eje económico mundial. A esto se acompaña el esfuerzo de estos tres países por constituir espacios de interacción a nivel global, como son los Brics+, y que diseñan organizaciones y definiciones de alcance mundial con énfasis en el multilateralismo y la multipolaridad.
A este esfuerzo se suman otros actores relevantes en espacios regionales diversos, como África y América Latina.
Últimamente los tres líderes han tenido múltiples encuentros y declaraciones, lo que ha permitido vislumbrar cada vez con más claridad sus orientaciones en política internacional. Una de las más recientes, y a propósito de la gira más larga en la presidencia de Putin por cuatro días a China, es la entrevista que dio a la agencia Xinhua.
Aseveró que Rusia y China comparten la misma visión sobre el avance hacia un orden mundial justo basado en la mayoría global, avanzando en la reforma a la ONU, incluida la participación de países del sur global en el Consejo de Seguridad. También apuntan a reformar el FMI y el Banco Mundial para que los instrumentos financieros sean igualmente accesibles para todos los países.
En este sentido, la cooperación para fortalecer los Brics+ es uno de los mecanismos centrales de una nueva arquitectura internacional.
En el comercio han alcanzado un nivel sin precedentes y China es para Rusia un socio indiscutible por el volumen de intercambio. En ese marco, la proporción del uso del dólar y el euro en las transacciones han caído a un nivel estadísticamente insignificante.
La troika asiática avanza en su liderazgo, en sus énfasis y acuerdos para este nuevo diseño del sistema internacional. Claramente este camino sufrirá con las contingencias, como el actual conflicto con la Europa otanista, y la atolondrada política estadounidense, pero se puede apreciar con claridad que hay un rumbo estratégico.
Hoy día son estos países los que defienden la soberanía nacional; la búsqueda de acuerdos para la paz mundial en base a nuevas estructuras de seguridad global; las que proponen renovar las organizaciones de la gobernanza mundial para dar cuenta de mejor manera de los cambios en el poder mundial; las que quieren superar la lógica de la guerra fría que se basó en alianza militares y que hoy ponen en peligro espacios regionales; las que alientan un comercio mundial justo; las que buscan espacios de cooperación e inversión económica que no tenga como telón de fondo el chantaje político ni la presión indebida a través de la fuerza.
Esta troika asiática no ha implementado ninguna política arancelaria injusta, no tiene sanciones aplicadas a ningún país del mundo, ninguna de sus definiciones estratégicas en sus libros blancos de la defensa está dirigida contra otros países o bloques, a diferencia de la OTAN, que menciona explícitamente como amenazas a su seguridad a Rusia, China e Irán y, por lo tanto, orienta su preparación militar en esa dirección.
En estos días habrá una nueva oportunidad para el encuentro de esta troika, en campos de la cooperación y nuevos ámbitos de desarrollo económico, así como en sus esfuerzos políticos por avanzar convincentemente en un nuevo sistema internacional.
Una de las leyes de la dialéctica materialista nos habla de la transición de la cantidad a un salto de calidad. Es indudable que esta troika domina cuantitativamente en los principales indicadores de desarrollo mundial y, por lo tanto, es posible que ese potencial crítico logre transformar cualitativamente el actual sistema internacional unipolar, de una globalización injusta y desigual, y de un dominio político y cultural que discrimina, sanciona y coloniza.
Es de esperar, que los importantes eventos de estos días en el mundo asiático nos acerquen más a un nuevo sistema internacional justo y solidario.
Por Carlos Gutiérrez P.
Carta Geopolítica 60 – 02/09/2025
Las expresiones emitidas en esta sección son de exclusiva responsabilidad de su autor(a) y no representan necesariamente las opiniones de El Ciudadano.